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Un jubilado encuentra un anillo de compromiso perdido en una despedida de soltera y acaba invitado a la boda

Una joven que pasaba su despedida en la localidad almeriense de Vera lo perdió en la playa.

Playa de Almería en la fase 1 de la desescalada
Foto de archivo. Playa en Almería.
Carlos Barba

"Hoy es tu día de suerte", escribió Rob al WhatsApp de Judit. El primero, desde Vera (Almería). La segunda, ya había retornado a Banbury, a pocos kilómetros de Oxford, en Inglaterra. Podría ser el final de una nueva temporada de los Bridgerton, pero esta historia no ha llegado ni tan siquiera al punto álgido, que tendrá lugar en septiembre a los pies de la Mezquita. Judit, cordobesa, de 35 años, comprometida desde hace pocos meses con el británico Laurence, pensaba pasar en el paraíso climático de Vera unos días entre amigos con los que despedir su soltería. Pero acabó buscando un detector de metales y tamizando la arena de la urbanización almeriense de Puerto Rey palmo a palmo.

Todo empezó hace pocos días, cuando Judit y seis amigos españoles, todos residentes en el Reino Unido, aterrizaban en la casa que uno de ellos, Pablo, tiene en Vera para celebrar el casamiento. Y todo iba de fábula hasta que Judit se tocó la mano y la pieza no estaba. "¿Dónde está mi anillo de compromiso?". Esas seis palabras trastocaron los cuatro días completos del viaje. Pablo fue a casa a por coladores y cedazos para cribar la arena. Pidieron al jardinero un salabar para rebuscar en el suelo. Y el esfuerzo se hacía para todos -especialmente para Judit- aciago e infausto conforme pasaban los minutos sin dar con el arito dorado. "No podía parar de llorar", cuenta ahora -por teléfono- la cordobesa, bastante más tranquila que entonces.

El anillo de Judit era un solitario con tres brillantitos que había pasado por la mano de la abuela de su prometido, de Laurence. El valor sentimental de la joya desbordaba cualquier decisión racional. Era su anillo de compromiso y el del compromiso de su abuela política. "Llegó a plantarse delante de la máquina del ayuntamiento que limpia la arena para que no removieran la zona por miedo a perder la joya para siempre", rememora Inmaculada, la madre del hospedador.

La desesperación le llevó a pedir ayuda, a través de la red, a aficionados a la búsqueda de metales. Fue ahí cuando dio con Rob. "Yo te lo encontraré", se comprometió. Robert, de 72 años, es un londinense que lleva 18 años viviendo en Los Gallardos, en Almería. Ha hecho el camino inverso al de Judit. "Solo que yo he hecho mejor negocio que ella y me he quedado con el buen tiempo", bromea en un inglés incorruptible pese a las casi dos décadas de vida andaluza.

"Judit me escribió muchas veces. Estaba muy agobiada". La joven ya pensaba en encargar una copia del anillo al que afortunadamente había echado algunas fotos. Mientras tanto, con una máquina detectora de metales, Rob estuvo dos días rebuscando en los arenales de Puerto Rey hasta que, a simple vista, un destello dorado le puso en alerta al borde de la arena. "En ese momento me acerqué y no podía creerlo. Fue un sentimiento de total emoción», narra. "Me lo puse en mi dedo, me grabé un vídeo y se lo mandé a Judit", recuerda. "Es tu día de suerte", le escribió a la joven. Ahora podrá casarse con su anillo de pedida. Y Rob está invitado a la ceremonia.

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