REAL ZARAGOZA

Femenías: "Me gusta dirigir a la defensa, me gusta apretar al árbitro"

El nuevo portero del Real Zaragoza, balear que está pocos días de cumplir los 28 años, llega del Levante como una de las nuevas piezas que deben mutar el rostro del equipo aragonés en positivo. 

Joan Femenías, guardameta balear recién llegado al Real Zaragoza procedente del Levante.
Joan Femenías, guardameta balear recién llegado al Real Zaragoza procedente del Levante, este martes posando para HERALDO en San Pedro del Pinatar (Murcia).
José Vidal

Joan Femenías del Salto es un portero balear, de Manacor (Mallorca), que el 19 de agosto cumplirá 28 años. Mide 1,89 de estatura. Acaba de fichar por el Real Zaragoza tras dos años en el Levante. En el hotel Thalasia de San Pedro del Pinatar (Murcia) atiende a HERALDO DE ARAGÓN en una entrevista personal. 

Manacorí, como Rafa Nadal. 

Rafa es desde hace años la mejor referencia de nuestro pueblo. ¡Qué voy a decir! Es una persona a la que es obligado seguir por todo cuanto representa, los valores que nos ha enseñado. Es un honor conocerlo de cerca, ser su vecino, saludarlo por la calle cuando está en Manacor y te lo encuentras. Es un pueblo pequeño y todos nos conocemos. 

Sus inicios de niño fueron en la isla. 

Empecé en el equipo de Manacor, hasta los 14 años, y enseguida me fichó el Constancia de Inca. Tras un año allí, el Liga Nacional Juvenil, una categoría más de la que me correspondía, me captó y me fui al Villarreal.

En su época incipiente coincidió con otro exzaragocista, algo sorprendente.

Tanto en el Manacor como en el Constancia jugué con Pep Biel. En los dos. Estuve con él varios años. Tenemos muy buena relación. He hablado con él y me ha dicho que en Zaragoza voy a estar bien y voy a disfrutar mucho.  

Abandonó su casa con solo 15 años... es otro ejemplo de niño que se va de casa solo a otra ciudad, en su caso a la Península, lejos del hogar. 

Me marché yo solo a la residencia del Villarreal. Fue una decisión difícil porque coincidió con algo crucial en mi familia: acababa de morir mi padre. Al surgir la oportunidad de irme, siempre les agradeceré a mi madre, a mi hermana y a mis cuatro abuelos (entonces vivían todos), que me animaron a cumplir mi sueño. Era un momento muy complicado familiarmente y me permitieron hacerlo. 

Qué satisfacción mirar atrás ahora y ver lo conseguido en la última docena de años. 

Sí, muy grande. Sobre todo porque considero que mis circunstancias me han ayudado mucho a desarrollar una personalidad, una forma de entender la vida a base de dificultades. Me he encontrado muchas. Pero volvería a repetir todo lo que he andado. Agradezco al Villarreal cómo me trató y cómo me enseñó. 

Allí no logró subir al primer equipo y se marchó al Fuenlabrada. 

Estuve seis años en Villarreal, muchos. Salvo una lesión en un hombro, jugué mucho en el filial. Pero tuve que salir y elegí Fuenlabrada, que acababa de ascender a Segunda. Sabía que iba como aspirante, que Biel Ribas y, después, Freixanet, eran más expertos. Fui a aprender. Hicimos una gran campaña y debuté al final de la temporada, varios partidos. 

Y pese a tan poca presencia, fue a buscarlo el Oviedo. 

Me llamó el fallecido Francesc Arnau y medio la oportunidad. Fui una apuesta suya. Fueron dos años magníficos. Jugué prácticamente todo. Ahí vi lo que era el fútbol de verdad. Encontré lo que soñaba, lo que siempre quise. Me sentí profesional. 

Este bienio le sirvió para subir otro escalón: el Levante. Ahí no le ha ido tan bien. 

No estoy de acuerdo al cien por cien en esa apreciación. Por números, quizá sí. Solo he jugado 20 partidos en los dos años que he estado allí. Pero hay más cosas. El equipo venía de descender de Primera. Yo sabía que tenían un portero experto en el que confiaban, Cárdenas. Mi situación de primeras era difícil, para acompañar y ayudar a volver a Primera enseguida. Acepté el reto. Aprendí cada día. Viví dos meses de ensueño cuando jugué las últimas 8 jornadas. Perdimos el ascenso en el minuto 128 (contra el Alavés).

Es positivista. Le saca jugo bueno a todo, por adverso que parezca.

En cada paso que das hay que extraer aprendizajes. En el Levante aprendí a vivir al límite: cada fallo, cada error, significaba alejarse de algo tan grande como un ascenso. Jugabas sin red. La responsabilidad era máxima cada partido. Eso ya lo he vivido.

Sabe que el Real Zaragoza es un club histórico fuera de sitio en Segunda. Muchos de los que han pasado por aquí en los últimos 11 años se quedan del exceso de presión externa. 

Sabemos todos lo que es Zaragoza. Yo recuerdo desde pequeño, cuando empecé a jugar, los recibimientos que le hacía la afición al Real Zaragoza, de verlos por televisión. A esa edad te quedas con esas cosas que les suceden a los equipos grandes, impactan. Siempre me llamó la atención La Romareda, por cómo se llenaba y cómo animaba. También cómo silbaban a sus jugadores cuando las cosas iban mal. Cuando uno es pequeño mira todo eso con máxima atención y se graba. Yo era un niño apasionado por el fútbol, lo veía todo. 

Viene aprendido por lo tanto. 

Yo ya he vivido algo similar en el Oviedo, salvando las distancias que pueda haber con el Real Zaragoza por peso histórico, palmarés y títulos. Es un lugar que puede asemejarse en la vivencia de su afición, pasión por el escudo, tirón en la ciudad... Me pareció algo bonito. Descubrí que todo lo que haces en el campo y fuera de él tiene mucha relevancia. Claro está, si vienen mal dadas, todo se hace mucho más grande. 

Ahí, en Oviedo, alcanzó su madurez.

Fueron dos años magníficos. Aprendí a tener carácter, a aplicar la disciplina para salir adelante. La gente exige porque quiere lo mejor. Y hay que dárselo. Las críticas no nos podemos tomar como algo personal. Hay que saber convivir con ellas si llegan. Y tratar de revertirlas con rendimiento, sin que falte nunca tu trabajo. 

Se necesita mucho esta sensatez en muchos vestuarios modernos. 

Un futbolista tiene que darlo todo cada día, estar bien físicamente. Ha de representar al club con los valores debidos, llevar el escudo como merece. En el Real Zaragoza, sé que si logramos ser así, la gente se sentirá orgullosa de todos. 

Mide 1,89. ¿Cómo se define como portero?

No me gusta hacerlo. Prefiero que sean los demás los que tengan su opinión. Pero soy un tío que, donde va, lo entrega todo para el equipo. 

En el campo, ¿es caliente?

Me gusta dirigir a la defensa, me gusta apretar al árbitro. Me gusta vivir cada lance de los partidos. El equipo ha de ser tenaz en todo, mucho más en el área propia. 

Viene a un equipo en plena catarsis, en revolución profunda. 

El proyecto que me han ofrecido en Zaragoza ha influido, por supuesto, para que yo haya decidido venir. Conozco la mala racha del club en los distintos años precedentes. Y veo a la gente que dirige el club lo que quiere hacer: poner al Real Zaragoza arriba. Estoy muy motivado por ese objetivo. Quiero hacer algo histórico aquí. 

Cristian Álvarez, ahora lesionado, es una institución, lo sabe. 

A Cristian le tengo mucha admiración. Lo que está haciendo en el Real Zaragoza en estos años tiene muchísimo mérito. Ocupar la posición de portero en unas temporadas tan malas, por lo general, y hacerlo con el nivel que lo ha hecho es admirable. Yo vengo a integrarme y, a base de trabajo, ser partícipe del proceso de la vida y ver las circunstancias hasta donde nos llevan. Estoy preparado para lo que me toque. 

Ha jugado ya en La Romareda. 

Sí, los dos años con el Oviedo. Una vez ganamos 1-2 y la otra emparamos 1-1. Con el Levante vine las dos veces pero fui suplente. Lo mismo que con el Fuenlabrada. 

Es consciente de que falta un portero más por venir, que Poussin ha de irse. 

Ojalá quien venga nos ayude a ser mejores. Estoy acostumbrado a la competencia. En mi puesto es algo natural. Y sobre Poussin, quiero agradecer el trato que está teniendo conmigo. Creo que tiene mucho nivel, pero a veces a los porteros el fútbol nos golpea fuerte. Yo también he cometido errores a veces y sé lo que duele y nos castiga. 

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