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Las oficinas del Real Zaragoza dentro del estadio: los únicos 11 años de ajetreo diario, a finales del siglo XX

Entre los años 1989 y 2000, la sede del club se instaló en un espacio diáfano del Gol Norte, colindante con la recién estrenada sala de prensa y el inicio de la Tribuna Cubierta. 

Puerta de las oficinas del Real Zaragoza que estuvieron ubicadas en el Fondo Norte de La Romareda desde 1988 hasta 2000, con el escudo de forja de los hermanos Clemente de Monzón encima de la entrada, en Luis Bermejo, 3.
Puerta de las oficinas del Real Zaragoza que estuvieron ubicadas en el Fondo Norte de La Romareda desde 1988 hasta 2000, con el escudo de forja de los hermanos Clemente de Monzón encima de la entrada, en Luis Bermejo, 3.
Hermanos Clemente

En la parte baja del Fondo Norte, colindante a los nuevos vestuarios (los actuales) que se construyeron e inauguraron en el periodo que unió el final de los años 70 y el inicio del los 80 del siglo pasado, donde confluían a la altura de la Tribuna Cubierta las calles Luis Bermejo y Eduardo Ibarra, el Real Zaragoza tuvo sus oficinas, su sede, durante 11 años. Fue el periodo que abarcó desde 1989 hasta el año 2000.

El promotor de esta idea de ocupar un espacio que desde la construcción del campo en 1957 había sido una zona diáfana -de aire sin uso- en un lugar de trabajo y utilidad máxima para el personal del club fue el presidente José Ángel Zalba, en su segunda época al frente de la directiva zaragocista.

Así están ahora la sala de prensa y el despacho de la secretaría general en las viejas oficinas de La Romareda, fuera de servicio desde hace 24 años.
Así están ahora la sala de prensa y el despacho de la secretaría general en las viejas oficinas de La Romareda, fuera de servicio desde hace 24 años.
Tino Gil/Real Zaragoza

Las pesetas, el dinero, fue la razón de esta iniciativa. Pintaban bastos en las arcas del Real Zaragoza, como en tantos momentos de su historia. Acababa Zalba de relevar al dimitido Miguel Beltrán en 1988. La sede el club estaba en un piso de la calle Ponzano, detrás de Capitanía, junto a la Plaza Paraíso. Llevaba largos años ahí, pagando la entidad el correspondiente alquiler al dueño de la finca, del mismo modo que, antes de recalar en ese punto del centro de la capital aragonesa, la sede estuvo en otro piso de la calle Requeté Aragonés (luego Cinco de Marzo), cerca de la plaza Salamero (o del Carbón). Dejo aquí la retrospectiva de las sedes del club para referir solo las de la época moderna, desde principios de los 70 hasta hoy.

Zalba pensó que, con el permiso del Ayuntamiento (propietario del campo), se podía construir una nueva y adecuada sede para el Real Zaragoza en tantos metros cúbicos de espacio perdido bajo sus tribunas y, así, ahorrarse un buen dineral en arrendamientos para este concepto. Y así lo hizo. En 1989 nacieron esas oficinas que aún hoy están tal cual se dejaron en desuso en el año 2000, cuando ya la SAD que encabezaba Alfonso Soláns Soláns, tras el fallecimiento de su padre Alfonso Soláns Serrano, decidió trasladarlas en frente, al viejo pabellón polideportivo de la CAZAR (Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja), adquirido por la entidad zaragocista y convertido en un ‘multiusos’ con un macro gimnasio, despachos, tienda, museo, garaje y otras dependencias para desarrollar el trabajo diario de los empleados y dirigentes del club.

Esta era (y así sigue amueblada) la sala de reuniones de las oficinas de La Romareda entre 1988 y 2000, bajo el Fondo Norte.
Esta era (y así sigue amueblada) la sala de reuniones de las oficinas de La Romareda entre 1988 y 2000, bajo el Fondo Norte.
Tino Gil/Real Zaragoza

Entre 1988 y 1989, con tabiques prefabricados, estructuras ligeras y un abanico de gremios trabajando al unísono, se levantó la nueva sede del club en La Romareda. En la planta calle, tras la puerta recién abierta en ese Fondo Norte, entre dos de las habituales de entrada a los graderíos, se instalaron las oficinas de atención al público. En la planta superior, a la altura de la ya existente sala de prensa (que había tomado cuerpo poco antes con dimensiones más reducidas de las actuales), se distribuyó un recibidor y un pasillo a cuyos lados se salteaban los despachos de dirección general, secretaría general, presidencia y sala de reuniones.

En estas nuevas dependencias acontecieron grandes cumbres que gestaron buena parte de aquel histórico equipo de los 90 que fue campeón de España y de Europa. En ese lugar, vacío pero intacto en muchos de sus aderezos y detalles de construcción, sigue impregnada la esencia de las gentes (dirigentes) que los poblaron a diario y otorgaron al Real Zaragoza el último rostro de éxito y triunfos vivido hasta hoy en su nonagenaria historia.

Quedó tan frío y tan impersonal el acceso a estas oficinas de nuevo y sencillo cuño que el presidente Zalba recuperó de un lugar menos visible un regalo de 1972 recibido de una pareja de hermanos de Monzón, socios y accionistas de viejo cuño, los Clemente (dueños del taller Ferrocle de la localidad montisonense), que habían donado entonces al club un escudo de forja. El emblema se colocó en la fachada del Fondo Norte y sirvió de orientación para encontrar siempre las oficinas: 'Donde el escudo' se decía a quien preguntaba.

En 2000, estas oficinas caducaron y bajaron la persiana. Se acabó así el periodo donde más vida tuvo a diario el estadio, más allá de los domingos o miércoles de fútbol. Ahora solo son transitadas por su pasadizo central por los entrenadores y futbolistas que pasan a la sala de prensa desde la zona de vestuarios cada día de partido, o en cada presentación de fichajes. Nada más. Su vigencia desapareció hace 24 años. 

La Romareda volvió a tener un silencio monástico permanente, algo que durante algo más de una década había modificado el runrún diario del trajín de sus oficinistas, de las visitas de los aficionados, de los peñistas (que llegaron a tener un cuarto anejo al lado de este habitáculo), de todos los personajes que conforman el mundillo del fútbol en el ámbito profesional. Este cachito del corazón del Real Zaragoza, este compartimento estanco que tiene muestras de ADN de los Zalba, Soláns, Paricio, Rota, Jerónimo Suárez y demás figuras indispensables en un tramo relevante a más no poder de la historia reciente del club (SAD), también caerá en su momento cuando el proyecto del nuevo estadio lo dicte. Pero el recuerdo no lo borrarán los ‘buldócer’ ni los martillos pilones. La mente humana no se destruye aunque desaparezcan sus iconos. Para una generación -o más- de zaragocistas, estas fueron 'sus oficinas'. Y eso, como saben los mas veteranos con otras sedes, marca a fuego.

Por cierto, el escudo de los hermanos Clemente ha desaparecido. Tras el cierre de las oficinas, Soláns Soláns lo reubicó encima de la puerta de entrada a vestuarios de los futbolistas. En un momento dado, alguien lo retiró de ahí y... de ese emblema nada más se ha sabido, ante la estupefacción de sus creadores y donantes, especialmente

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