'De naturaleza violenta': Giro a la brutalidad

El ‘slasher’ engloba las películas de terror en las que un asesino provoca una matanza al eliminar a un grupo de jóvenes con ganas de fiesta. El subgénero, en etapa de apogeo a finales de los 70 y en la década de los 80, pervive aunque devaluado por la explotación de fórmulas. Salirse de las mismas depende de la inventiva al aplicar sus elementos y al desplegar la contundencia. Con ‘Viernes 13’ como principal referente evocado (asoma el recuerdo de Jason Voorhees), la canadiense ‘De naturaleza violenta’ altera los códigos habituales al poner el foco expositivo en el perturbado, del que literalmente se muestran sus pasos, y rebajar el protagonismo de las víctimas.

Un giro con su sentido porque, como el aficionado sabe, en estos casos la mayoría de personajes son un número e importan poco. Chris Nash articula una propuesta curiosa que no obstante invitaba a una virulencia con más brío. El director y guionista da con el concepto, muy sugerente, y no atina tanto con el tratamiento.

El lento caminar del monstruo, de comportamiento autómata como mandan los cánones, también reflejados en su resurrección inicial, simboliza la parsimonia narrativa por la que se decanta Nash. Se detectan sus detalles de autoría, si bien a la vez se nota que tiende a gustarse demasiado. Dentro de que atrae, el detenimiento en los movimientos de la animal figura por el bosque trae pausa y reiteración, todo un choque cuando se busca intensidad y sangre.

La ventaja reside en que, cuando llegan las escenas ‘gore’, este ritmo implica un regodeo bastante salvaje y de la vieja escuela. Por su bestialidad, la muerte de la chica por medio del gancho y las cadenas es de las que quedan grabadas. El uso del sonido, del fuera de campo y de lo que se ve al fondo, el juego con las expectativas y el manejo del desenlace (definido por la vuelta al eje original al centrarse en la última superviviente) constituyen otros rasgos de interés.