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Los vestuarios históricos: no hay lugar con más aroma de grandeza en el seno de La Romareda que va a ser derribada

Desde 1957 y hasta el final de la década de los 70, durante 22 años, las casetas del estadio estuvieron activas bajo el palco presidencial. Ahí se cambiaron los Magníficos, los Zaraguayos y decenas de estrellas visitantes. Hace décadas que son un mero almacén.

Vista en detalle del antiguo vestuario local, el del Real Zaragoza, ubicado debajo del palco de La Romareda junto al visitante y al de los árbitros. Se aprecia el viejo banco de madera, las arcaicas perchas y dos de las taquillas metálicas de décadas atrás.
Vista en detalle del antiguo vestuario local, el del Real Zaragoza, ubicado debajo del palco de La Romareda junto al visitante y al de los árbitros. Se aprecia el viejo banco de madera, las arcaicas perchas y dos de las taquillas metálicas de décadas atrás.
Tino Gil/Real Zaragoza

Justo debajo del palco VIP actual de La Romareda, antes llamado palco de presidencia, en el piso inferior a la Tribuna de Preferencia, siguen impertérritos aunque inútiles desde hace décadas los tres vestuarios históricos con los que nació el estadio del Real Zaragoza en 1957.

Son tres casetas llenas de historia, con restos de átomos y moléculas de fútbol legendario. No hay otro lugar en el recinto con más restos románticos y etéreos de la grandeza que ha tenido el fútbol zaragocista en los últimos más de 60 años. Ubicadas de forma geométrica en el epicentro de la zona más importante de los graderíos originales, estas habitaciones donde se cambiaban el Real Zaragoza, el equipo visitante y el trío arbitral quedaron en desuso habitual al construirse los nuevos vestuarios antes del Mundial de España-82, en la temporada 79-80. En ese instante, esta dotación de los estadios que tiene carácter fundamental, los vestidores, se trasladó a la esquina del Fondo Norte con la Tribuna Cubierta, donde permanecen activos hasta su derribo cercano (quedarán arrasados cuando les toque el turno del proyecto).

Este es el reducido pasillo en el que se reparten las puertas de las tres casetas históricas y primigenias de La Romareda. A la derecha, la puerta del vestuario local en primer término; el del visitante a continuación; y, al fondo, el de los árbitros. Esta dotación está justo debajo del palco de presidencia, ahora VIP.
Este es el reducido pasillo en el que se reparten las puertas de las tres casetas históricas y primigenias de La Romareda. A la derecha, la puerta del vestuario local en primer término; el del visitante a continuación; y, al fondo, el de los árbitros. Esta dotación está justo debajo del palco de presidencia, ahora VIP.
Tino Gil/Real Zaragoza

Por lo tanto, los vestuarios de origen estuvieron vigentes en su función 22 años. Pero no desaparecieron en sus menesteres de cuajo. Siguieron preparados para acoger equipos durante casi una década más. Esto fue así porque La Romareda convocaba desde tiempo atrás el Trofeo Ciudad de Zaragoza, normalmente en agosto, con una composición cuadrangular en su competición: dos semifinales un día y, el siguiente, la disputa del tercer y cuarto puesto y la final, ambos programas de modo consecutivo, un duelo detrás de otro.

Por ello, dos equipos (los que iniciaban cada día la sesión) se cambiaban en los vestuarios viejos y los otros dos, en los nuevos. Excepto que el Real Zaragoza jugase primero, que alguna vez tocó al caer eliminado el primer día, y ello obligara a desplazar a uno de los viejos a un finalista. Y también tuvieron uso en aquellas recordadas y sentimentales tardes de domingo donde, después del partido de rigor de Primera División del cuadro zaragocista, le sucedía el choque del filial, el Deportivo Aragón, ya fuera en Segunda B o, incluso un año, en Segunda División. Ahí también se utilizaban simultáneamente los cuatro habitáculos, más los de los árbitros (seis, por lo tanto).

Desde finales de los años 80, estos viejos vestuarios históricos, que habían quedado derogados como principales muy pronto porque nacieron pequeños en 1957 y quedaron obsoletos en prestaciones y modernidades enseguida, ya sí cerraron sus puertas definitivamente y su función quedó reducida a ser meros almacenes de material diverso. Unos trasteros, en puridad. Y así siguen en 2024. Sin apenas mantenimiento, en un estado poco visible por deteriorado.

Pensar que ahí se cambiaron, recibieron órdenes de los técnicos en las pizarras, discutieron en voz alta, gritaron triunfos memorables y ducharon su sudor, su sangre y sus lágrimas los Magníficos o los Zaraguayos carga de valor épico y enciclopédico a esos recintos. Ahí, entre esas paredes hace días desconchadas y enmohecidas, se vistieron de futbolistas Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona (con el Boca Juniors, en su primera visita). Por ahí pasaron las estrellas de la Roma (en los sesenta), del Leeds United, del Glasgow Rangers, de la Juventus, del Everton, del West Ham, del Borussia Moonchengladbach… en las grandiosas noche europeas de tronío.

A estos vestuarios se los comió, los devoró enseguida, una vejez acelerada. Los transformó el paso del tiempo en desvanes que las generaciones jóvenes de trabajadores del club empezaron a visitar sin saber qué suelo pisaban ni que aire respiraban. Ahora, la piqueta, cuando toque, se los llevará por delante sin reparar en nada de lo referido. Al menos, que esto conste en acta. Esos metros cuadrados de La Romareda son territorio sagrado. 

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