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La sequía de 2023, la más dura en 30 años, se cebó con el 85% de la cuenca del Ebro

La situación de escasez, que continúa en el Huerva, Guadalope y Ciurana, fue la segunda más extensa y prolongada de la serie histórica.

fotografo: Oliver Duch [[[PREVISIONES HA]]] tema: El presidente de la CHE hace declaraciones y luego se celebra la reunión de la Comisión Permanente de la Sequía
El presidente de la CHE; Carlos Arrazola, este martes en antes de la reunión de la Comisión Permanente de la Sequía
Oliver Duch

No fue la sequía más dura de la historia, pero casi. La situación de escasez de agua vivida en el año hidrológico 2022-2023 llegó a afectar al 85% de la cuenca (73.187 metros cuadrados) y su duración (2,5 años) es la segunda más de la serie histórica. También su intensidad fue la segunda más elevada: un 44% estuvo en situación de emergencia. Con problemas para mantener el caudal ecológico en el delta del Ebro, para la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) esta sequía ha sido la más dura en 30 años.

El organismo ha reunido este martes a la comisión permanente de la sequía 2023 para dar cuenta del informe que ha evaluado todo este periodo de escasez y ha procedido a su disolución. El presidente de la CHE, Carlos Arrazola, dio un detalle significativo: “La aportación en Tortosa simplemente sirvió para cubrir prácticamente el caudal ecológico, es decir, fue la menor en la serie histórica, que parte de los años 80”. Según ha explicado, "más o menos cada 6 años hay una sequía, que aproximadamente dura del orden de de 2 años"

El documento parte en primer lugar de la situación de las lluvias, con el decimosegundo más seco de la serie histórica. En concreto, fueron un 12% inferiores a lo normal, lo que fue clave en la evolución de la sequía. Este déficit se sumó al que ya se venía arrastrando de 2021 (un 13% respecto a la media de los últimos 20 años) y a dos veranos especialmente cálidos, que disparó la evaporación de agua y la demanda hídrica de los campos.

El índice de precipitaciones fue el más bajo de los registrados a excepción del periodo comprendido entre octubre de 1992 y septiembre de 1995. Esta situación se notó especialmente en marzo y abril de 2023, llegando a una situación crítica en mayo. No obstante, hay que tener en cuenta que las lluvias que se produjeron en junio de 2023 aliviaron la situación al crecer las reservas en los embalses de cara al verano.

La sequía castigó especialmente el eje del Ebro y a la Margen Izquierda. Si se analizan los indicadores de sequía, “no hay antecedente similar de un periodo seco tan prolongado excepto los dos años hidrológicos 1988-1989 y 1989-1990, en los que la situación global fue más complicada”. Las zonas más afectadas fueron, además de la cabecera y el eje del Ebro, la cuenca del Iregua, el Bajo Ebro (afluentes del Segre y el Matarraña), la del Segre, el Gállego-Cinca y el Aragón-Arba.

¿Cómo afronta una institución como la CHE una situación de extrema carestía de agua? Arrazola ha destacado las herramientas de gestión desde el principio de unidad de cuenca. Ha incidido especialmente en el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), que ha permitido con los embalses paliar los momentos de mayor estrés hídrico.

Comenta que en los momentos más duros fueron por parte del Aragón, a través de Itoiz; del Najerilla, a través de del embalse de Mansilla; del Cidacos, con el embalse de Enciso. Jugaron un papel muy destacado, ha indicado Arrazola, las reservas acumuladas en el embalse de La Loteta. Hay que tener en cuenta que esta ha sido la primera sequía que se ha gestionado con caudales ecológicos.

La situación de emergencia continúa, pero la intensidad es menor. En cualquier caso, mientras la mayoría de las cuencas habían dejado el periodo de escasez atrás, hace unos días la CHE declaró la  "situación excepcional por sequía extraordinaria" en la cuenca del Huerva y en la del Guadalope (alto y medio). Según la CHE, esto confirma que en la cuenca del Ebro, por su naturaleza, es "habitual" que haya alguna zona en situación de sequía.

Arrazola vislumbró un futuro de escasez. "El cambio climático indica que habrá una un 20% menos de disponible de agua en el año 2050. Aún así es una previsión optimista", afirmó. 

Y esto afecta a la capacidad de riego. En el año hidrológico 2022-2023, el suministro a los grandes sistemas de riego de la cuenca fue el 78 % de la media de los cinco años anteriores, es decir se utilizaron 4.218 hectómetros cúbicos, mientras que la media fue de 5.409 hectómetros cúbicos. En definitiva, 1.191 menos.

Por eso hizo hincapié en la  gestión eficiente del agua. Por un lado,  subrayó la situación de las redes de abastecimiento, que han mejorado en la reducción de pérdidas. Por otro, citó la situación de los regadíos, que han mejorado mucho gracias a la digitalización y la agricultura de precisión y han ganado terreno al riego a manta.

Arrazola explicó que aproximadamente el 60% del sector ha optado por la tecnificación, pero indicó que "queda recorrer un 40%". Defendió que las autonomías y el Estado subvenciones la transformación de los regadíos.

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