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Sanllehí, dos años con evidentes fracasos deportivos que han desembocado en su adiós

El destituido director general del Real Zaragoza, primer ministro de la SAD internacional desde su llegada al accionariado en mayo de 2022, primera víctima de un bienio de fracasos sonoros.

Raúl Sanllehí, el 5 de marzo de 2022, en su primera aparición en Zaragoza, para entrevistarse con la familia Alierta dos meses y medio antes del acto de compraventa accionarial del Real Zaragoza.
Raúl Sanllehí, el 5 de marzo de 2022, en su primera aparición en Zaragoza, para entrevistarse con la familia Alierta dos meses y medio antes del acto de compraventa accionarial del Real Zaragoza.
Oliver Duch 

El 5 de marzo de 2022 se vio a Raúl Sanllehí Colom por primera vez públicamente en Zaragoza. Faltaban más de dos meses para la llegada oficial de la nueva propiedad internacional al accionariado del Real Zaragoza. Vino en compañía del inversor estadounidense Jim Miller para entrevistarse con la familia Alierta, de la parte vendedora. Ahí, el zaragocismo conoció los primeros rasgos de este ejecutivo catalán (Barcelona, 18-9-1966) que acaba de ser finiquitado contractualmente por la entidad en este lunes 3 de junio de 2024. 

Sanllehí se instaló en la ciudad un mes después, en abril. Hizo de puente, de transición hasta el trasvase de títulos entre los propietarios de la Fundación Zaragoza 2032 y los actuales, de más complicada definición con un solo nombre por su variopinta morfología empresarial. Conoció el terreno, estableció conexiones y fue ya el anfitrión del desembarco definitivo, el 24 de mayo de 2022, con Jorge Mas y Gustavo Serpa (estadounidense y colombiano, respectivamente) como primeras cabezas visibles del consejo. 

Una vez tomada tierra, los inversionistas dejaron en manos de Sanllehí el gobierno diario de la SAD. Su dirección general ha sido de las que responden etimológicamente a sus dos palabras. Su década en menesteres de primer orden directivo en el FC Barcelona y su breve paso más reciente por el Arsenal de Londres fueron siempre utilizados como aval de prestigio, sin entrar nunca en más detalles al respecto. 

El barcelonés se prodigó al principio por los medios de comunicación, quiso darse a conocer, encontrar su 'feeling' con la ciudad, con los ciudadanos y, entre ellos, con los zaragocistas. El paso del tiempo lo ha ido alejando de ese escaparate, hasta acabar el último de sus dos años fuera de los focos, oculto y callado pese a estar presente siempre en el palco, en los desplazamientos y en todos los eventos en los que su presencia era indispensable como embajador de los dueños en Zaragoza. Como tantos otros antes, Sanllehí ha sentido en sus carnes la dureza de la idiosincrasia de este viejo club.

Un supervisor de absolutamente todo el gobierno

Sanllehí siempre presumió de supervisar absolutamente todo lo que sucedía cotidianamente en el Real Zaragoza. Cualquier delegación, bien en el ámbito deportivo, bien en el económico, bien en el societario, debía reportarle a él todos los detalles al instante. Por esta razón, el doble fracaso de índole futbolística que acaba de firmar el equipo en las dos últimas temporadas le salpica en última (o primera, según se quiera mirar) instancia al dirigente catalán. Forma parte indeleble de su papel en la sociedad. 

Da igual que, entremedias, haya otros responsables en la pirámide: principalmente los dos directores deportivos con los que ha trabajado, Miguel Torrecilla y el actual, Juan Carlos Cordero. Y, por derivación, los entrenadores de este abrupto tiempo de 24 meses: Juan Carlos Carcedo, Fran Escribá y Julio Velázquez

Es de ley sacar de este listado al primero con el que se encontró Sanllehí cuando vino, Juan Ignacio Martínez 'Jim' (este llegó a saludar a los nuevos propietarios, con ilusión por seguir en el equipo) y al último, Víctor Fernández, el actual. Respecto de Jim, Sanllehí decidió prescindir de él porque tenía claro que su primera apuesta para el banquillo iba a ser alguien de su confianza: Carcedo, con el que había coincidido en el Arsenal inglés, éste como segundo de Unai Emery. Sobre Víctor, la decisión de su fichaje en marzo pasado como tercer técnico del curso, llegado a la desesperada para tratar de salvar un descenso letal y como único paraguas útil para evitar una rebelión en la afición contra el palco, le llegó a Sanllehí de extramuros de su despacho. 

Escribá, que rige como selección suya antes de la contratación de Cordero, le llovió ciertamente por la 'vía consejo' donde los consejeros Mariano Aguilar y Emilio Cruz, ambos con matriz en el Atlético de Madrid y con los fondos de inversión con intersección en ambas entidades. A Velázquez lo eligió Cordero. Son decenas de vectores que, en cualquier caso, siempre acabaron en el pararrayos de Sanllehí como máximo jefe de la SAD con sede en Zaragoza y reportador a los propietarios en el exterior

Sobre el ejecutivo barcelonés recae el primer grave error de olfato deportivo de esta propiedad. En la disyuntiva Jim-Torrecilla para hacer un primer cambio de hondura en la puesta en marcha del primer proyecto ilusionante de los dueños recién aterrizados, eligió al revés. Echó al entrenador, que tenía su predicamento entre la afición y el vestuario, y se quedó al director deportivo, totalmente denostado y sin carisma por su cúmulo de pifias precedentes. A Sanllehí, desde este primer momento, pareció venirle grande el medioambiente de Zaragoza y su singularidad histórica como club grande que está fuera de sitio. 

Las obras del estadio, la política, su otra dedicación

Raúl Sanllehí, paralelamente a su supervisión obligada en el terreno deportivo inherente a su cargo, trajo en su valija a Zaragoza un mandato superior desde la propiedad de la SAD: ser el emisario y representante de alto rango de los dueños de la entidad en todas las reuniones, cumbres, firmas y eventos públicos relativos a la construcción de las obras de nuevo estadio de La Romareda. 

Esta ha sido una vía de ancho internacional por la que Sanllehí ha gobernado la locomotora de la compañía que rige el Real Zaragoza hace dos años. Ha ejercido de comisionado con el Ayuntamiento de la ciudad, con el Gobierno de Aragón, con la Diputación Provincial. También con la empresa encargada del proyecto del campo de fútbol, IDOM. Está, naturalmente, dentro del elenco de miembros de la sociedad constituida para la remodelación integral de La Romareda como parte del Real Zaragoza. No se ha movido un papel, ni un teléfono, ni un bolígrafo sin que Sanllehí lo supiese. 

Este crucial asunto relativo al estadio también ha sufrido modificaciones de hondura desde el día 1 de la nueva propiedad hasta hoy, dos años y un poco más tarde. El plan ha ido mutando, en cuanto a porcentajes de participación, cantidades, vínculos y otros detalles que capilarizan en la política, la economía y la sociedad aragonesa. Y Sanllehí ha debido salir a explicar públicamente esas modificaciones de calado. Menos de las que que el zaragocismo pidió.

La mezcla de la responsabilidad creciente en estos dos ámbitos, el deportivo y el político, ha generado en la figura de Sanllehí un grado de estrés que el catalán ha decidido no seguir acumulando. Se lo ha llevado por delante, según el criterio de la SAD. Principalmente, el futbolístico, con dos años seguidos rondando el descenso fuera de las categorías profesionales, ha sido clave de bóveda para su salida de la SAD.

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