¿Reconstruimos la Torre Nueva de Zaragoza? Esto es lo que opinan los expertos

Las Cortes de Aragón debaten este jueves si apoyan o no la propuesta de la Fundación Ingenio Azul de reconstruir el edificio en la plaza de San Felipe

La Torre Nueva se elevaba sobre los tejados de Zaragoza a finales del siglo XIX.
La Torre Nueva se elevaba sobre los tejados de Zaragoza a finales del siglo XIX.
José Martínez Sánchez

Las Cortes de Aragón analizan hoy la proposición no de ley presentada para reconstruir la Torre Nueva de Zaragoza presentada por la Fundación Ingenio Azul. HERALDO ha preguntado a once especiaistas sobre el proyecto. Las preguntas han sido:

1. ¿Está a favor de que se reconstruya la torre?

2. Hasta donde la conoce, ¿qué le parece la propuesta de la Fundación Ingenio Azul?

3. Si se reconstruyera la torre, ¿cómo debería hacerse?

Carlos Turégano, decano del Colegio de Arquitectos de Aragón

1. No estoy a favor de la reconstrucción en los términos que recogen las noticias que vamos conociendo. 2. No comparto el planteamiento de partida. Considero inadecuado reproducir una copia de un edificio antiguo desaparecido hace más de 100 años. La arquitectura es una expresión de la cultura y la tecnología de cada época. La antigua Torre Nueva era fruto de un contexto económico, social y cultural radicalmente diferente al de hoy. Su reconstrucción mimética resultaría absolutamente anacrónica y no aportaría valor alguno a la sociedad actual. 3. Yo no hablaría de reconstrucción. Si se decide destinar recursos a la recuperación de un icono para la ciudad, basándose en la referencia a la Torre que existió en ese lugar, debería generarse desde un planteamiento arquitectónico contemporáneo. Considero que, para ello, sería absolutamente ineludible, como primer paso, la convocatoria de un concurso de ideas.

Un mural recuerda la presencia de la Torre Nueva en la plaza de San Felipe de Zaragoza.
Un mural recuerda la presencia de la Torre Nueva en la plaza de San Felipe de Zaragoza.
Esther Casas

Gabriel Marro, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Jorge

1. Sí. 2. Toda propuesta de recuperar un elemento del patrimonio de la ciudad –que fue tan significativo y que es tan recordado– me parece positiva porque lo mantiene vivo en la memoria. Es una prueba de lo que gran parte de la sociedad zaragozana desea. Sin haber tenido la oportunidad de conocer los detalles técnicos del proyecto, no puedo opinar más. Por lo que he podido observar, entre los arquitectos no hay una opinión unánime sobre si se debe reconstruir la torre ni cómo se debería hacer. Es una decisión delicada que requiere un amplio consenso. Aunque yo esté entre los que están a favor de la reconstrucción, creo que lo importante es que se tenga en cuenta la opinión de los zaragozanos. 3. Esta es una pregunta complicada. En la Escuela de Arquitectura y Tecnología lo hemos debatido informalmente en varias ocasiones. No tengo una opinión clara y creo que necesitaría estudiar a fondo un proyecto para juzgarlo. Sin embargo, podemos pensar en casos análogos. El Campanile de Venecia es un buen ejemplo. También la biblioteca de Lovaina. Hasta la plaza Mayor de Madrid fue reconstruida. En todos los casos la reconstrucción fue lo más fiel posible al original. Ahora, con la perspectiva del tiempo, podemos opinar mejor. Yo no creo que sean muchos los que prefieran que esos monumentos no existieran o que no fuesen como siempre han sido.

Luis Agustín Hernández, director del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Zaragoza

1. Sí, es una situación habitual en las ciudades, especialmente en Europa. El centro histórico de la mayoría de las ciudades alemanas, con sus edificios de valor patrimonial, ha sido reconstruido tras la segunda guerra mundial, también en el sur de Italia. Y no solamente por guerras,  en Barcelona,  en el año 1986, se reconstruyó una de las obras más importantes del movimiento moderno, el Pabellón de Alemania en la exposición de Barcelona de 1929, obra del arquitecto Mies Van der Rohe. Y, sin ir otras ciudades, el aspecto que presenta la muralla romana de Zaragoza, en el tramo de San Juan de los Panetes, es una reconstrucción de la postguerra. 2. No la conocemos en profundidad, la iniciativa nos parece buena, siempre y cuando tenga un rigor arquitectónico en su ejecución. No puede parecerse solo al modelo original, debe ser en la medida de lo posible lo más exacta posible, lo que implicará un trabajo científico importante. La falta de rigor puede abocar a recordar un parque temático. 3. Desde la cimentación al chapitel debe ser rigurosa, no una reinterpretación actual. Por tratarse de un edificio emblemático para la ciudad, debería tener consenso ciudadano y el aval científico y técnico imprescindible. No olvidemos que se justificó su demolición por falta de estabilidad y colapso inminente.

José Laborda Yneva, director de la Cátedra Magdalena de la IFC

1. En síntesis, y abreviando mucho, sí que me parece bien, si es que tiene que parecerme algo. Es como una recuperación posible de un pasado por dos veces culpable, sobre todo la segunda. 2. No estoy muy seguro, es posible que se trate de una cuestión de notoriedad personal. Pero también lo es que sea un acto instintivo en contra de la miseria intelectual que nos invade desde hace tiempo. 3. Hay que tener mucho cuidado con Zaragoza, no hay claves para acertar, lo normal es que no se acierte. Porque lo principal para el ejercicio de toda Arquitectura es la experiencia, me parece.

Restos de la Torre Nueva aparecidos durante la excavación arqueológica realizada a finales de los años 80
Restos de la Torre Nueva aparecidos durante la excavación arqueológica realizada a finales de los años 80
Heraldo

Javier Ibargüen, arquitecto, premio Europa Nostra 2004 de restauración

1. Estoy a favor de que se reconstruya, si se efectúa en los términos correctos; esta iniciativa ya la propusimos a finales de los años 80, hacia el centenario de su demolición en 1892, desde la Asociación Torrenueva, no siendo asumida en aquellos momentos por la sociedad zaragozana. Se excavaron los importantes restos existentes bajo rasante y se recogieron con un cerramiento de paneles de mármol simulando la planta estrellada original, siendo derribados posteriormente y volviendo a ocultarse los restos. 2. No se han publicado detalles suficientes para valorar la propuesta, caso de existir el proyecto constructivo. Como iniciativa es interesante, pero los detalles son muy importantes. De lo conocido, discrepo de la colocación de un ascensor, que a mi juicio desvirtuaría el original, además de impedir las plataformas interiores de la contratorre. La Giralda de Sevilla, de altura similar en la zona accesible al público, carece de ascensor y es visitada por miles de personas mensualmente. 3. La reconstrucción, a mi juicio, debería ser absolutamente fiel al original, con un criterio de 'anastilosis' (término arqueológico de etimología griega para designar la técnica de reconstrucción de un monumento en ruinas gracias al ajuste documentado y metódico de los diferentes elementos que componen su arquitectura), es decir con absoluta fidelidad a la torre original, de la que hay suficiente documentación. Independientemente de los numerosos aspectos a dilucidar, como la colocación o no de los numerosos refuerzos de la base en sus últimas décadas de existencia, es imprescindible la conservación de sus cimientos y de los dos metros de torre existentes bajo el subsuelo. Ello exigiría una cimentación perimetral, sobre la que se podría apoyar una estructura oculta de refuerzo en altura, como existe en las nuevas torres de la ribera en la basílica del Pilar.

Belén Boloqui, historiadora del arte y presidenta de Apudepa

1. No. Cuando salió la noticia acordamos en junta que no apoyamos la construcción de otra Torre Nueva porque hay otras prioridades en la conservación del patrimonio que nunca llegan, manteniéndose Zaragoza en un ranking destructivo de su ciudad histórica. 2. Parece que el promotor tiene un afán de protagonismo, de dejar su nombre para la posteridad, con otros colaboradores, inicialmente a coste cero pero inmediatamente ha hablado de un 'crowdfunding', por lo que el promotor está planteando un oxímoron, mantiene una cosa y su contraria. 3. Las claves que vemos en cualquier reconstrucción son las de respetar los vestigios originales y por tanto los restos arqueológicos que subyacen en el subsuelo, soporte de la antigua torre; también el uso de las técnicas traicionales en ladrillo cerámico, yesos etc., semejantes a los de nuestros mudéjares. Pero esto no es posible en la actualidad porque el Gobierno de Aragón no ha tenido interés hasta ahora en potenciar la recuperación de las técnicas artesanales, hoy en día en franca regresión y escaso uso; finalmente, es la sociedad en su conjunto la que tiene que reclamar la restauración y rehabilitación del patrimonio y su snuevos usos.

El presidente de la Fundación Ingenio Azul, Emilio Parra, y la concejal Lola Ranera, del PSOE, que apoya la reconstrucción.
El presidente de la Fundación Ingenio Azul, Emilio Parra, y la concejal Lola Ranera, del PSOE, que apoya la reconstrucción.
Guillermo Mestre

Ricardo Marco, arquitecto, especialista en restauración

1. No soy detractor, no soy proclive.Soy agnóstico. Ni creo, ni dejo de creer en la reconstruccion de la Torre Nueva. No me levanta pasión alguna en ningun sentido (no estoy polarizado), ni a favor, ni en contra, me deja indiferente. Solo que, si la administración tiene que poner economías, me decantaría por votar negativamente. 2. Esta torre nueva, nunca será la Torre Nueva original. Criterios meramente arbitrarios como: esto si, esto no... propician que el resultado pueda ser un pastiche. En definitiva, una bella mentira. 3. Si se quiere hacer un clon, debería hacerse un estudio en profundidad y pormenorizado de los diferentes tramos de la torre con la información existente. Según la Fundación Ingenio Azul, la fidedignidad es de un 85%. Un calculo que presumo optimista. Espero que si esta iniciativa sale adelante, no cueste un céntimo a las arcas públicas puesto que hay edificios en la esfera pública en los que la actuación es más prioritaria y perentoria (Fleta, Fuenclara, Escuela de Artes y Oficios......).

Ascensión Hernández, Concepción Lomba, Eliseo Serrano, historiadores del arte. Instituto de Patrimonio y Humanidades de la Universidad de Zaragoza.

1. No. 2. Tenemos noticias de la propuesta por la información difundida en la prensa, pero más allá de lo avanzado que pueda estar el proyecto, que parece más bien un ejercicio académico desarrollado por unos estudiantes bajo la tutela de un profesor, debe subrayarse la improcedencia del mismo. Sin duda es loable que un ciudadano quiera contribuir a la conservación de nuestro patrimonio, un esfuerzo que siempre debe aplaudirse, aunque en este caso se puede sugerir que se oriente hacia monumentos existentes en nuestra ciudad de enorme relevancia histórica y artística, como la iglesia parroquial de San Pablo, con su imponente torre mudéjar, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, que reclama desde hace años una restauración en profundidad. ¿Para qué entonces, teniendo una bellísima torre mudéjar, proponer la reconstrucción de otra desaparecida hace más de cien años? Como argumento se exhibe la necesidad de que la ciudad tenga un icono que atraiga el turismo, pero convendría señalar que Zaragoza cuenta ya con un número excepcional de monumentos, entre ellos un palacio islámico y cristiano único en el mundo (la Aljafería) y una singular catedral, palimpsesto de estilos y de épocas, La Seo de San Salvador. Por otro lado, deberíamos meditar con sumo cuidado el modelo de turismo que propiciamos si aumentamos de manera irresponsable el número de visitantes que recibiría nuestra ciudad. Las ciudades históricas son entes frágiles, que deben velar por la conservación de sus espacios y, sobre todo, de sus habitantes. Por desgracia estamos comprobando que el aumento exagerado de turistas, más allá de los beneficios económicos que conlleva, supone su destrucción y el desplazamiento y desarraigo de la población. ¿Realmente es eso lo que queremos para Zaragoza? Finalmente, desde hace décadas somos conscientes de que las decisiones sobre el espacio público y el patrimonio cultural, elementos fundamentales para construir nuestra identidad como sociedad, deben tomarse en el marco de procesos democráticos participativos, en los que todos los agentes implicados deben expresarse, en medio de un debate científico, social y ciudadano en el que se escuchen todas las voces. Hasta el momento este proyecto no ha sido debatido, sino que más bien parece querer imponerse sin la necesaria reflexión, y sin olvidar, por otro lado, que existe un marco legal que afecta de manera directa a esta iniciativa. En este sentido, hay que recordar que los aragoneses nos dotamos de una Ley de Patrimonio Cultural en 1999, que es la que continúa rigiendo la tutela de nuestros bienes históricos, artísticos y culturales, en la que se expresa de manera taxativa la prohibición de reconstruir edificios desparecidos: “Las obras y demás actuaciones en los bienes de interés cultural irán preferentemente encaminadas a su conservación, consolidación y rehabilitación y se evitarán los intentos de reconstrucción, salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad”. (Artículo 34.2). Resulta evidente que en el caso de la Torre Nueva no existen elementos originales ni circunstancia alguna que justifique su reconstrucción. 3. En la actualidad, cuando nos enfrentamos a la intervención en un edificio, una pintura, escultura o cualquier otro bien histórico, existen una serie de criterios asumidos por la comunidad científica y profesional como la reversibilidad, la mínima intervención y la diferenciación visual de los materiales. Estas medidas son herramientas o recursos a los que hemos llegado tras un largo recorrido histórico de nuestra disciplina, que se remonta al siglo XVIII, cuando comienzan a sentarse las bases modernas de la conservación y restauración del patrimonio artístico, y nos sirven para proteger la autenticidad de los bienes culturales, autenticidad entendida como la suma de sus valores históricos, artísticos y culturales. La reconstrucción de un edificio desaparecido es una operación imposible que trata de recuperar esos valores, devolviéndonos un idealizado monumento del pasado, aunque esto es algo imposible. No podemos dar marcha atrás en la historia. Tampoco es admisible defender la reconstrucción de la Torre Nueva porque tengamos la capacidad técnica o financiera para realizarlo, o recurriendo al argumento de que existen ya precedentes como las reconstrucciones del casco histórico de Varsovia, tras la segunda guerra mundial, o la del Puente de Mostar, destruido en la guerra de la antigua Yugoslavia, eventos justificados por la necesidad de restañar las heridas tras las contiendas bélicas. Nada de esto sucede en el caso de la Torre Nueva de Zaragoza, un edificio que fue demolido por el Ayuntamiento de nuestra ciudad. Un episodio histórico que no puede ni debe ser cancelado con facilidad, y que debería estimular nuestra conciencia respecto a la necesidad de tutelar con mayor eficacia y estima nuestro patrimonio cultural. Por otro lado, en caso de ser reconstruida, la nueva torre no sería una construcción histórica, sino la imagen de una torre mudéjar, porque su estructura interior sería de un material contemporáneo (presumiblemente hormigón), mientras en el exterior se reproducirían las formas y motivos mudéjares dando lugar a un falso histórico. La nueva torre conduciría al engaño y sería una ficción, pero nunca un monumento histórico. En una época dominada por los fakes, parece inevitable la proliferación de estos proyectos que deberían quedarse en el papel, porque todavía por fortuna tenemos muchos edificios históricos reales que merecen nuestra atención.

Inicio de derribo del Memorial de la Torre Nueva en marzo de 2012.
Inicio de derribo del Memorial de la Torre Nueva en marzo de 2012.
Guillermo Mestre

Javier Peña, arquitecto, especialista en restauración

1. Sí. 2. La solución propuesta, con una inclinación uniforme, no es fiel a la imagen de la torre anterior a 1878, cuando se demolió el chapitel. El sistema estructural metálico que propone es incompatible con la durabilidad de los muros de ladrillo y la cimentación propuesta daña los restos arqueológicos, que deben ser conservados in situ.

La reconstrucción debe hacerse en el mismo lugar, sobre los 2,50 metros  de torre conservados, que serían de nuevo visibles, por lo que debería optarse por una cimentación de micropilotaje. Exteriormente debe ser fiel con el aspecto que conocemos de la torre antes de 1878, con su triple inclinación, el refuerzo de su parte inferior, chapitel, y el reloj tabicando uno de los ventanales medievales.

Fernando Aguerri, arquitecto especialista en restauración

1. Sí, si es una reconstrucción arqueológica. 2. No la conozco más que por los medios de comunicación pero parece poco madurada, con una propuesta de torre un poco de artificio, en cuanto a que interior y exterior no coinciden. 3. De hacerse, solo es viable una reconstrucción arqueológica. Cada monumento responde a su época y el caso de la Torre Nueva es de gran complejidad, pero habría que hacer la ‘última’ Torre Nueva, con los añadidos y modificaciones que se le fueron haciendo.

Carmen Gómez Urdáñez, historiadora del arte

1. No. Cada obra tiene su contexto histórico. Perdida la Torre Nueva, es irrecuperable. No se trata de construirla de nuevo, sino, en este caso, de atender al potente valor de su testimonio. Lo que la Torre Nueva representa para Zaragoza desde su caída es la llamada: ¡no dejéis que vuelva a suceder! ¡preservad el patrimonio existente! ¡defended el que está en riesgo! Este toque a rebato de la Torre Nueva no se escucha, sin embargo, fácilmente, a la luz de nuestra triste historia de pérdidas más recientes y de la inminencia de otras en la actualidad. 2. El estudio está alejado de un planteamiento mínimamente razonable, tanto en relación con la naturaleza histórica de la Torre Nueva como con los principios de la conservación-restauración del patrimonio (no se olvide la importancia de la preservación de los cimientos de la torre original). 3. Existen precedentes de recreaciones históricas del patrimonio histórico con sentido en nuestros días, desde las materiales, en un ámbito idóneo, con fines didáctico-culturales (como algunas francesas, por ejemplo), hasta las audiovisuales, de gran desarrollo e impacto turístico-cultural en estos momentos. Por esta vía sería aceptable una propuesta.

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