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Empresario afectado por la tormenta en Zaragoza: "Fue dramático, cuando llegué estaba todo el mundo llorando"

Compañías como azulejos Moncayo siguen recuperándose de los efectos de la tromba. Cepyme reclama medidas globales para reforzar la seguridad de los polígonos industriales.

Estado en el que quedó la nave de Azulejos Moncayo
Estado en el que quedó la nave de Azulejos Moncayo
Heraldo

Azulejos Moncayo es una de las empresas que sigue recuperándose de las consecuencias de la histórica tormenta de aquel 6 de julio. Ubicada en Cuarte de Huerva, ha tenido que poner a la venta palés enteros a precio de coste paga ganar liquidez y desprenderse del material que, un año después, sigue afectado por el barro. Por si fuera poco, sus responsables no descartan tener que recurrir a la Justicia para reclamar todas las pérdidas. 

"El seguro de naves nos cubrió todo el tema de tejados y aguas, pero el consorcio solo nos ha pagado las mercancías dañadas. Por la que se fue flotando, cero, y hablamos de mucho dinero", señala su gerente, Roland Garros.

Todo lo que pesaba poco, como los grifos o los palés de muebles de baño, "se lo llevó el agua como si fuera un río". "Parecían barquitos de papel", recuerda apenado. Cuando empezó a llover, él estaba en la carretera con su hijo, al que acababa de recoger de un campamento. "Lo dejé en casa y, al abrir el garaje, entró una ola de agua dentro. Me quedé achicando y a los pocos minutos me empezaron a llamar para avisarme de lo que estaba pasando en la empresa. Tuvieron que tirar tabiques para que el río saliese", expone.

Aquellas horas fueron "caóticas". "Al ir allí fue una locura. Veía los palés flotando, a todo el mundo llorando... Fue dramático", admite. Para recuperar una cierta normalidad necesitaron meses. Concretamente, estuvieron entre tres y cuatro "sacando barro sin parar". "Todavía seguimos haciéndolo. Queda mucho barro seco", agrega.

Para evitar que vuelva a ocurrir han puesto lengüetas en las puertas y han elevado la mercancía. Además, han hecho agujeros en la nave para que el agua salga por detrás. Cree, en todo caso, que el Gobierno tendría que abrir un canal o crear depósitos para encauzarla y evitar nuevas afecciones a las empresas del polígono.

"Se me partió el corazón"

Efectos de la tormenta en Taim Weser
Efectos de la tormenta en Taim Weser
Heraldo

Al hasta ahora presidente de Feria de Zaragoza y máximo responsable de la empresa Taim Weser, Manuel Teruel, aquel fatídico 6 de julio le partió en dos el corazón. "Se inundaron las dos y estuve a caballo entre una y otra", recuerda.

En Feria, la plantilla entera se movilizó para achicar agua con cubas, cubos y fregonas con el fin de salvar la parte informática. Más graves aún fueron las consecuencias en Taim, donde a punto estuvo de rozarse la tragedia.

"En las naves entró 1,40 metros de fango. Tuvimos gente subida en el tejado a la espera de ser rescatada por los Bomberos. Afortunadamente no se ahogó nadie", dice.

Ese día ni siquiera pudo acceder a las instalaciones. "Entré por primera vez a las cinco de la mañana del día siguiente, en cuanto me dejaron las fuerzas del orden. La sensación era de impotencia, porque no es que fuera agua, es que era lodo. El panorama era completamente desolador", subraya.

La tormenta dañó ordenadores, servidores... "Teníamos varios pedidos para una central nuclear, pero las máquinas quedaron destrozadas. Tuvimos que estar dos meses sacando lodo en precario", comenta. Con la Feria de Zaragoza fue algo más sencillo, ya que, aunque también se registraron daños millonarios, el personal pudo trasladarse al Palacio de Congresos y "la labor comercial no paró".

Las tareas de limpieza no fueron fáciles en ninguno de los dos casos, dado que el barro se escurría y era imposible recogerlo con las palas. "Tuvimos que ir desecando por zonas. Estuvimos prácticamente tres meses hasta que conseguimos retirar el lodo. En Taim, todavía tenemos muchas máquinas que no funcionan pendientes de componentes y de reparación", comenta Teruel.

Hace ya meses presentó un proyecto para abrir "una especie de dique de contención para llevar el agua por sus propios cauces". En él se sigue trabajando, sin que por ahora se pueda dar una fecha para la ejecución de las obras.

"Sin diques, volverá a pasar"

La presidenta de Cepyme Aragón, María Jesús Lorente, confirma que existe preocupación por la falta de avances en las "muchas" infraestructuras que habría que modificar. "La propia autovía Mudéjar hace de muro de contención con la vía de servicio de los polígonos que están al lado de la calle. Lo que nos tememos es que haya otra tormenta y vuelva a ocurrir lo mismo. Si no hemos hecho unos diques de contención adecuados, las empresas que están al borde de la carretera volverán a tener el agua y el fango hasta la rodilla", dice.

Hay compañías a las que se les estropearon máquinas valoradas en tres millones de euros y que tardaron más de seis meses en arreglarlas, ya que la pieza venía de Alemania. Equipos así son complicados de proteger por sus grandes dimensiones, de ahí la necesidad, según Lorente, de tomar medidas globales que refuercen la seguridad en los polígonos y las localidades más vulnerables.

Fruto de aquel episodio surgió, además, la Asociación Corredor del Huerva Empresarial. De ella forman parte más de 60 empresas, una alianza que seguirá reivindicando ayudas hasta que se tomen las medidas oportunas.

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