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Zaragoza recibe 119 millones de euros de Europa para pisos, transporte y proyectos sostenibles

Solo Madrid ha superado a la capital aragonesa en la captación de fondos para la recuperación económica.

Visita de la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, a la ribera del Huerva en la zona de los antiguos viveros Sopesens.
Visita de la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, para presentar el proyecto de recuperación del Huerva.
Francisco Jiménez

Más de 119 millones de euros ha logrado captar Zaragoza del Fondo de Recuperación Next Generation de la Unión Europea, una inyección económica sin la que el camino hacia la sostenibilidad hubiera sido muchísimo más lento. La adquisición de autobuses eléctricos, la eficiencia energética en las viviendas, la regeneración de las riberas del río Huerva y la recuperación de equipamientos singulares en los barrios son proyectos necesarios, pero imposibles de plantear a corto plazo si se pagaran a cargo del presupuesto municipal. Solo Madrid supera a la capital aragonesa en la captación de fondos, lo que demuestra el eficaz trabajo técnico y político que se ha hecho. Los esfuerzos se centran ahora en tratar de culminar todas las obras, que son muchas, en plazo.

La percepción del zaragozano sobre el papel que Europa juega en su vida ha ido cambiando. La Unión reforzó la investigación para controlar lo antes posible la covid y diseñó la estrategia para mitigar el impacto económico de la pandemia. Y cuando se empezaba a ver la luz al final del túnel llegó la invasión rusa de Ucrania y, con ella, la crisis energética. Y ¿dónde se regula cómo fijar el precio del gas y la luz? También en Europa.

Con los fondos se ha buscado impulsar una "agenda transformadora". Lo explica Blanca Solans, concejala de Hacienda y Fondos Europeos del Ayuntamiento de Zaragoza. Porque Europa no podía permitir que cayera la economía y, al diseñar las ayudas, sentó las bases de una forma distinta de hacer las cosas.

A la hora de captar fondos se fijaban objetivos temporales e innovadores, y se propusieron optar al máximo de las convocatorias. Los fondos se adjudicaban por concurrencia competitiva y el esfuerzo que se realizó para presentar los mejores proyectos fue casi inmejorable.

Bien lo sabe José Javier Gallardo, arquitecto responsable de proyectos del área de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza, que pone en valor el esfuerzo de su "fantástico" equipo. "Establecimos estrategias de trabajo: qué edificios podrían tener más éxito, y un equipo se encargaba de los temas administrativos y el otro de redactar los proyectos", señala. La regeneración del Huerva figura entre sus grandes triunfos. Lograron captar para la primera fase 1,6 millones de los 9,9 en los que se presupuesta la integración del cauce en la ciudad.

Era un proyecto "complejísimo". "La idea surgió en un café con una compañera. Convencimos al consejero, nos arriesgamos y ganamos. Fue intenso", relata. Porque en España "no hay una actuación igual". Defiende que lo interesante es la variedad del recorrido por sus aspectos socioculturales. "El Ebro separa dos márgenes, el Huerva cose las zonas más ricas y las que no lo son tanto. Y está encajonado y necesita regenerarse por sí solo", detalla.

Para el programa PIREP (Programa de Impulso a la Rehabilitación de los Edificios Públicos), con el que se financia la recuperación de Giesa en Las Fuentes, la Torre de Santa Engracia de Movera, la Celda del Prior de La Cartuja y La Harinera de Casetas, primaban la eficiencia energética, el sistema de diseño de participación ciudadana y el proyecto en sí. Tenían pocos meses, eran temas complejos, competían con gente «muy buena». ¿Cómo eligieron los edificios?

Gallardo dice que fue una conjunción de factores. Los políticos tenían que confiar, y lo hicieron. "Esa confianza y el trabajo en red originó todas estas bendiciones", asegura. Son cuatro proyectos que están interconectados por la forma de entender la ciudad. "En todos ellos se recupera lo que ya existe, su patrimonio material e inmaterial (su historia) y para la participación se realizó un trabajo compartido para que los ciudadanos se activen", recuerda.

El impulso a la movilidad sostenible ha sido definitivo. Para comprar autobuses eléctricos y tranvías se lograron 30,6 millones en una primera convocatoria y 18,4 en una segunda, para 40 más; hay 6,1 millones para mejorar los tratamientos de biorresiduos en la depuradora de La Cartuja y 22 millones para la rehabilitación de los bloques sindicales y el impulso a pisos de alquiler social.

Los 119 millones de euros que ha recibido Zaragoza de los fondos europeos proceden de convocatorias nacionales que se han ganado por concurrencia competitiva y de las asignaciones del Gobierno de Aragón. El gran problema con el Estado está en los retrasos en las transferencias. Ocurrió, sin ir más lejos, el pasado mes de abril. Al no pagar a Zaragoza 28 millones concedidos para comprar autobuses eléctricos, descuadró la Tesorería municipal y el Ayuntamiento pagó tarde a los proveedores (a 34 días, cuatro por encima del límite).

Solans pide más protagonismo en Europa para las grandes ciudades. "Los fondos llegan a los Estados miembros y no tenemos un papel activo. No se ha escuchado a las ciudades y el sistema es mejorable", defiende. En su opinión, sería necesario incorporar elementos de control para impedir que un Estado "quiebre" la lealtad institucional. "Este organismo debería velar por que el dinero llegue en tiempo y forma", sostiene.

Inmigración y seguridad

El resultado de las elecciones europeas también tendrá una incidencia directa en las políticas de inmigración y de seguridad. En Zaragoza, como gran ciudad, la atención a la población inmigrante tiene un impacto importante en la gestión de las Políticas sociales, y en los fondos europeos no se incorporaron mecanismos para ayudar a sufragar estos costes. Solans considera que es necesario un equilibrio entre los países del Norte y del Sur y más financiación para poder trabajar "de una manera más cohesionada".

En el tema de la seguridad son varios los frentes abiertos. Por un lado, están los conflictos internacionales, como el de Ucrania, que obliga a reforzar los mecanismos para acoger a los refugiados. Está, además, el problema del terrorismo y la necesidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos, de las infraestructuras críticas y de la gestión de datos. Si Europa y España apuestan por invertir más y mejor en defensa, Zaragoza, con la Academia General Militar y su ubicación estratégica (en uno de los países del Sur y con frontera con Francia), debería ser una de las ciudades de referencia.

Economía, inmigración y seguridad reflejan a la perfección el impacto que tienen en Zaragoza las decisiones estratégicas que se adoptan desde Europa. 

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