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Zaragozano, 24 años y con 30 juicios por estafa pendientes

El joven, que ha hecho del engaño su forma de vida, ya cuenta con ocho condenas a sus espaldas y tras haber afrontado dos causas la semana pasada en la Ciudad de la Justicia próximamente está citado en varios juzgados de toda España.

Imagen de los juzgados penales de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza.
Imagen de los juzgados penales de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza.
Heraldo

Reconoce que tiene un problema con el juego e incluso acudió a Azajer, una asociación aragonesa centrada en la ayuda y el tratamiento de la ludopatía. Fernando S. O., zaragozano de 24 años, afrontó la semana pasada dos juicios en la Ciudad de la Justicia en los que estaba acusado de estafa y que se han resuelto tras alcanzar las partes acuerdos con penas de 21 meses de cárcel cada uno. No van a ser los únicos. En su historial ya figuraban antes ocho condenas por diferentes infracciones penales y por delante tiene fijadas una treintena de causas repartidas por lugares como Pamplona, Orense, Ferrol, Dos Hermanas y Albacete. A la vista de su historial, el engaño y el abuso de la buena fe de la gente con la que se encuentra son su especialidad.

Los hechos por los que fue juzgado el miércoles y el jueves se remontan a 2019, para entonces ya había sido encontrado culpable de cinco delitos de estafa. A lo largo del tiempo ha sido acusado de hacerse pasar por otra persona, de llevar a cabo ventas falsas por internet y de cobrar señales por pisos que no eran suyos, entre otros. Durante un tiempo estuvo en paradero desconocido, hasta que una denuncia por violencia de genero lo descubrió en Barcelona. Desde hace tres meses está en prisión preventiva por una estafa relacionada con lingotes de oro.

En la causa a la que se enfrentó el jueves, la Fiscalía solicitaba para Fernando S. O. dos años de prisión por estafa y tres meses multa con una cuota diaria de diez euros por un delito de hurto. Finalmente, su defensa, de la que se responsabilizan los abogados José Luis Melguizo y Claudia Melguizo, alcanzó un acuerdo que dejó los castigos en 21 meses de privación de libertad y un mes multa a razón de dos euros diarios además de 2.984 euros en concepto de indemnización. Los hechos que reconoció ocurrieron entre finales de julio y mediados de agosto de 2019. Por entonces estaba hospedado en Zaragoza en la vivienda de un amigo que se había ido de vacaciones. Aprovechando su ausencia, le sustrajo 200 euros que guardaba en un bote y 54 euros que le había dejado para pagar los servicios de la empleada del hogar.

Cuando la víctima le reclamó la devolución del dinero, el acusado le indicó que se lo cobrase a través de una cuenta que tenía abierta en una casa de apuestas. Para ello, debía facilitar su número de tarjeta de débito, cosa que hizo y que sirvió para que Fernando S. O. tuviese acceso a sus datos bancarios. Con ellos, aprovechó para efectuar ocho pagos con cargo a esa tarjeta por un valor de 1.575 euros.

Sorprendido al ver los movimientos en su cuenta, el amigo volvió a inquirirle sobre lo sucedido a Fernando S. O. que le indicó que le había hecho a través de un cajero automático un ingreso de 2.345 euros para satisfacer la deuda. Cómo esta cantidad era superior a la adeudada, el denunciante le entregó la diferencia, 355 euros, antes de que su banco le alertase de que el sobre del ingreso estaba vacío. Aún hubo un capítulo más en el que Fernando S. O. engañó a su amigo. Le convenció para que le devolviera con urgencia 800 euros que, según le dijo, le había ingresado erróneamente en su cuenta.

Con el permiso de conducir de un viejo amigo

La cantidad de dinero que consiguió a través de los hechos juzgados el miércoles fue mayor. En este caso, con dos víctimas de por medio, aceptó a una de ellas indemnizarla con 49.580 euros y a la otra con 5.000, además de los 21 meses de prisión que rebaja los hasta dos años y medio de cárcel a los que se enfrentaba por estafa. También se le imputaba un delito por usurpación del estado civil, del que fue absuelto.

Fernando S. O. pernoctó una noche entre finales de septiembre y principios de octubre de 2019 en casa de un viejo conocido de la infancia. Aunque al día siguiente tuvo que abandonar la vivienda, de ella se llevó el permiso de conducir de su anfitrión, un documento que después usaría para trámites como reservar una habitación de hotel o contratar una línea de teléfono.

De hecho se identificó con el nombre de aquel viejo conocido cuando poco después conoció a su siguiente victima en un salón de juegos de la avenida Gómez de Avellaneda de Zaragoza. A ésta le pidió que le prestará 1.000 euros para poder seguir apostando, que después le devolvió, y para ganarse su confianza le mostró una cartilla bancaria con un saldo de 37.000 euros.

Tras ese primer contacto, volvieron a quedar al día siguiente en otro salón de juegos en el que le contó que tenía un amigo en Estados Unidos que amañaba partidos de tenis y que ganaba mucho dinero con ello. Así, consiguió que le diese 5.000 euros de los que ya por la tarde la víctima recuperó 2.000. Unas horas después, la petición fue de 6.000 euros y de ahí se pasaron a 7.000 para apostar a los partidos de su amigo estadounidense. 

El trato en este caso era que la víctima jugaba 10.000 euros, aunque en realidad ponía 7.000 y los otros 3.000 corrían a cuenta de Fernando S. O. como compensación de lo que le debía. Ese mismo día, el acusado se gastó casi todos los 7.000 euros en compras en un centro comercial.

En otra ocasión, el denunciante ganó 8.000 euros en otro local, pero fue a cobrarlos con el acusado, que se los quedó. Los engaños y las apuestas a costa de la víctima continuaron en los siguientes días haciendo crecer la desconfianza. Para salvarla, Fernando S. O. elaboró un nuevo ardid. Mandó un mensaje a la víctima en el que simuló que una empresa dedicada al envío de dinero a través de internet le comunicaba que tenía un abono de 38.000 euros y que para retirarlo primero debía ingresar 3.800 a una cuenta que resultó ser del acusado.

Finalmente, los familiares de su víctima concertaron una cita con Fernando S. O. En ella, consiguieron que firmara un reconocimiento de deuda de 48.000 euros. En un primer momento, en ese documento se identificó con el permiso de conducir que había quitado al viejo conocido de la infancia. Sin embargo, fue pillado en el engaño y acabó huyendo del bar en el que se encontraban.

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