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Las dudas sobre el consentimiento llevan al tribunal a absolver a un acusado de violación en Zaragoza

La Audiencia considera que no hay pruebas suficientes para condenarlo y aplica el principio 'in dubio pro reo'.

El acusado, durante el juicio celebrado este jueves en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado este jueves en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
M. G. C.

La Audiencia Provincial de Zaragoza ha absuelto a Francisco Javier C. G. del delito de agresión sexual por el que fue juzgado y se enfrentaba a siete años de prisión. El tribunal, tras analizar las contradictorias versiones del acusado y de la denunciante ha optado por la aplicación del principio ‘in dubio pro reo’ y ha exonerado de responsabilidad al joven.

Los magistrados declaran probado que, sobre las 6.00 del 7 de agosto de 2022, un amigo de la chica y otros dos jóvenes, fueron a recogerla al bar del Casco donde trabajaba y la acompañaron a su domicilio. Como al día siguiente iban a comer juntos, ella les propuso quedarse a dormir en su casa. El amigo y Francisco Javier C. G. aceptaron y el tercero se marchó.

Una vez en el piso les dispuso el sofá cama para que lo ocuparan ellos. Después, el acusado y ella fueron a la cocina, donde él se sirvió un whisky y la joven, un vaso de agua que dejó allí mientras se fue a cambiar. Luego tomaron las bebidas en el salón y, en un momento dado, se retiró a su dormitorio porque estaba muy cansada. Aún se levantó dos veces para pedirles que bajaran la voz y, pasado un rato, el acusado fue a su habitación y le preguntó si podía dormir con ella, a lo que accedió.

El amigo, al ver que se había quedado solo en el salón, optó por acercarse al cuarto y tras preguntar si todo iba bien y recibir una respuesta positiva -no sabe de cuál de los dos contestó- se fue a su casa. Cuando estaban acostados, Francisco Javier C. G. empezó a hacerle tocamientos por encima de la ropa primero y por debajo, después, y ella le pidió que parara, que no quería hacer nada. Al cabo de un rato, comenzó a tocarla de nuevo y mantuvieron relaciones sexuales con penetración.

Alrededor de las 10.00, el acusado abandonó la vivienda a petición de la joven y, a las 10.41, esta envió dos mensajes a su amigo que decían: “No quería hacer nada con él y me ha estado metiendo mano dormida hasta que ha habido un momento en que me he despertado y prácticamente me la estaba metiendo”. “Y entre el sueño y la borrachera, fatal”. “Y me arrepiento mogollón”. La joven eliminó después estos mensajes, los cuales pudieron ser recuperados con una aplicación instalada en el móvil del encausado.

Con todo lo anterior, los magistrados de la Sección Tercera consideran acreditado que ambos mantuvieron relaciones sexuales pero no que fueran forzadas o por haber doblegado la voluntad de la chica con alguna droga de sumisión química, como sugirió cuando acudió al hospital el día que denunció los hechos. Respecto a este último punto el tribunal señala que “a pesar de la insistencia de la acusación particular en la sospecha de que a la víctima le habían dado algún tipo de sustancia, nada apunta a que fuera así”. La certeza la obtienen de los análisis -dieron negativo a tóxicos y alcohol-, y de los efectos que describieron las médicos forenses que producen ese tipo de drogas tales como una “amnesia total”, algo que no sufrió, como planteo el abogado del acusado, Íñigo Monforte San Román.

Durante la vista oral, Francisco Javier C. G. reconoció que aunque era cierto que primero le pidió que estuviese quieto -“para o si no te vas al sofá”-, luego él insistió y ella acercó su cuerpo al suyo, lo que interpretó como un sí y mantuvieron relaciones consentidas. Al terminar, ella fue al baño y al salir le pidió enfadada que se fuera. “Lárgate, por tu culpa no me quiere hablar y contestar los mensajes”, asegura que le dijo la chica refiriéndose al amigo que se había ido antes del piso.

Ella, por su parte, relató que era cierto que había accedido a que durmiera en su cama, pero no a mantener relaciones. Declaró que le dijo que parara varias veces, pero que sintió un profundo cansancio que le impidió reaccionar y no pudo hacer nada, aunque era consciente de lo que estaba pasando. Luego se durmió y no fue hasta que se despertó cuando se sintió sucia y mal y le pidió que se fuera. Respecto a los mensajes, aclaró que cuando decía que se “arrepentía mogollón” era porque había “pasado algo que no quería”, no porque hubiese “consentido” y después se arrepintiera.

El tribunal subraya que la declaración de la denunciante siempre ha sido homogénea y sin fisuras y que actuó diligentemente acudiendo al hospital muy pronto. También que no hay ningún motivo espurio por parte de la mujer para acusar a Francisco Javier C. G. pues apenas se conocían con anterioridad. En cuanto a la declaración del amigo que preguntó antes de marcharse si todo estaba bien y la respuesta fue positiva, valora que no aclara nada puesto que la presencia en el dormitorio y la cama había sido autorizada y nada quiere decir respecto al consentimiento o no de las relaciones sexuales.

Durante la vista oral declaró la psicóloga que atendía a la joven antes y después de lo sucedido. Expuso que entre la primavera y el verano de 2022 le sucedieron una serie de acontecimientos psicológicamente estresantes (laborales, familiares, de salud) que produjeron una reaparición de sintomatología ansiosa y depresiva: insomnio, rumia y preocupaciones, pensamientos catastrofistas, apatía, sentimiento de soledad y pensamientos autolíticos puntuales. Tras la noche de los hechos se produjo un empeoramiento que obligó a modificar la terapia.

Tras analizar en conjunto toda la prueba, la Audiencia concluye que no hay motivos para dudar de lo que declaró, pero hay “elementos que llevan a considerar que no hay suficiente ratificación periférica de su versión” y le surgen dudas sobre la falta de consentimiento. Cita que en el mensaje habla de “borrachera” cuando mantuvo en el juicio que solo se había tomado un chupito y el análisis dio negativo en alcohol. Igualmente, recuerda que aunque hizo mención al arrepentimiento y este pudiera entenderse como la joven mantiene, “no parece tener sentido” que eliminara los mensajes. Todo esto arrojan dudas suficientes para, como solicitó el abogado Iñigo Monforte, absolver al acusado.

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