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Mercado Inmobiliario

Un 80% de los pisos de Zaragoza podrían tener problemas para venderse o alquilarse en unos años

La normativa europea recoge que todas las viviendas deberán tener el certificado energético E, algo que incumple gran parte del parque de edificios de la capital aragonesa.

PRESENTACION DE LA CONVOCATORIA MUNICIPAL DE AYUDAS A LA REHABILITACION DE VIVIENDA EN LA CALLE VALLE DE OZA ZARAGOZA 13-05-2024 FOTO FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]] [Original: FJC_6736.jpg] //ZAR// Autor: JIMÉNEZ, FRANCISCO Fecha: 13/05/2024 Propietario: Colaboradores Aragón Id: 2024-1812124 [[[HA ARCHIVO]]]
Viviendas rehabilitadas en la calle de Valle de Oza en Zaragoza.

A reformar se ha dicho. El tiempo corre para unos cuantos edificios de Zaragoza. La normativa europea aprieta y, tal y como establecen sus directrices, para 2030 todas las viviendas deberían tener al menos la calificación energética E para poder ser vendidas o alquiladas. Y en la capital aragonesa, según las estimaciones del sector, en torno a un 80% de pisos incumplen estos requisitos.

Actualmente, la calificación va de la A (el certificado energético más alto) a la G, siendo esta la más baja de todas. Es precisamente este nivel el que seguramente tenga más problemas de cara al futuro, según comentan los expertos. Aunque todavía restan seis años, son muchos los edificios de Zaragoza que no han sido reformados en muchas décadas. Es especialmente importante el aspecto del aislamiento térmico, desgastado con el paso de los años.

Así, para 2030 una vivienda que tenga certificado G tendrá serios problemas para venderse o alquilarse, como ya ha podido comprobarse en otros países europeos. Desde ese horizonte todavía habrá más restricciones, pues el objetivo es que para 2050 todos los inmuebles tengan la calificación A o B. Actualmente, el número de viviendas que tienen los certificados más bajos es de 197.000, según datos del Ayuntamiento, tal y como se expuso en una jornada recientemente celebrada en la Cámara de Comercio de Zaragoza.

Para Lucio de la Cruz, gerente del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Zaragoza (Coaatz), la nueva directiva de eficiencia energética "es bastante clara", ya que marca los hitos a cumplir en toda España. No obstante, las restricciones todavía no están claras. "No es tanto que los pisos que tengan un certificado G no puedan alquilar. Eso deberá estipularlo cada país", asevera. Se trata, más bien, de una medida para acatar aquellos edificios que más energía consumen. 

En este sentido, para 2030 el objetivo es influir en el 16% de los inmuebles que más energía utilizan. En 2035, atacar al 22%. Y así hasta llegar a 2050. "Parece que está lejos, pero hay que meterle mano a todo el parque de edificios. El hito de 2030 creo que es muy complicado, porque es muy exigente. Hay que ponerse manos a la obra ya y fomentar actuaciones de rehabilitación", añade De la Cruz.

Diego Lasaosa, socio de la empresa zaragozana Certicalia, especializada en este tipo de trámites, comenta que las subvenciones que se obtienen a la hora de rehabilitar para mejorar el consumo energético han sido un buen motor. "Esto lo hemos notado muchísimo con el tema de las placas solares. Desde el año pasado, la gente que tiene unifamiliares ha puesto mucho el foco en esto", comenta. 

En este sentido, el Gobierno subvenciona aquellas obras que aumenten la eficiencia energética, como el cambio de ventanas, la envolvente térmica o las instalaciones, que luego pueden desgravarse en la Renta, por ejemplo. 

En este momento, una vivienda con calificación G no tiene problemas para ser vendida o alquilada, algo que podría cambiar a partir de 2030, aunque está por ver qué restricciones se aplicarán. "Cuando ya cambió la normativa y apareció el certificado energético dijeron que sería obligatorio tenerlo para comprar o alquilar. Los portales inmobiliarios permiten anunciar pisos sin tenerlo (tan solo figura que está "en trámite") y hay notarios que firman operaciones sin pedirlo", asegura Diego Lasaosa. No obstante, antes el certificado era "un papel más", y ahora ha cogido mucha presencia. "Además lo piden los bancos porque deben justificar lo verdes que son sus hipotecas para obtener beneficios", sentencia.

Un mayor bienestar dentro de la vivienda

El objetivo de esta normativa es cumplir con los criterios de sostenibilidad y, además, aumenta el bienestar dentro de la vivienda. De hecho, es uno de los puntos fuertes que los expertos destacan para llevar a cabo las rehabilitaciones. Pero, ¿cómo se consigue un certificado mayor?

Este documento expresa el consumo energético de la vivienda en calefacción, refrigeración y agua caliente por metro cuadrado de superficie útil y las emisiones de CO2 a la atmósfera debido a estos consumos de energía. Así, con la letra G el consumo energético es mayor de 125%. Aunque no es obligatoria una reforma, sí que es necesaria en la mayoría de los casos para mejorar el consumo y, por tanto, alcanzar una calificación mayor.

Por ejemplo, el sistema de calefacción influye. Lo mejor en este aspecto es la aerotermia, una bomba de calor que utiliza aire y depende de las condiciones climáticas exteriores. El agua caliente también consume, al igual que el sistema de iluminación, que se recomienda cambiar por uno domótico. Las placas solares contribuyen al ahorro y el aislamiento térmico puede marcar la diferencia.

La inversión, puntualiza Lucio de la Cruz, depende de si las obras las ejecuta un particular o una comunidad de propietarios. "Es más interesante actuar en el edificio completo, ya que se reduce el presupuesto y el resultado tiene más impacto", dice el gerente del Coaatz. "Depende mucho de la ubicación, ya que no es lo mismo estar entre dos pisos que estar en el último y solo tengas una cubierta encima, que te penaliza más", añade. 

Comenta que la primera actuación que debería llevarse a cabo es la del aislamiento de la fachada y la cubierta, después las ventanas (por allí se cuela el aire caliente o frío) y luego tocar las instalaciones, como el agua caliente o las placas solares. "Hay que analizarlo, pero si haces una obra individual lo mejor es empezar por el aislamiento", reitera De la Cruz.

Algo tan básico como cambiar las ventanas puede costar entre unos 6.000 y 7.000 euros, por lo que el desembolso en los pisos más antiguos puede ser alto, aunque existen ayudas para ello. "A la vez que mejoras las prestaciones de la vivienda, mejora la sensación de confort. El aislamiento mejora mucho el tema de la humedad. La temperatura que sientes no es la que marca el termómetro, sino la que radian las paredes", asevera el gerente del Coaatz.

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