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Místico encierro en la Cartuja de Aula Dei de Zaragoza: así viven los guardianes del tesoro del joven Goya

Miembros del grupo religioso francés Chemin Neuf cuidan de las instalaciones e imparten formación.  

Juguetes de las familias que reciben formación en la Cartuja de Aula Dei.
Juguetes de las familias que reciben formación en la Cartuja de Aula Dei.
Rubén Losada/FotografiArte

Una kilométrica muralla guarda la Cartuja de Aula Dei, que desde su fundación en 1563 ha logrado preservar su espíritu místico. No tiene un uso defensivo. Protege a sus moradores del ruido; y es tal el aislamiento que, una vez dentro, es fácil olvidar que la cartuja que inspiró las que se edificaron después está en la carretera que une Montañana y Peñaflor, a solo 20 minutos de Zaragoza. Y que guarda un tesoro, los óleos que pintó en los muros de su iglesia un jovencísimo Francisco de Goya, al regresar de su formación en Italia. 

El hermetismo total del recinto cambió cuando, en 2012, los últimos monjes cartujos se fueron de Aragón a Valencia y cedieron las instalaciones a Chemin Neuf (Camino Nuevo), una comunidad católica que nació en Francia y que "ha elegido la aventura de una vida comunitaria siguiendo a Cristo". Su fundador fue el jesuita Laurent Fabre, que creó un grupo de oración. Proponen formaciones ecuménicas desde la cartuja de Aula Dei, uno de los ocho centros de formación y la organizan en torno a dos periodos del año, de septiembre a diciembre  y de septiembre a junio. A la hora de detallar el coste de los gastos de alojamiento, formación y los ejercicios espirituales, así como los gastos generales de la casa, dicen en su web que se fijan "teniendo en cuenta el país de origen de cada uno".

Durante el verano, ofertan ejercicios espirituales sobre San Ignacio de Loyola, en el que se inspira la comunidad. Del 29 de junio al 6 julio se invita a los participantes a pagar 190 euros por persona en pensión completa, aunque "el precio nunca debe ser un impedimento para poder asistir", se indica. 

La renuncia de los cartujos a continuar en el Aula Dei causó una gran preocupación entre los historiadores y las instituciones de Aragón. Alegaron que el edificio excedía sus necesidades y que la tranquilidad y el aislamiento que precisan los miembros de la orden de San Bruno se había quebrado. Doce años antes se había permitido que las mujeres, a través de un pasadizo para no perturbar su paz, pudieran contemplar unos sábados al año los óleos de Francisco de Goya en las paredes de la iglesia. 

Los especialistas en arte pidieron que se evitara que la Cartuja "quedara deshabitada". Lugares así necesitan gente viviendo para que se conserve bien el patrimonio. Desde Chemin Neuf han puesto todo su empeño en conseguirlo. Lo explica Mario Sebastián, uno de los miembros de la Comunidad, que dice que lo han hecho "con mucho amor al menos". 

Cuando llegaron a la Cartuja de Aula Dei, los miembros de Chemin Neuf arreglaron los jardines, pintaron las paredes, instalaron servicios básicos y decidieron que las mujeres pudieran acceder a la iglesia por la puerta principal y que los visitantes pudieran conocer las instalaciones. Aunque viven 25 personas todo en año en el monasterio, su fin como comunidad es que funcione como un centro de formación internacional. 

Atravesar la puerta de la muralla de la Cartuja es como viajar siglos atrás. Una gallina corretea por la portería y solo los carteles que indican dónde está el parquin te transportan a la realidad. La espiritualidad se rompe por risas de niños, que se escuchan muy de lejos. A la formación acuden familias y hay unos 50 chicos. y Mario Sebastián explica que, al punto de la mañana, los llevan en ocho o diez coches hasta el colegio de San Mateo de Gállego, donde estudian cada curso. 

La Cartuja es un centro de formación internacional, un "lugar privado donde se lleva una vida ajustada" y es la "única casa" que Chemin Neuf tiene en España. En la primera fase de los cursos, la que va de septiembre a diciembre, hay unas 160 personas; después, entre 80 y 100. Climatizar el monasterio es imposible, y Sebastián reconoce que el invierno es gélido y que van a misa con abrigo.  

El monasterio, ubicado entre Montañana y Peñaflor, atesora siete óleos de Goya sobre la vida de la Virgen María.
El monasterio, ubicado entre Montañana y Peñaflor, atesora siete óleos de Goya sobre la vida de la Virgen María.
Ruben Losada/FotografiArte

El día empieza temprano con los laudes o los oficios, y después cada uno desayuna en su celda. Cuando los niños van al colegio, los mayores reciben formación en la imponente biblioteca, una de sus grandes joyas. Almuerzan juntos en el refectorio. Solo hay una cocina industrial que da servicio a todo el complejo. Por la tarde, sigue la formación, hay un tiempo de adoración y después la cena. 

La Cartuja y la Champions

Explica Sebastián que utilizan internet como herramienta de trabajo, pues la comunidad está presente en 28 países distintos y que no hay televisores. "No vemos la televisión pero leemos más y rezamos más, que también está bien en esta opción de vida", detalla. Aunque hay excepciones. La última, el pasado sábado por la noche, cuando en la Cartuja de Aula Dei se vio al Real Madrid ganar la Champions.

Los miembros de Chemin Neuf no viven encerrados. Hacen excursiones a Riglos y hasta a Puerto Venecia. Mantienen una "vida recogida", que sería el nexo de unión con quienes les precedieron. "El espíritu de los cartujos está muy presente, se notan los 450 años de oración. La configuración de cada una de las estancias de la Cartuja responde a las necesidades del monje", señala. 

¿Cómo se financian?

El mantenimiento de La Cartuja requiere "mucho esfuerzo" y los ingresos, explica Sebastián, provienen del dinero que aportan los participantes en los cursos de formación y del voluntariado que regala su tiempo para trabajar en el complejo. Cuando la comunidad llegó, solo quedaban ocho o diez cartujos y muchas celdas estaban hundidas, con jardines que parecían celdas. Tuvieron que "acondicionarlas" y "hacerlas habitables", y en la actualidad utilizan el 60% de las 36 celdas y siguen cerradas una docena. 

Como muchos ponentes son franceses, utilizan el francés como lengua vehicular, aunque las liturgias son en castellano. Traducen las ponencias a otros dos idiomas, entre los que suele figurar el inglés. 

La Cartuja sigue habitada. La cuidan "con mucho amor", la han adaptado a sus necesidades, repartiendo a quienes reciben formación en las celdas y mostrando con visitas guiadas parte de las dependencias. 

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