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EUROCOPA-2024. el teatro verde. 14

Cantos de sirena: España desoye los halagos, que desarman, y también los menosprecios

Dos exjugadores germanos valoran a España: Jens Lehmann dice que es un equipo de juveniles y Matthäus recuerda que Dinamarca no es Georgia

Dani Olmo ha jugado muy bien cada vez que ha entrado y el viernes es un firme candidato a sustituir a Pedri.
Dani Olmo ha jugado muy bien cada vez que ha entrado y el viernes es un firme candidato a sustituir a Pedri ante la siempre correosa Alemania.
J.J. Guillén

Alemania también tiene miedo. O, por lo menos, el máximo respeto al equipo pequeño e inexperto de juveniles que es España, según dice el siempre simpático y encantador Jens Lehmann, aquel arquero que no hizo olvidar a ninguno de sus antecesores (Tilkowski, Maier, Schumacher o Kahn, su rival) y al que se le va la arrogancia por la boca. Con más respeto e inteligencia, el gran Lothar Matthäus advierte a España que los germanos siempre tienen un resorte oculto, una fuerza secreta e indomable, y que Georgia no es Dinamarca. Voces así, desafiantes o matizadas, ensayan un viejo adagio: el elogio adormece o desarma y las burlas y menosprecios fortalecen.

España no puede ni debe confiarse (fíjense en Austria): ha realizado de largo el mejor fútbol de la Eurocopa, hecha la salvedad de Albania en la segunda mitad. Ha tenido más arrestos y clase que nadie; ha demostrado que tiene aceleración, movilidad y ambición; que se fía de sus jugadores en todas las líneas (Carvajal ha recuperado hasta el pulso de goleador; Cucurella defiende, ataca, se revuelve y empuja con la agilidad de un Sansón inesperado), que cuenta con un centro del campo muy sólido: sólido y sobrio, pero también capaz de elaborar, de inventar transiciones rápidas, de intuir el contragolpe y de sacrificarse en la adversidad. 

Por ahora, Pedri no ha dibujado sus rectas de cartabón, pero siempre ha ofrecido su entrega, su buen toque, su implicación, que se suma a la gran faena de Rodri, Fabián Ruiz y Dani Olmo, los superhéroes de la sala de máquinas. Arriba, España es un ciclón con esas dos flechas que conquistan el aire tal aves celestes: Nico, casi a la velocidad de la luz, deprisa deprisa como el torbellino, y Yamal, ese joven que recuerda el ardor juvenil del gambeteador Garrincha. Una de las claves tiene que ser el ariete: Morata anda más desconectado y melancólico que vivaz, y tendrá enfrente a un gigante de coraje, de confianza, al imparable Antonio Rüdiger. Quizá sea la hora del ‘panzer’ Joselu. Luis de la Fuente deberá afinar su ingenio y su intuición más que nunca.

Alemania siempre es Alemania. Con miedo o sin él. Brillante o fosca o tosca. No se descompone fácilmente. Juega en casa, contará con el rugido de los seguidores, pero esos ni dominan ni intimidan. Pase lo que pase, digan lo que digan las pérfidas o amables sirenas, España no es favorita, ni falta que hace, y debe acreditar su calidad, su chispa, su numen y su fortuna en el césped con bravura, inteligencia y rapidez.

¡Vamos!

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