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Bio, bio, ¿qué ves?

La humanidad se venga de mosquitos y garrapatas ‘robando’ sus anticoagulantes

Un nuevo anticoagulante con fines médicos se basa en los inhibidores de la coagulación que poseen mosquitos, garrapatas o sanguijuelas.

Los mosquitos cuentan con sistemas para bloquear la coagulación de nuestra sangre.
Los mosquitos cuentan con sistemas para bloquear la coagulación de nuestra sangre.
Mohamed Nuzrath

Ahora que vuelve el calor, las noches largas y las mangas cortas, también reaparecen animales tan molestos, e incluso peligrosos, como los mosquitos y las garrapatas. Regresan los abones que pican a rabiar y el zumbido en tu oído en la madrugada de una noche toledana. Porque no se contentan con chuparte la sangre, no, sino que lo acompañan con una buena dosis de tortura psicológica.

Convivir con estas criaturas es, como mínimo, un fastidio. Pero a los humanos nos gusta sacar provecho hasta de las situaciones más desagradables, y el ataque de estos vampiros de la naturaleza no iba a ser menos. Resulta que, para poder darse un festín con nuestra sangre, mosquitos, garrapatas y otros animales repugnantes como las sanguijuelas cuentan con sistemas para bloquear la coagulación de nuestra sangre. 

La coagulación es un proceso esencial para la vida, ya que impide que nos desangremos cuando nos hacemos alguna herida. De ello son responsables las plaquetas, un tipo de células sanguíneas que acuden a la zona de la lesión y comienzan a adherirse entre ellas para taponar la herida. Este agregado de plaquetas, que se unen entre sí gracias a una red de proteínas, recibe el nombre de coágulo –o costra, si nos ponemos menos técnicos–.

Copiando a la naturaleza

Si se taponase la herida, mosquitos, garrapatas y demás tendrían problemas para seguir succionando nuestra deliciosa sangre. Así que cuentan con péptidos, que son proteínas pequeñas, capaces de interaccionar con proteínas clave para la coagulación y bloquear su acción, interrumpiendo todo el proceso. 

Cada uno de estos animales cuenta con distintos péptidos con diferentes acciones. Por ejemplo, la sanguijuela posee un péptido llamado hirudina que puede bloquear a la proteína trombina, que es clave para la formación de la red de proteínas que sirve para ensamblar las plaquetas que conformarán el coágulo. 

La garrapata, por su parte, cuenta con un péptido anticoagulante (sin nombre propio, en este caso) que inhibe al factor Xa, una de las primeras proteínas que intervienen en la cascada de coagulación y cuya función es, precisamente, activar a la trombina. 

Este factor Xa es la diana terapéutica de la heparina, un conocido anticoagulante que se usa habitualmente en la práctica clínica para prevenir o eliminar los trombos, que es el nombre que recibe un coágulo que se forma en un vaso sanguíneo e impide el flujo sanguíneo. En función de dónde se produzcan, los trombos pueden provocar trastornos graves como el infarto de miocardio o el ictus. Además, durante una cirugía es importante bloquear la coagulación para evitar que los trombos puedan impedir el correcto aporte de oxígeno a los tejidos. Por eso es importante contar con anticoagulantes, algo paradójico teniendo en cuenta lo vital que es la coagulación para nuestro cuerpo.

Precisamente en estos dos anticoagulantes naturales se ha basado un grupo de investigación de la Universidad de Duke (Estados Unidos) para desarrollar dos nuevos anticoagulantes sintéticos, moléculas que, idealmente, podrían reemplazar a la heparina en un futuro. O, como mínimo, ser una alternativa sólida. 

Lo interesante de estos nuevos inhibidores de la coagulación basados en péptidos naturales no es solo su mecanismo de acción, que ha resultado ser muy eficaz, sino también que es posible revertir su efecto rápidamente. Esto es muy, muy importante, ya que al ser la coagulación clave para la vida humana, necesitamos que funcione correctamente, salvo en situaciones puntuales como durante cirugías y otras que mencionábamos anteriormente.

Y así es como la ciencia ha sacado tajada de los hematófagos, estos animales empeñados en alimentarse a base de nuestra sangre y cuyas picaduras debemos tratar de evitar, no sea que nos dejen un regalo más desagradable que una picadura, como el virus del Nilo o el dengue.

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