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Ángel Baguer: "A Teruel, España le debe gratitud y reconocimiento"

Este doctor ingeniero industrial, natural de La Puebla de Híjar (1945), acaba de publicar nuevo libro: 'Progreso Invertido-Retos de una sociedad amenazada'.

Ángel Baguer, en Tecnum, Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra.
Ángel Baguer, en Tecnum, Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra.
H. A.

¿Qué le ha llevado a escribir su último libro?
En la pandemia, con mucho tiempo para pensar, me di cuenta de que sabemos poco, aun con el gran avance tecnológico de los últimos tiempos (Newton decía: 'lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano'). Creíamos que lo sabíamos todo y un bichito procedente de China puso patas arriba a la humanidad. Además, los valores de la sociedad van decreciendo a ritmo muy rápido y surgen serias amenazas porque el progreso no camina en la dirección correcta.

¿Qué mensaje desea transmitir con él?
La obra es un ensayo-novela para hacer pensar al lector. El libro no pretende hacerle caer en el pesimismo ni el desánimo, que no conducen a nada. Tampoco busca sensacionalismos ni moralinas. Pretende alertar al ser humano sobre lo que está ocurriendo. Hay que trabajar por un mundo mejor y preocuparnos por las futuras generaciones.

Leo, su protagonista, proviene del Maestrazgo. ¿Qué otros lugares le han inspirado?
Soy aragonés de nacimiento y de corazón, aunque llevo muchos años fuera. Aragón es una tierra de contrastes con unos lugares preciosos. Hay muchos, pero me inspiran especialmente el maravilloso Monasterio de Piedra, la magnitud y belleza de Ordesa, las comarcas del Maestrazgo y Matarraña y los pueblos de Valderrobres, Albarracín y Ainsa.

¿Por qué ha elegido que transcurra en Teruel su novela?
La infancia en mi localidad natal fue sensacional. Gran parte de las anécdotas del libro están basadas en hechos reales en mi pueblo, famoso por la ruta del tambor. He querido que gran parte de la obra transcurra allí para recordar al ‘Teruel existe’ y rendir culto a mis padres, que contribuyeron como otros muchos de su generación al progreso impregnados de humildad, esfuerzo y ética. A Teruel, olvidada por los gobernantes desde siempre, le debe España reconocimiento y gratitud.

¿Estamos preparados para enfrentar los desafíos que plantea la tecnología moderna?
Rotundamente no. Si hubiese ética no habría nada que temer. La tecnología es progreso. Este siempre ha sido beneficioso para la humanidad, ha traído calidad de vida y ha facilitado el acceso a la cultura de las capas sociales más necesitadas. Actualmente, la ética es un valor en crisis. Muchas veces los que no producen ponen trabas a los que producen, las leyes protegen cada vez más al malhechor, la corrupción existe al máximo nivel y la honradez se convierte en autosacrificio. Es evidente que, cada vez más, el honrado y honesto trabajador es un perdedor.

¿Cree que el progreso está reñido con los valores humanos?
No debería estarlo. El problema es que la carrera desenfrenada del progreso hace que el ser humano viva aceleradamente. Muchas personas son esclavas en el día a día en su trabajo. No queda tiempo para pensar en nada. Esto conduce a que el nosotros se sustituya por el yo. En el avance exponencial del progreso las personas se van alejando de su esencia, creándose una sociedad materialista.

¿Qué valores peligran más?
Claramente la cultura del esfuerzo. Cada día hay más gente que va al trabajo exclusivamente para fichar. Los porcentajes de absentismo crecen. Los jóvenes son educados sin resistencia a la frustración, cualquier problema les hunde. Falta solidaridad y respeto hacia los demás. Y hay un valor muy claro en riesgo: la ética.

¿Qué avances actuales ve como una amenaza?
Sin duda, la revolución del genoma. No se habla mucho de esto porque el murmullo se concentra en las armas nucleares, el cambio climático y la IA. La revolución del genoma puede ser beneficiosa para la humanidad, al igual que la inteligencia artificial, pero existen dudas. Grandes científicos han abandonado su carrera en estas disciplinas al igual que lo hizo Einstein en su día negándose al desarrollo de la bomba atómica. Entre utilizar la revolución del genoma para evitar enfermedades o clonar a un asesino en serie hay diferencia.

¿Qué soluciones propone para mitigar los riesgos de la IA?
Por un lado, acotar su desarrollo a lo exclusivamente beneficioso. Por poner ejemplos: termostatos inteligentes en viviendas para ahorrar energía, máquinas inteligentes para regular el tráfico, combatir ciberataques y amenazas en redes, aplicaciones para la medicina, vehículos autónomos sin conductor... Por otro lado, debería haber una paralización temporal de las innovaciones para regular con calma el sector y evitar que se investigue en la línea perversa.

¿Estamos preparados para enfrentar los desafíos que plantea la tecnología moderna?
Rotundamente no. Si hubiese ética no habría nada que temer. La tecnología es progreso. Este siempre ha sido beneficioso para la humanidad, ha traído calidad de vida y ha facilitado el acceso a la cultura de las capas sociales más necesitadas. Actualmente, la ética es un valor en crisis. Muchas veces los que no producen ponen trabas a los que producen, las leyes protegen cada vez más al malhechor, la corrupción existe al máximo nivel y la honradez se convierte en autosacrificio. Es evidente que, cada vez más, el honrado y honesto trabajador es un perdedor.

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