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Sigüés se despide por todo lo alto del bar Pajares: "No se nos va a olvidar en la vida"

El bar de este pequeño pueblo zaragozano, regentado por Silvia Andreu y su hijo José Ignacio Pajares, echó la persiana después de 65 años de servicio.

Silvia Andreu y José Ignacio, durante la fiesta sorpresa organizada por los vecinos de Sigüés.
Silvia Andreu y José Ignacio, durante la fiesta sorpresa organizada por los vecinos de Sigüés.
Maiquel Abadiano

Los pequeños bares de pueblo cumplen una labor social fundamental en sus respectivos municipios pues se convierten en puntos de encuentro en los que, de manera inevitable, las vidas de sus vecinos se entrelazan a golpe de vermús, cafés y licores. Son sitios que encierran una magia especial, algunos de ellos regentados por varias generaciones, y en los que, con el paso de los años, casi no hace falta abrir la boca al entrar para que el camarero sepa lo que quieres tomar. Por eso, cuando uno de estos negocios echa la persiana, una pequeña parte de cada vecino también se queda allí dentro para siempre.

Es el caso del bar Pajares de Sigüés, que el pasado 30 de junio cerró sus puertas después de 65 años de servicio ininterrumpido, siendo, además, el único bar que ha permanecido abierto en este pueblo de la Jacetania durante los últimos treinta años. Celestino Pajares, nacido en Martes, y Silvia Andreu, de Escó, llegaron a Sigüés a finales de los años cincuenta y allí criaron a sus tres hijos, Primitivo, José Luis y José Ignacio, mientras empezaban a regentar el nuevo bar en la antigua Casa Osés. La jubilación de este último hace apenas veinte días puso así punto y final a más de seis décadas de servicio.

El pasado sábado, Silvia y José Ignacio organizaron una comida especial para todo el pueblo a modo de despedida, a la que asistieron más de 300 personas, una cifra muy meritoria teniendo en cuenta que durante el invierno Sigüés apenas supera los 60 habitantes. “Queríamos agradecer a todo el mundo el apoyo y la amistad que nos han brindado durante todos estos años. Puedo asegurar que, como los clientes de Sigüés, no hay en muchos más pueblos y consideramos que esta era una forma bonita de cerrar el círculo”, relata José Ignacio, que asegura que “jamás” olvidará ese día.

Los vecinos de Sigüés disfrutaron en la nave municipal de un día muy especial.
Los vecinos de Sigüés disfrutaron en la nave municipal de un día muy especial.
Maiquel Abadiano

“Me había preparado un discurso, pero casi no pude ni hablar. Tenía que habérmelo grabado antes. Fue un día super emocionante. Merendamos, comimos, bailamos, reímos… Mi madre está todos los días recordándomelo. No lo vamos a olvidar nunca”, explica. Para él, han sido “unos días de muchas emociones”. “Tenía algo de remordimiento por pensar que iba a dejar al pueblo sin bar durante un tiempo, aunque por otro lado me tranquilizaba saber que Laura (otra vecina del pueblo) abrirá pronto el suyo nuevo”, explica.

"Hemos mantenido la misma ilusión desde el primer día que abrimos hasta el último"

Situado en medio del pueblo, junto a la carretera que lo atraviesa y que sube hacia el Valle del Roncal, el bar no solo ha dado servicio a los vecinos de Sigüés, sino también a las miles y miles de personas que han pasado por allí a lo largo de todos estos años. “Al estar pegados a la carretera siempre hemos tenido mucho trabajo, tanto con la gente del pueblo como con los moteros, trabajadores de la zona, excursionistas y resto de gente del valle”, añade.

“Desde el primer día encajamos muy bien en el pueblo y trabajamos muy duro para satisfacer a todo el mundo. Jamás guardábamos fiesta, ni los domingos, y por muy tarde que se nos hiciera de noche, al día siguiente abríamos también temprano. Hemos mantenido la misma ilusión desde el primer día que abrimos hasta el último”, recuerda Silvia a sus 92 años. Con la emoción “todavía a flor de piel”, no encuentra las palabras para agradecer a todos sus vecinos la forma tan especial en la que los han acompañado durante estas últimas semanas de servicio, mostrándoles su apoyo y gratitud, con alguna que otra sorpresa incluida.

Silvia Andreu, visiblemente emocionada, junto a su hijo José Ignacio.
Silvia Andreu, visiblemente emocionada, junto a su hijo José Ignacio.
Maiquel Abadiano

Fiesta sorpresa a un solo día de cerrar

El pasado 29 de junio, un día antes de cerrar, un pequeño grupo de personas les fue a recoger a casa a primera hora de la mañana. “Ya estaba preparado para trabajar. Al ser el último fin de semana, había mucha gente en el pueblo, pero me dijeron ‘hoy no vas a abrir, te invitamos a desayunar en la nave, que mañana te jubilas’. Fui a por mi madre y nos fuimos para allí”, recuerda José Ignacio. Jamás hubieran sospechado que, al abrir las puertas, cerca de un centenar de vecinos les estuvieran esperando para darles una gran sorpresa.

“No te puedes ni imaginar la llorera que me entró al abrir la puerta y ver a todo el mundo dentro. ¡De qué íbamos a imaginar todo eso!”, asegura Silvia. “Sabiendo que unas semanas más tarde íbamos a tener la comida, ni se me había pasado por la cabeza que nos iban a preparar esto. No pudimos contener la emoción", añade José Ignacio.

Silvia y José Ignacio, junto a sus vecinos en la fiesta sorpresa.
Silvia y José Ignacio, junto a sus vecinos en la fiesta sorpresa.
Maiquel Abadiano

Un nuevo bar en camino

La historia del bar Pajares se cierra, pero en muy pocas semanas se abrirá una nueva. Laura y Antonio, dos vecinos del pueblo, ya cuentan los días para abrir La Fragua, el nuevo establecimiento que, situado también junto a la carretera, dará ahora servicio a los vecinos de Sigüés.

Una gran noticia para los habitantes de este municipio zaragozano, que muy pronto tendrán un nuevo lugar al que acudir y en torno al que reunirse. Y es que, como dice Silvia: "Un bar, a un pueblo, le da mucha vida". Larga vida a los pueblos. Y a sus bares.

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