gastronomía
El consumo de pescado desciende: se come menos veces a la semana y menos variedades
Se aprecia un descenso del consumo de este tipo de producto, tanto por pescateros, mayoristas y cofradías de pescadores.
En la lista de la compra cada vez se encuentran menos las palabras palometa, verdel o, incluso, anchoa. Los datos revelan un descenso del consumo de pescado y marisco en general. Lo aprecian en las lonjas, en las pescaderías, también las cofradías de pescadores y los nutricionistas.
"Desde 2008 ha bajado más de un 30% el consumo de pescado y en las familias nuevas apenas se come". Estas solo son dos pinceladas que traza Félix Escobar, representante de la Asociación de Mayoristas de Pescado de Mercazaragoza. Además, pone el acento en los paladares infantiles: "Según un estudio de Unicef del año pasado, los niños españoles eran los que peor comían de Europa".
¿Qué ha ocurrido? "Han cambiado los hábitos drásticamente, es un problema de educación", analiza Escobar. "El pescado ha llegado a ser un alimento sustituible, a pesar de ser la proteína animal que más beneficios tiene para nuestro organismo", lamenta este representante.
De los informes anuales de Mercazaragoza se extrae un claro descenso de las toneladas de pescados y mariscos frescos y congelados comercializados a través de esta plataforma. Hace dos décadas ya se apuntaba a la crisis económica, la competencia con la distribución organizada y la falta de relevo generación como causas de este hecho.
Entonces, en 2004, se vendieron 38.595 toneladas, mientras que en 2022 fueron 26.026. Hay un trío de oro: merluza, sardina y pescadilla. El tipo de pescado que se come también se ha simplificado. El consumo de merluza y pescadilla ha aumentado en detrimento de otras variedades y entre los favoritos han irrumpido el salmón y el emperador. "Hemos pasado de ser un país donde lo más consumido era un pescado salvaje, como la merluza, a consumir un pescado de cultivo, como el salmón", indica Escobar.
En el otro lado de la balanza están la anchoa y la dorada, que hace una década eran de las especies más consumidas y en la actualidad han bajado varios puestos en la clasificación. El gallo también ha rebajado su consumo a la mitad. Como curiosidad, se aprecia un notable incremento de la comercialización de merluza congelada a través de Mercazaragoza.
En las pescaderías de barrio y mercados, la clientela cada vez es de más edad. Una tendencia que va en paralelo a la falta de relevo generacional en el oficio. Muestra de ello es Cañete, el único pescatero del Mercado de San Vicente de Paúl de la capital aragonesa.
Una de las críticas que más reciben en el sector es el precio. "Hay que mirar cuánto cuesta el kilo, porque al final sale rentable", reflexiona Alberto Cañete, tercera generación de una de las pescaderías de la saga. "Pero la vida en general ha subido", añade. Mira a su mostrador y señala el gallo de ración, el bacalao o las anchoas como ejemplos de costes asequibles. "También hay que jugar con las variedades de temporada, que suelen ser más económicas; ahora los pescados azules", dice Alberto. En su caso suma el trato personal de una pescadería de proximidad, donde lo limpian y aconsejan recetas. Alberto lleva más tres décadas al otro lado del mostrador y recuerda las largas filas y no tener ni un minuto para almorzar.
Entre tres y cuatro raciones de pescado a la semana. Esa es la recomendación que propone la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Desde esta institución destacan que comer estos productos ofrece protección cardiovascular, beneficios cognitivos, es fuente de proteínas de alta calidad y apoya el desarrollo neurológico.
Para aprovechar los beneficios nutricionales de los pescados y mariscos, los nutricionistas aconsejan consumir variedad de especies, siguiendo las temporadas. Además, invitan a trabajarlo desde diferentes recetas, lo que descubre su versatilidad.
