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El olivo intensivo, a ensayo en Alcañiz

Aunque de forma testimonial en muchos casos, ya hay agricultores que apuestan por la alta concentración de árboles frente al sistema tradicional

Plantación de olivos en superintensivo en los regadíos de El Plano, en el término de Alcañiz.
Plantación de olivos en superintensivo en los regadíos de El Plano, en el término de Alcañiz.
Violeta Pellicer

En una tierra sembrada de olivos milenarios de grueso y retorcido tronco que da nombre a la Denominación de Origen Aceite de Oliva Virgen Extra del Bajo Aragón han empezado a surgir plantaciones de estos árboles en sistema intensivo. Aunque testimoniales en la mayoría de los casos, su aparición contrasta con el paisaje tradicional en la zona.

Animados por el alto precio del aceite en el supermercado tras las malas cosechas de Andalucía y por el menor consumo de agua que precisa este cultivo frente al del melocotón o la almendra, los agricultores bajoaragoneses no dudan en experimentar con una plantación de diminutos olivos en seto que dan cosecha al tercer año y cuyo fruto se recoge de forma mecanizada, como en un viñedo.

Una de estas plantaciones, la más extensa, se localiza en Alcañiz, en una finca familiar situada en El Plano a la que el relevo generacional le permite mirar al futuro con ilusión. Por discreción, sus propietarios prefieren el anonimato, pero explican que en sus 25 hectáreas han sembrado más de 35.000 olivos, 1.500 por hectárea.

No ocultan que el coste del riego les ha empujado a apostar por el olivo en modo superintensivo. Y es que en El Plano el agua llega hasta los campos elevada con energía eléctrica desde balsas que se alimentan de las reservas del pantano de Calanda. "Antes, pagábamos tres céntimos de euro por metro cúbico de agua, pero el precio de la luz ha subido y ahora son seis céntimos", lamenta uno de los miembros de la familia alcañizana, quien destaca que aparcaron la idea de plantar almendros para volcarse en la producción de olivas.

No ha sido fácil, advierten estos olivareros, que han tenido que hacer frente a una fuerte inversión para comprar en el vivero los árboles, que se sitúan en hileras a no más de 1,5 metros de distancia entre ellos. El trabajo, además, fue ingente a la hora de plantarlos. "Pero esperamos que muy pronto entren en producción", señala el mismo agricultor.

El responsable de la oficina del sindicato agrario UAGA en Alcañiz, David Andréu, señala que "no todo el mundo" puede poner en marcha una plantación de olivos en superintensivo, pues el precio de un árbol ronda los tres euros y son miles los ejemplares necesarios. Quizá por ello, hoy por hoy, solo se vean "parcelas aisladas", resalta el sindicalista, que menciona los municipios zaragozanos de Caspe, Fabara y Maella como lugares donde también surge esta modalidad. Andréu sostiene que la tendencia está ahí. "Los viveros ya venden más olivos que almendros", destaca.

"No tenemos agua"

Para el presidente de la Comunidad de Regantes del Guadalope, José Fernando Murria, la sequía está detrás de un cambio en el paisaje agrícola de la comarca. "No tenemos agua y los agricultores se lanzan a probar cultivos con menor consumo", dice. Explica que, frente a los 4.000 metros cúbicos de agua por hectárea que precisa un olivar en intensivo, la misma superficie plantada de melocotoneros necesita 6.000 metros cúbicos "y a ello se añade el trabajo de aclareo y embolsado, que requiere mucha mano de obra".

José María Sancho, bajo uno de sus olivos milenarios en Valdealgorfa.
José María Sancho, bajo uno de sus olivos milenarios en Valdealgorfa.
Heraldo

José Miguel Ayuda, representante de los 500 regantes de El Plano, recuerda que el elevado coste del bombeo del agua en esta superficie de 4.300 hectáreas entre Alcañiz y Calanda ha llevado a la organización a proyectar la instalación de placas solares cuya producción de energía eléctrica permita abaratar el riego, una actuación aún pendiente.

Patrimonio mediterráneo

Pero no está claro que el olivar en superintensivo vaya a extenderse por el Bajo Aragón turolense. Así lo piensa, al menos, Antonio Sancho, agricultor de Valdealgorfa y empleado en la almazara de esta localidad, de la que salen a la venta al año 800.000 litros de aceite. A su juicio, la falta de regadíos y el pequeño tamaño de las parcelas, situadas muchas veces en la ladera aterrazada de una montaña, frenarán su expansión en muchas zonas. No en otras, advierte Sancho, pues la ampliación del área regable que se lleva a cabo entre Caspe y Alcañiz podría propiciar "el ‘boom’" de la nueva modalidad.

El padre de este agricultor, José María Sancho, orgulloso de sus olivos centenarios en Valdealgorfa, teme que el superintensivo favorezca el abandono de los viejos árboles. "Sería una pena", subraya. Admite que la olivera tradicional tarda 10 años en dar fruto y que la recogida de sus aceitunas es muy trabajosa, pero, aún con todo, aboga por conservar un patrimonio "propio de la cultura mediterránea".

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