gastronomía

Trápalas celebra sus tres décadas de gin-tonic y quemadillos en el centro de Zaragoza

Este bar cumple 30 años de su última etapa en la calle Mayor de la capital aragonesa, con más de 60 ginebras diferentes tras la barra

Marian y Aurora Longares Gil de Bernabé, a las puertas de Trápalas.
Marian y Aurora Longares Gil de Bernabé, a las puertas de Trápalas.
Guillermo Mestre

Habrá quien recuerde que en la calle Mayor de Zaragoza, en uno de los laterales del Mercado de San Vicente Paúl, había un ultramarinos, Colmado Ezquerra. A otros, quizá, le venga a la memoria La Sinoga, el bar que tomó el testigo del local.

El mismo lugar que a finales de los 80 se convirtió en Trápalas. Hace tres décadas este café inició una nueva etapa con dos hermanas al frente. "No teníamos ni idea de hostelería", reconocen Marian y Aurora Longares Gil de Bernabé. Aseguran que han sido "autodidactas".

A las puertas de la Magdalena, recuerdan que fueron de los pocos establecimientos que había, junto a El Fuelle o Entalto, en la misma calle. También Malvaloca, la antigua sala de baile que estaba donde La Casa del Loco. "Ha cambiado mucho el barrio", analizan echando la vista atrás. De hecho, al principio abrían por las mañanas, para ofrecer desayunos para los vecinos y trabajadores de la zona, como del mercado cercano o de la Casa de Juventud.

Detalle de Trápalas, en Zaragoza.
Detalle de Trápalas, en Zaragoza.
Montañés

El Trápalas que luce en la actualidad no es el mismo que entonces. "Lo hemos conseguido poco a poco", cuentan. En la actualidad tiene cierto cariz de museo, con piezas antiguas, y también de álbum familiar, con los recuerdos en blanco y negro. "Son fotografías de nuestros antepasados y de personas que han pasado por el bar", cuentan las hermanas Longares. "Este es mi padre, esa mi madre, la de aquel cuadro mi bisabuela...", repasa Marian mientras mira la pared. En otro rincón, aquellos clientes o camareros que perduran en el recuerdo. En el actual local todavía hay detalles del antiguo Trápalas y La Sinoga, como las mesas de un antiguo café cantante darocense y algún detalle más como un reloj de pared.

Sobre la barra hay reductos que siguen siendo un clásico, véase los quemadillos. "Se siguen sirviendo muchísimo", apunta Marian. Aunque muchos de los parroquianos acuden por sus gin-tonics, que guardan cierta fama en la ciudad. "La clave está en los hielos, son primordiales, tienen que ser de mucha calidad –desvela Aurora–. De hecho, nos ha costado educar en este sentido". "Tenemos más de sesenta referencias de ginebras", estima. No obstante, a esta familia se suma un amplio abanico de rones y whiskies, incluso de vodkas. También se puede optar por un Bloody Mary o un mojito, por ejemplo.

Detalle de Trápalas, en Zaragoza.
Detalle de Trápalas, en Zaragoza.
Montañés

Estas hermanas saben la copa que tienen que preparar cuando ven a un cliente asiduo cruzar la puerta. Claro, en muchas ocasiones son personas que llevan treinta años pidiendo lo mismo. "Hemos visto a parejas festejar, después venir de casados, también con sus hijos y ahora siguen siendo fieles a Trápalas", sostienen emocionadas. Algunos de ellos, rostros conocidos de la política o del mundo cultural de la capital aragonesa. Analizan que esa clientela de siempre comparte espacio con jóvenes que lo descubren y lo introducen en su ruta. Junto a esos clientes más fieles –que ellos mismos se hace llamar 'trapaleros'–, están los turistas, que visitan este bar por las recomendaciones de los restaurantes de la zona o las referencias por su trayectoria de tres décadas.

La semana que viene organizarán una fiesta por estas tres décadas desde el inicio de la nueva etapa. Una celebración que seguro que queda plasmada en las paredes de Trápalas, como está inmortalizada parte de la historia de este café de La Magdalena.

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