gastronomía

Vinos aragoneses que son como una canción y nacen en unos parajes muy royos

Hace 70 años se fundó la bodega Virgen de la Sierra, perteneciente a la denominación de origen de Calatayud.

Manuel Castro, en uno de los viñedos de la Bodega Virgen de la Sierra.
Manuel Castro, en uno de los viñedos de la Bodega Virgen de la Sierra.
A. Toquero

No es un trabalenguas, pero casi: al abrigo de la sierra de la Virgen, en Villarroya de la Sierra, nació la Bodega Virgen de la Sierra en 1954. Han pasado siete décadas de aquello y ahora la bodega, perteneciente a la denominación de origen de Calatayud, cuenta con unos 40 socios y 234 hectáreas de viñedo. Allí reina la garnacha, aunque también se descubren variedades blancas, como macabeo o la garnacha blanca, –esta última recuperada recientemente–.

Cuando se pasea por el campo, se divisa un lienzo de suelos arcillosos sobre los que las cepas de vaso parecen desperezar sus sarmientos, de un verde espectacular. Su gran tamaño hace sombra hasta a los más altos del lugar. El viñedo es como un jardín sobre una alfombra de tonos royos –como se dice en Aragón a lo anaranjado–. "Este suelo es como una esponja, donde las raíces profundizan en torno a los seis metros", explica Manuel Castro, director técnico de la bodega. Algunas cepas cuentan con una antigüedad de más de 80 años y llegan a crecer a casi 1.000 metros de altitud, donde el frondoso bosque abraza las parcelas. "Elaborar aquí es un lujo", confiesa Castro mientras recorre el territorio.

Esa misma postal se plasma en los vinos de Albada, bandera de la bodega. Están repletos de simbolismo: en la etiqueta, un círculo representa el ciclo de la vid;y el nombre recuerda a las canciones que antaño se cantaban en el campo o los quintos a las mozas.

Colección de vinos Albada de la Bodega Virgen de la Sierra.
Colección de vinos Albada de la Bodega Virgen de la Sierra.
B. V. S.

En los vinos de esta gama se muestra una nueva idea de la garnacha, con referencias elegantes para armonizar a diario o en momentos especiales. "En la actualidad esta variedad puede llegar a un público más amplio, gusta más", estima el directo técnico de Virgen de la Sierra. En la copa sirve el Albada Tinto –de garnachas viejas– y el Albada Blanco –de macabeo viejas–. Ambos se denominan "vino de pueblo", ya que todo se obtiene del término municipal de Villarroya.

El blanco muestra un tono amarillo con matices verdosos. Los aromas intensos a frutas maduras, plátano y melón ligan con las notas de hierbas. Por su parte, Albada Tinto viste la copa de un rojo guinda y al catarlo se aprecia una alta expresión de la variedad, muy goloso, frutal y un toque ácido que refresca.

El camino por los senderos hace un cambio de rasante y se descubren recónditos viñedos, como los parajes donde nacen las uvas de los Albadas de las fincas de Cañadilla y el de Llano Herrera. Estos dos vinos de edición limitada se concibieron en 2019 y desde entonces levantan tantos brindis como pasiones.

Colección de vinos Albada de la Bodega Virgen de la Sierra.
Colección de vinos Albada de la Bodega Virgen de la Sierra.
B. V. S.

Otro vino exclusivo

La familia Albada continuó aumentando a partir de 2020 con otras referencias de parcelas determinadas: Santos, Gemelo y Alberto –que se ha lanzado a la venta esta misma semana–. "Se trata de un vino que se elabora con el 70% de garnacha y un 30% de monastrell, una variedad que es una total novedad", apunta Manuel.

Albada de la Finca Alberto de la Bodega Virgen de la Sierra.
Albada de la Finca Alberto de la Bodega Virgen de la Sierra.
B. V. S.

La otra gama es Cruz de Piedra, con cuatro referencias. Entre ellas destaca el Selección Especial Tinto Garnacha, un vino donde se encuentran las uvas de determinadas parcelas, que se trabajan por separado. En primavera se realiza el 'coupage' final de las zonas, mezclando depósitos y barricas.

Vinos Cruz de Piedra de la Bodega Virgen de la Sierra.
Vinos Cruz de Piedra de la Bodega Virgen de la Sierra.
B. V. S.

Para elaborar los vinos han mirado al pasado, a la tradición, escuchando a los villarroyenses más expertos, esas enseñanzas que han transmitido durante generaciones. Se encuentran en restaurantes y tiendas especializadas aragonesas y de otros puntos del mundo. También a granel o en botellas en la propia bodega. Por cierto, en sus instalaciones cantó Montserrat Caballé, ya que su marido, Bernabé Martín, era natural del pueblo. Dicen que cantaba en el campo, tal vez, albadas.

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