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Secuestrada por la madre en Zaragoza: "Rusia nunca va a ordenar la devolución de mi hija"

El zaragozano Alejandro Vaquero lucha judicialmente por recuperar a Emily, su hija, a quien la madre, Iryna Palii, se llevó de Zaragoza en 2023 con dos años y medio.

Iryna Palii y Emily Vaquero Palii, en mayo de 2023 cuando el padre, Alejandro Vaquero, denunció su desaparición.
Iryna Palii y Emily Vaquero Palii, en mayo de 2023 cuando el padre, Alejandro Vaquero, denunció su desaparición.
Heraldo

El zaragozano Alejandro Vaquero tiene abierto un largo y complicado proceso judicial en Rusia para recuperar a Emily Vaquero Palii, su hija de casi 4 años de edad -los cumple al mes que viene- a la que su madre, Iryna Palii, sacó del domicilio familiar y se la llevó a escondidas del padre a su país, Ucrania. Ocurrió hace 14 meses, en mayo de 2023, y desde entonces Alejandro Vaquero está intentando por todos los medios legales recuperar a la niña, de la que tiene la patria potestad y la custodia en exclusiva. Pero las perspectivas no son nada buenas:  "Rusia nunca va a ordenar la devolución de mi hija", dice preocupado.  

“Ahora por lo menos hablo con ella en video-llamadas. Físicamente está bien, me reconoce y se pone muy contenta cuando me ve. No sé da cuenta de lo que está viviendo”, cuenta Vaquero, profesor e investigador de la Universidad de Zaragoza.

El secuestro parental se produjo el 19 de mayo, en mitad de un divorcio contencioso. “Iryna Palii, mi exmujer, cogió a nuestra hija común y con la excusa de llevársela a un cumpleaños cerca de casa la sacó de España”, recuerda. Ese mismo día presentó una denuncia y pidió el cierre de fronteras, pero no sirvió de nada ya que el 22 de mayo la madre y la hija llegaban a Ucrania. El día 23 una jueza de Zaragoza emitió una orden que prohibía la salida del país de la menor que ya no tuvo efecto alguno.

La rapidez de la llegada al país en plena guerra y con todas las complicaciones y riesgo que suponía evidenció que Irina Palii, de 35 años, tenía todo planeado para llevarse a la pequeña sin el conocimiento del padre.

Este viernes Alejandro Vaquero ha explicado que Iryna y Emily estuvieron en Kiev cuatro meses, el tiempo que necesitó para sacarle un nuevo pasaporte a la niña. Con el nuevo documento, el 10 de septiembre viajaron en autobús hasta el aeropuerto de Chisinau (Moldavia). “No se les impidió la salida, a pesar de que había un proceso de devolución por el convenio de la Haya en marcha en Ucrania”, manifiesta. El periplo continuó hasta Tiflis (Georgia), donde Igor Palii, el hermano de Iryna, les estaba esperando. “Las llevó a Mariúpol, donde viven desde entonces. Allí ambas adquirieron la ciudadanía rusa, a pesar de que yo me opuse en el caso de Emily”, añade.

Mariupol es una ciudad portuaria situada en territorio de Ucrania pero controlada y administrada por la federación rusa. Por esa razón, el padre inició un proceso de devolución en Rusia pues era la única manera de conseguir que Emily volviera a casa. Pero como ya le advirtieron desde Nisde (Asociación Niños sin Derechos-Contra la Sustracción Parental) y otras organizaciones similares Rusia nunca devuelve menores. “Y el caso de Emily no ha sido una excepción”, indica.

“Los jueces rusos alegan que Emily ya se ha adaptado al nuevo entorno. Aunque el convenio de la Haya excluye la adaptación como argumento para devolver a menores cuando no hayan pasado más de 12 meses desde el momento de la sustracción, y a pesar de que los dos juicios se celebraron antes de que se cumpliera ese plazo, se empleó el mismo argumento”, explica.

La madre argumentaba que la niña se había adaptado porque estaba yendo a un colegio en Mariupol. “Aunque llevan allí desde septiembre de 2023, la niña empezó a ir al colegio el 1 de marzo de 2024, cuatro días antes del primer juicio.

En cuanto a las condiciones de vida en una ciudad de un país en guerra, Alejandro Vaquero dice que son las uno “se puede imaginar” en un lugar como Mariúpol. “Lo único que ha cambiado para bien es que ahora a veces tengo video-llamadas con la niña. Emily solo habla ruso, pues es lo que le enseña su madre, aunque parece que entiende bastante el español”, manifiesta y añade como dato: “Cuando la niña salió de España hablaba tres idiomas (inglés que aprendió en EE. UU., país donde nació Emily cuando él estaba destinado allí como investigador), español que aprendió aquí (en Zaragoza), y ruso que aprendió con su madre, y era el que peor llevaba, de manera nativa. Su madre jamás le enseñó el ucraniano”.   

Respecto a la posible ayuda que le puede prestar el Gobierno español para recuperar a la niña, manifiesta que por ahora no puede hacer mucho, aunque no descarta que pueda hacerlo en un futuro. 

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