Deportes
Suscríbete

eurocopa. el teatro verde. 2

La Roja se está peinando para la fiesta o la gran tarde berlinesa de Lamine Yamal

España presiona arriba, intenta dominar el balón y el juego, disfruta al contragolpe y resulta un poco indefinida en su teoría general

Lamine Yamal entró con respeto en el partido y luego se desató con su mejor arma: el regate.
Lamine Yamal entró con respeto en el partido y luego se desató con su mejor arma: el regate.
Alberto Estevez/EFE.

Empecemos con una observación: Croacia, como Zaragoza y Agustina, rara vez se rinde. Ni siquiera el día que sus estrellas se desmoronan. Ni Modric ni Kovacic ni siquiera Gvuardiol tuvieron su mejor tarde: hubo un instante que el equipo pareció irreconocible, trémulo de pavor, caótico, no una laguna de fallos sino un lodazal, y entonces España no acertó a ensanchar su ventaja. Luego, poco a poco, los croatas se vinieron arriba, se hicieron dueños del balón y sembraron dudas en el equipo nacional. En las estadísticas, vencieron en la posesión: 53 a 47. Eso sí, ni a De la Fuente ni a Rodri (su ‘alter ego’ en el teatro verde) les importa. El recambio Perisic, a sus 35 años, fue el más peligroso. Los balcánicos siguieron a lo suyo, sin brillo y con orgullo. Habrían podido marcar con un par de goles.

Dicho esto vayamos a lo importante. ¿Qué se puede pensar de España? Que presiona arriba, que intenta dominar el balón y el juego, que busca la intensidad y la combinación, disfruta al contragolpe y resulta un poco indefinido en su teoría general y que se abre por las alas con sus dos balas negras: Nico, irregular, más afanoso que inspirado, y Yamal, el auténtico espectáculo del Olímpico de Berlín. «¡Niño, deja de joder con la pelota!», le cantaría de nuevo, solo a él, Serrat. Combina con criterio, se abre a la banda, tiene intuición y es capaz de robar, pero lo mejor es lo otro: su capacidad de regate, esa mezcla de habilidad y electricidad, la poesía del virtuoso. Asistió, con precisión y con rosca; desbordó, fue vertical y debió marcar. El partido del colegial de la ESO ha sido muy bueno. ¡Quién ha jugado así en un escenario de tantos sueños y milagros a los 16 años! En este inventario de figuras, Fabián dio lecciones de visión del hueco y de habilidad para el regate, la ocultación y el disparo seco. Su segundo gol es la muestra. Y, hay que reconocérselo también, trabaja y trabaja. Fue el que más corrió de la Roja.

Ya que de paradas hablábamos, Unai Simón estuvo inmenso, incluso en el penalti que desencadenó. Siguió el juego, asumió a veces el papel de líbero y demostró que está pletórico de reflejos. Un portero así da confianza, y hoy, pese al leve despiste, su figura se engrandece. O al menos conquista alguna muesca más de confianza. El líder del equipo, sin duda, es Rodrigo (o Rodri): hasta cuando parece oscuro o invisible es decisivo. Marca los tiempos, ordena, se ofrece para el toque de progresión y de control de la situación, y ejerce de salvavidas con mucha calidad, poderío y elegancia.

La defensa resultó un poco frágil, pese a la impetuosidad de los laterales y la serenidad de Nacho y Le Normand. Y el capitán, Morata, melancólico y vulnerable en algún lugar del ánimo y del alma, se reivindicó como más le gusta: con un gol de ariete puro. El que abrió la lata.

¿Entonces? Bien. Bien, sin euforia. La Roja se está peinando para la fiesta.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión