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Acosa durante meses a un niño de Zaragoza porque cree que es el hijo que dio en adopción

La obsesión del acusado por este menor, que no es su hijo biológico, hace que una jueza lo envíe a prisión por seguridad.

El presunto acosador, cuando merodeaba en torno al colegio del niño.
El presunto acosador, cuando merodeaba en torno al colegio del niño.
HA

Un juzgado de Zaragoza sentará pronto en el banquillo de los acusados a un hombre al que la Fiscalía acusa de obsesionarse con un niño al que habría acosado durante año y medio convencido de que es el hijo que tuvo y se dio en adopción, cuando en realidad no lo es. Ni siquiera tenían la misma edad. Según los médicos que examinaron al investigado, fue tal la obcecación de este individuo con el chico que llegó a ofrecerle dinero para intentar ganarse su confianza. Vigilancias clandestinas cuando estaba en el recreo, seguimientos por la calle e incluso visitas furtivas al edificio donde vivía el chaval asustaron a su familia y obligaron a intervenir a la Policía Nacional, que tardó en identificar al sospechoso pero terminó consiguiéndolo.

Los primeros en dar la voz de alarma fueron los docentes y responsables del colegio donde estudia el pequeño, cuya ubicación se omite para no perjudicarlo. Según el atestado del Grupo de Menores de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, las visitas de Diego C. R. al centro comenzaron en el inicio del curso 2020-2021. El profesorado se percató de la sospechosa presencia de un varón de pelo largo y unos 30 años que solía acercarse a la valla durante las horas de recreo o comedor. El propio director del colegio tuvo que reprender a este hombre una tarde al sorprenderlo entregando unas monedas a un niño de segundo de Primaria, al que parece que preguntó por quien creía su hijo. El responsable del centro devolvió el dinero al sospechoso y le pidió que se abstuviera de volver por allí.

Diego C. R. ignoró la advertencia del director del colegio y días después aprovechó el recreo de la mañana para acercarse de nuevo a la valla del recinto. La dirección del centro alertó entonces al claustro, a las monitoras del comedor y al resto de trabajadores para que no bajaran la guardia. Y gracias a ello se supo que un varón se asomaba de forma recurrente a la ventana de una clase de Infantil situada en la planta calle. Unas semanas más tarde, una trabajadora del colegio vio al sospechoso y consiguió hacerle unas fotos que se facilitaron de forma inmediata a la Policía.

Se enteró también de dónde vivía

Pero el curso terminó sin que los agentes lograran echar el guante al presunto acosador, que ese verano siguió intentando aproximarse al chaval. Como recuerda ahora la Fiscalía en su escrito de acusación, el niño y su madre volvían un día a casa cuando se tropezaron con el investigado en su portal. Aquel 25 de julio, Diego C. R. se limitó a saludar al menor. Pero este ya sabía dónde vivía. Y meses más tarde volvió a presentarse en el edificio para dejar allí una nota manuscrita que decía: "Hola, soy el padre biológico del niño Adrián -nombre que no se corresponde con el de la víctima-, por favor póngase en contacto conmigo”. Facilitaba también un número de teléfono para hacerlo.

Con el inicio del curso lectivo 2022-2023, los profesores volvieron a darse cuenta de que el acosador merodeaba por el colegio. El jefe de estudios llegó a salir un día tras él, pero el hombre se dio cuenta y logró escapar subiéndose a un taxi. Las visitas se repitieron, pero el acosador conseguía siembre escabullirse antes de que llegara la Policía. Pero no fue tan rápido el 11 de enero de 2023, cuando alertada de nuevo por los responsables del colegio la sala del 091 envió una patrulla que por fin consiguió sorprender y detener al sospechoso.

Tras tomar declaración al día siguiente a Diego C. R., el juez de guardia decidió dejarlo en libertad provisional. Pero la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Zaragoza abrió diligencias después por un delito de acoso y dictó una orden de alejamiento que prohibía al hombre acercarse al menor o a su madre, así como ponerse en contacto con ellos por ningún medio. Pero eso no impidió al encausado seguir acosando al chaval y su familia, lo que le supuso la apertura de nuevas causas judiciales en otros juzgados de Zaragoza por delitos de quebrantamiento.

Ya había sido denunciado por acoso

Según el Ministerio Público, el 2 de octubre de 2023, cuando continuaba vigente la orden de incomunicación, el acosador se valió de una tercera persona para enviar un paquete a casa del niño. “Este es un regalo para el chico”, decía la nota que acompañaba una mochila, un balón, libros y varias prendas de ropa. Todo esto terminó provocando una gran “angustia e incertidumbre” al chaval y su entorno, que se vio obligado a cambiar cierto hábitos para evitar riesgos. Tanto es así, que el chico ahora siempre está acompañado, careciendo de la autonomía propia de su edad.

A raíz de todos estos hechos, los investigadores supieron que el Diego C. R. ya fue denunciado por acoso por una funcionaria de la Subdirección de Protección a la Infancia y Tutela del Instituto Aragonés de Servicios Sociales a la que estuvo insultado y hostigando en 2018. Al parecer, llegó a amenazarla de muerte y con tomarse la justicia por su mano si no le devolvían al hijo que había tenido en 2017 y que tras un periodo de tutela fue entregado en adopción. Aquello se tradujo en otra orden de alejamiento que le prohibía acercarse a la trabajadora.

Pero es que la hoja de antecedentes de este hombre incluye detenciones por amenazas, varios robos con violencia e intimidación, quebrantamiento de condena e incluso una detención ilegal. Todos ellos anteriores a su arresto por el acoso al menor que confunde con su hijo biológico. Por ello, cuando Diego C. R. se saltó también la orden que le impedía acercarse o comunicarse con el chaval, una jueza entendió que la víctima corría peligro y decretó el ingreso en prisión provisional del encausado, donde todavía sigue a la espera de que empiecen a celebrarse los juicios que tiene pendientes.

Un informe emitido en noviembre de 2007 reconoció al ahora acusado una discapacidad del 65% por un retraso mental ligero. Sin embargo, los forenses del Instituto de Medicinal Legal de Aragón (IMLA) consideran que este no afecta a su capacidad cognoscitiva y volitiva. O lo que es lo mismo, los médicos entienden que es plenamente imputable, razón por la cual la Fiscalía pide ahora para él un año de prisión, condena que la acusación particular eleva a dos años.  

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