La grieta por la que acabó rompiéndose en añicos al final de la tarde del lunes el acuerdo pactado entre el Sporting de Gijón, el Real Zaragoza y Sergio Bermejo para llevar a cabo el traspaso del jugador desde el club zaragocista al asturiano tiene su epicentro en la figura del mediapunta madrileño, del futbolista. 

Según las diferentes fuentes consultadas en la mañana de este martes, mientras Bermejo vuelve en coche a Zaragoza desde Mondariz (Pontevedra), adonde viajó con la expedición del Sporting para iniciar la concentración de pretemporada sin sospechar que su traspaso no iba a consumarse, la razón del desvanecimiento el trato radica en un cambio notable de las condiciones económicas de sus emolumentos contractuales. 

Bermejo, que viajó a Gijón desde Zaragoza el domingo por la tarde, había pasado el reconocimiento médico en una clínica gijonesa a primera hora de la mañana del lunes. Una vez concluido sin novedad, se incorporó en Mareo a la expedición rojiblanca, estrenando su nueva ropa del equipo, con el escudo del Sporting en el pecho, y subió al autobús oficial del club para desplazarse a la localidad gallega de Mondariz, donde por la tarde comenzó su estadía estival. 

Para las horas de la tarde, además del primer entrenamiento en ese lugar del interior de la provincia de Lugo, quedaba pendiente el habitual intercambio de correos electrónicos entre ambos clubes y la agencia de representación de Bermejo. La lectura de los términos preestablecidos y la firma definitiva. Puro trámite habitualmente.

Pero esta vez, en el caso Bermejo, se ha dado una de las rarezas y excepciones que, de tanto en cuanto, el fútbol trae a colación. En ese último episodio de las firmas, el futbolista dijo no a lo escrito y propuesto. Algo había cambiado. No era eso que decía el Sporting de Gijón en su última voluntad de contrato lo acordado entre las partes cuando Bermejo salió desde Zaragoza hacia Gijón el domingo. 

Singular interpretación del reconocimiento médico

El Sporting le planteó a Bermejo, 'in extremis', un cambio de salario. A la baja, naturalmente. Algo inusual en cualquier proceso de traspaso cuando todo está ya tan cuajado, con el futbolista desplazado en un viaje de 800 kilómetros y que ha pasado sin rechazo el reconocimiento médico. Algo, por otra parte, redundante, pues Bermejo ya fue reconocido por los galenos el día 8 en Zaragoza, al regreso de los 36 días de vacaciones de este verano. 

La excusa del Sporting, su amarre para proponer a Bermejo unas contraprestaciones económicas menores a las pactadas horas antes se centró en "algunos parámetros médicos" que, dentro de que su examen clínico no presenta ninguna contraindicación, "sugieren riesgo de lesión de importancia en cualquier momento". 

Una interpretación de ese reconocimiento realmente 'sui géneris', sorprendente, que fue acompañada de esa rebaja notoria en el volumen de la ficha que se le ofreció a última hora del lunes a Bermejo, que iba a firmar por 3 temporadas con los rojiblancos. 

La entidad astur modificó tan importante epígrafe ofreciendo un sueldo progresivo a Bermejo, empezando por una cota muy baja, próxima al salario mínimo (en torno a los 100.000 euros) el primer año. O sea, una tercera parte de lo que cobra en Zaragoza. Y, a partir de ahí, creciente en virtud de su situación física y deportiva, si jugaba más o menos en el futuro. Es decir, absolutamente nada que ver con lo hablado antes de viajar para fichar por el Sporting y, sobre todo, con un fundamento extraño en ese reconocimiento médico que no revela problemas mayores o de gravedad.