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El Gobierno de Azcón se acerca a su primer año marcado por la tensión entre PP y Vox

Los socios han intentando minimizar sus divergencias, la realidad es que han chocado por la inmigración, la violencia de género, las protestas de los agricultores y la política del agua.

Alejandro Nolasco, con Jorge Azcón a la derecha, se dirige a la oposición para rechazar las acusaciones de xenofobia que recibió durante el pleno
Alejandro Nolasco, con Jorge Azcón a la derecha, se dirige a la oposición para rechazar las acusaciones de xenofobia que recibió durante el pleno
Oliver Duch

Falta solo un mes para que la coalición PP-Vox cumpla un año de vida en el Gobierno de Aragón y ahora mismo su continuidad pende de un hilo o, más bien, de lo que decida el líder nacional de la extrema derecha, Santiago Abascal. Los consejeros populares se mostraban este miércoles por la tarde "pesimistas" y lo pintaban "negro", mientras sus homólogos voxistas estaban a la espera de una llamada de Madrid porque en esta crisis, manifestaron varias fuentes del gabinete del Pignatelli, "ni cortan ni pinchan".

En las filas populares casi deseaban acabar con la retahíla de desencuentros con los socios, ya que la relación ha estado marcada por la tensión y las críticas de la oposición se ha focalizado en el eslabón débil y más histriónico de la coalición. En la búsqueda de espacio y de marcar agenda propia, y eso pasa también por dar titulares, Vox ha convertido el discurso antiinmigración en su principal bandera, lo que ha provocado un choque continuo con el PP pese a sus intentos por minimizar la situación.

Los desencuentros, reconocen altos cargos del PP, comenzaron desde la propia formación del equipo de gobierno. El primer punto de tensión se vivió nada más llegar, cuando Vox decidió nombrar a dos directores generales que hicieron apología del franquismo en sus redes sociales antes de su designación, lo que sirvió a la oposición para exigir su destitución.

Cuando no llevaban ni quince días al frente del Ejecutivo, la polémica llegó con la elección como directora general de Justicia de la abogada Esmeralda Pastor, en cuyo perfil de Facebook tenía un retrato con la bandera preconstitucional. Los populares hicieron lo indecible con el fin de defenestrarla y atajar así las críticas que convirtieron indeseadamente al Gobierno de Jorge Azcón en noticia nacional.

No solo perdieron, sino que horas después se redobló la afrenta entre socios al hacerse público que el director general de Caza y Pesca, Jorge Valero, alababa en sus redes sociales a un instigador de la Guerra Civil y fundador de la Legión, José Millán-Astray. Consciente de que Vox no iba a ceder y no podía provocar una crisis de gobierno, Azcón optó por medir su mensaje y plantear que los juzgaría por su gestión y no por unas "declaraciones desafortunadas cuando eran ciudadanos anónimos".

No le salió mal la jugada porque en el tiempo transcurrido desde entonces ninguno de los dos ha dado que hablar por declaraciones altisonantes.

De eso se ha encargado el vicepresidente primero y consejero de Despoblación, Alejandro Nolasco, con sus continuas manifestaciones en las que vincula la inmigración con la delincuencia. Lo mismo hizo al relacionar la religión musulmana con el yihadismo, la violencia y el maltrato a las mujeres, lo que provocó que la coalición volviera a estar en el foco nacional con la escenificación que hizo el líder autonómico de Vox al romper un folleto sobre el Ramadán distribuido por el Ayuntamiento de Huesca.

El PP optó primero por que saliera a desmarcarse su portavoz en las Cortes, Fernando Ledesma, y ante la insistente ofensiva parlamentaria de la oposición, tuvieron que salir tanto la vicepresidenta económica y portavoz de la DGA, Mar Vaquero, como el propio Azcón. El líder popular rechazó de plano las críticas de Nolasco al islam y a la inmigración ante el pleno.

Al mismo tiempo, populares y voxistas mantenían discrepancias por la gestión del agua -el trasvase sigue siendo uno de sus grandes desacuerdos programáticos- y las protestas de los agricultores, aún más marcadas en un escenario de continuas citas electorales. Otra de las tensiones vividas la protagonizó el titular de Agricultura, Ángel Samper, con sus arengas a los agricultores en las protestas que colapsaron las calles de Zaragoza hace cinco meses.

De cara a la galería, los socios han optado por presumir de "estabilidad" más allá de sus desacuerdos. Así lo hicieron en la primera comisión de seguimiento del pacto, a finales del pasado febrero, minimizando sus fricciones con el argumento de que mantienen "discrepancias normales de dos partidos diferentes" en materia de inmigración. Entonces, negaron de forma tajante que fueran a poner en peligro la coalición, aunque la realidad de los hechos dice ahora lo contrario.

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