Zaragoza
Suscríbete

Fina Martínez, fruticultora de Moros: "Tras el incendio de Ateca tuvimos que empezar de cero"

Dos años después del incendio de Ateca, la vida sigue con trabajo, tesón y esfuerzo sostenido para mantener la actividad agraria.

Fina Martínez observa el crecimiento de los ciruelos plantados en mayo del año pasado.
Fina Martínez observa el crecimiento de los ciruelos plantados en mayo del año pasado.
Jorge Zorraquín

El denominado como incendio de Ateca, que se desencadenó el 18 de julio de 2022 y que se extendió por 14.000 hectáreas contando a las vecinas localidades de Alhama, Bubierca, Castejón de las Armas, Cetina, Contamina, Embid de Ariza, Moros, Terrer, Villalengua y Villarroya de la Sierra, sigue en la retina de muchos vecinos y sus efectos todavía se dejan notar dos años después

Para Fina Martínez, fruticultora asentada en Moros, esa imagen le viene a la mente prácticamente a diario. Es la consecuencia de haber perdido una finca de 5 hectáreas de manzanos que, para más inri, estaban en plena producción cuando fueron devorados por las llamas. Es solo un ejemplo de los centenares de agricultores y ganaderos que vieron sus explotaciones dañadas por el fuego.

"Esta es la finca más dañada. Después del incendio tuvimos que empezar de cero y meter muchas horas", señala Fina, recordando que antes de arrancar todos los árboles intentaron, sin éxito, recuperarlos. Fue a las pocas horas, con la ceniza reciente: "Pusimos goma nueva de riego para ver si respondían, pero fue inútil, estaban quemados hasta aquí, señala poniendo la mano un poco por encima de su cuello". Fue en balde, pero no se quedaron parados. Decidieron acogerse a las ayudas del Gobierno de Aragón para arrancar, que fijaban un máximo de 20.000 euros por explotación.

Lo hizo con su marido, Víctor Casado, quitando uno a uno los cerca de 9.000 manzanos que había. "Con la ayuda nos dio para pagar las nuevas plantas y casi ni eso", puntualiza Fina, que subraya que entre las afecciones se sumaba toda la infraestructura de riego. Una vez expedito el terreno, tuvieron que prepararlo: labrar, abonar, plantar… A eso se suma que han tenido que incorporar casi dos kilómetros de vallado ante la plaga de conejos que asola la zona y todavía queda camino por recorrer. "Hemos tenido que meter muchas horas y las que nos quedan por delante, porque no hemos terminado", explica.

Ahora van creciendo, los cerca de 5.000 árboles que han plantado, entre ciruelos y melocotoneros de distintas variedades, todo para producción en ecológico. En todo ese tiempo transcurrido en estos dos años, reconoce Martínez, el recuerdo de lo que paso es un martilleo constante, "pero hay que seguir". En su mente está el acogerse a un plan de mejora de explotaciones para colocar tensiómetros en el tendido de las gomas y controlar de esta manera, al detalle, cuánta agua se requiere, sistema que remozarán en su conjunto, incluida la pequeña caseta donde instalaron las bombas.

Hasta que la finca este de nuevo a plena producción pasarán, por lo menos, otros tres años. "Y que no pase nada", advierte Martínez: "Las heladas, las plagas, el pedrisco…", va enumerando a la vez que hace hincapié en que es una zona de montaña. A poco más de 400 metros, la explanada de lo que fue el almacén de la SAT Manubles, en la que solo queda la solera, sigue siendo testigo mudo de la tempestad de fuego que pasó por allí.

Todavía se aprecia en las figuras de los pinos quemados y en la parte baja de una torre del tendido eléctrico. "Por fin nos han pagado del seguro de las cámaras de frío", dice, volviendo a subirse a su furgoneta. Ahora, como hace dos años, Martínez y Casado están escardando manzana. Como entonces, la previsión meteorológica vaticina ola de calor y temperaturas sobre los 40 grados.

En la silueta de Moros, el verde sigue recobrando su presencia, aunque en los montes cercanos todavía quedan restos de lo que pasó. "No lo vamos a olvidar en la vida, fue un golpe muy duro a nivel psicológico, pero la vida continua", remarca Manuel Morte. En su caso, recuerda que han contado con la colaboración de instituciones como el Gobierno de Aragón y la Diputación de Zaragoza para recuperar caminos y acequias dañadas, no solo por el incendio sino por las tormentas que han causado más erosión en zonas siempre conflictivas.

Camino judicial

La fase de instrucción del proceso judicial derivado para determinar las responsabilidades del incendio sigue su curso en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Calatayud. A estas alturas, todavía se están acabando las declaraciones de los perjudicados, a lo que se suman las presentaciones de informes periciales y de tasaciones de daños. De todo el proceso, se dirimirá tanto las consecuencias de la autoría como la asunción de la responsabilidad civil.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión