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Cierra la tienda Raffaella: 45 años de vida en el corazón de la plaza San Miguel de Zaragoza

Su propietaria, Rafaela Nuez, se jubila tras llevar al frente del negocio desde los años 80. 

Rafaela Nuez, propietaria de la tienda Rafaella
Rafaela Nuez, propietaria de la tienda Raffaella
Heraldo

En esta vida tienes que amar lo que haces. Ese es el consejo que regala Rafaela Nuez tras recordar los 45 años que lleva como propietaria de la tienda de la plaza San Miguel que lleva su nombre, pero en italiano, Raffaella. "Quedaba mejor para la boutique", asegura. Y es que esta zaragozana lleva toda la vida dedicada al mundo de la moda, su pasión desde siempre, así que sabe de lo que habla. En este tiempo ha sido capaz de crear una tienda de referencia para muchas mujeres, con una identidad basada en la calidad de las prendas y el trato personalizado.

El origen de este rincón se remonta unas décadas atrás. Todo comenzó en los 80 cuando Rafaela adquirió este céntrico local ubicado en la plaza San Miguel de Zaragoza. La idea que tenía en un principio era montar una joyería, aunque todo cambio de manera radical cuando una persona cercana a ella le aconsejó que con artículos de ropa tendría más éxito. "Mi madre que lo escuchó y que no estaba muy convencida con que el negocio fuera de joyas, no se lo pensó y dijo 'sí, sí, de ropa'" -cuenta Rafaela-. Así que lo que iba a ser una joyería, se convirtió en esta boutique de moda".

En sus inicios, Rafaela quiso enfocar su negocio en ropa para chicas jóvenes, pero se dio cuenta de que esa no era la mejor opción. "Aquí tenemos ropa de calidad y a precios más elevados que una chica pequeña igual no se puede permitir", asegura Rafaela. Entonces otro cambio más. La tienda pasó a estar dedicada "a las madres de esas jóvenes".

Y desde aquellos años han pasado ya 45. Más de cuatro décadas de éxitos de la mano de "los mejores distribuidores" que le traían desde Madrid o Barcelona las prendas de ropa perfectas para sus clientas. Un asunto, que como todo, se reflejaba en el precio. Y al principio, allá por los 90, todo era positivo, pero con la irrupción del comercio online la cosa cambió.

"Nos han influido muchísimo las compras a través de Internet", se lamenta Rafaela. Se puede apreciar en sus palabras que este tipo de comercio le ha hecho daño e incluso ha llegado a quitarle ventas. "Se ha favorecido siempre a las grandes marcas y se ha machacado al pequeño comercio, no se le ha ayudado nada", confiesa con cierta tristeza. Aunque asegura que, pese a ello, la mayoría de sus clientas apostaban por Rafaela por "la calidad de sus prendas" y el trato personalizado.

Un estilo marcado

El estilo de ropa de este establecimiento está más o menos establecido. Allí, se pueden conseguir trajes de chaqueta, vestidos por debajo de la pierna o blusas estampadas. Prendas dedicadas a un perfil de personas de mediana edad, aunque en su tienda también se pueden encontrar desde unos pantalones con brillos hasta una chaqueta estampada en tonos fosforitos. "Tenemos ropa para jóvenes, el problema es que suelen preferir gastarse menos en prendas de peor calidad", asegura Rafaela.

En estos 45 años, también ha podido llenar de experiencias gratificantes su mochila. La última se la regaló una clienta que iba a comprar un traje de chaqueta para una boda, pero se encontró con que la persiana bajada. Entonces, le dijo: "Lo necesitaba de inmediato, pero al estar cerrada me puse uno de hace unos años de esta tienda también y todo el mundo me paraba para decirme lo bonito que era y la calidad que tenía". Todas estas vivencias las guarda Rafaela para siempre muy orgullosa.

El escaparate de la tienda Raffaella
El escaparate de la tienda Raffaella
Heraldo

Ahora se jubila "con pena". Sus planes son liquidar todas las prendas de la tienda hasta que ya no quede ninguna. Entonces ya bajará la persiana. Traspasar el negocio no lo concibe. "¿A quién si no hay dinero", se pregunta, porque para "llevar este negocio se necesita dinero".

Durante todo este tiempo en la tienda ha aprendido muchas cosas. Rafaela es sabia y, a veces feliz, pero porque dice ser muy conformista. "No exijo lo que no da la vida". Y antes de cerrar para siempre, Rafaela quiere dar otro consejo a sus clientas que ha aprendido en este tiempo en este establecimiento de la plaza San Miguel. "La persona que exige lo que no da la vida no puede ser feliz". Apúntenlo. 

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