Como estaba previsto y es de rigor, Juan Carlos Cordero, el director deportivo del Real Zaragoza, llegó al Pinatar Arena en la segunda sesión preparatoria del equipo en este lunes en el que se inicia la concentración del equipo en San Pedro del Pinatar (Murcia). 

El ejecutivo es el 'alma máter' de la estancia del cuadro zaragocista en tierras murcianas. Natural de Cartagena, a escasos 30 kilómetros del hotel donde se hospeda el grupo (el Thalasia Costa de Murcia), Cordero controla al milímetro las múltiples negociaciones abiertas a estas alturas del verano desde su domicilio familiar. Ya lo hizo de modo semejante el año pasado, acudiendo a diario junto a la expedición y manteniendo informado al detalle al entrenador, entonces Escribá, ahora Víctor. 

Su estado natural es pegado al teléfono móvil. El aparato echa humo a todas horas del día. Cuando asoma en público, es difícil verlo más de 10 minutos tranquilo, sin el auricular en la oreja o sin escribir en el teclado a través del 'whatsapp'. A solo 18 días para el inicio de la liga en Cádiz, Cordero es el faro en el que se fijan en todo momento Víctor Fernández, el entrenador; los diferentes jugadores que han de salir de la plantilla antes del cierre del mercado, el 30 de agosto; y, en la distancia, los dirigentes y consejeros de la SAD que deciden desde las alturas qué operación puede seguir adelante y cuál debe cancelarse de inmediato. 

El año pasado, en la semana de estancia en esta localidad donde nace por el norte el Mar Menor, Cordero certificó un fichaje, el del portero francés Gaetan Poussin, que vino a mitad de episodio. Esta vez, hasta la vuelta a Zaragoza en la madrugada del domingo 4 de agosto, el ejecutivo murciano aspira a poder consumar alguna de las negociaciones abiertas, en ambos sentidos de la puerta. Muestra calma, su clásico pulso sereno. No transmite prisas ni quiere que desde sus círculos concéntricos se emitan señales de desasosiego. 

La semana en el Pinatar puede ejercer de tregua en el trajín del movimiento del género futbolístico. Aun así, Cordero concibe estos días como ordinarios, sin otorgar mayor importancia a que la plantilla esté aún muy lejos de la que será el 1 de septiembre. Él trabaja igual en el Pinatar que en su despacho de Zaragoza o en sus visitas a Mariano Aguilar a Madrid.