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Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Coral Calero: "Somos diógenes digitales y eso tiene un coste ambiental"

Doctora en Ingeniería Informática, llama a hacer un uso responsable de la tecnología, a ser conscientes de impacto ambiental del uso del 'software'.

Coral Calero, en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza.
Coral Calero, en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza.
Toni Galán

Nacida Tarragona en 1968, Coral Calero es catedrática de Lenguajes y Sistemas Informáticos en la Escuela Superior de Informática de la Universidad de Castilla-La Mancha. Forma parte del Comité Español de Ética de la Investigación.

Hace unos días, ofreció en el Ateneo de la EINA una conferencia titulada ‘Software, verde que te quiero verde’ ¿Qué es eso del ‘software’ verde?
Es una manera de hacer el ‘software’, es decir, todas las aplicaciones que funcionan en el ordenador, el teléfono y demás, siendo conscientes del consumo de electricidad que generan, que conlleva emisiones de CO₂. El que sean verdes significa que consuman lo menos posible para funcionar.

"Tenemos mucho ‘software’ alrededor al que cada vez le pedimos más cosas"

Hay más ‘software’ a nuestro alrededor del que podamos pensar.
Hay mucho y, además, está en todos sitios, no solo en el ordenador o la tablet, por supuesto los teléfonos están cargados de aplicaciones que son ‘software’, pero también los sistemas de control de temperatura de los edificios, cosechadoras que son capaces de ver cuál es el mejor recorrido para ahorrar combustible, las neveras inteligentes que te hacen la lista de la compra, las cajas registradoras de los supermercados, los satélites, los trenes... tenemos mucho ‘software’ alrededor al que cada vez le pedimos más cosas.

Y en estas irrumpió la inteligencia artificial (IA)...
Hay tres cosas que han cambiado el mundo del ‘software’: la gran cantidad de datos que se manejan, el que casi todas las aplicaciones funcionan a través de internet y, ya últimamente, la IA que se ha añadido al ‘software’ para darle más potencia. Es una bola que va creciendo, creciendo, creciendo, con millones de personas haciendo uso de todo eso. No somos poca gente y tenemos ahí un problema multidimensional.

"Las demandas energéticas son cada vez más grandes. Y la inteligencia artificial tiene unos impactos grandísimos. Solo entrenar un algoritmo de procesamiento de lenguaje natural emite el mismo CO₂ que cinco vidas útiles de un coche"

¿Cómo se traduce esto en gasto de energía y contaminación?
Hay estimaciones que dicen que, en 2030, solo las TIC supondrán el 20% del consumo global de energía. Aunque es un dato que incluye no solo el uso sino también la fabricación de dispositivos, la gestión de centros de datos..., pero todo ello cuenta con ‘software’ por detrás. En 2025, o sea, el año que viene, se espera generar cada día 463 exabytes nuevos de datos digitales, que es muchísimo, porque hay que almacenarlos y gestionarlos. Todo eso hace que las demandas energéticas sean cada vez más grandes. Y la inteligencia artificial tiene unos impactos grandísimos. Solo entrenar un algoritmo de procesamiento de lenguaje natural emite el mismo CO₂ que cinco vidas útiles de un coche.

He leído que las emisiones del ámbito digital superan en 1,5 veces al transporte aéreo...
Y mira que hay preocupación con lo que emiten los aviones... Sin embargo, tenemos un problema de dimensiones masivas y no parece que seamos conscientes.

​¿Tiene impacto ambiental mandar un whatsapp o buscar en internet?
Son acciones pequeñas pero complejas, porque la información viaja mucho, pero el problema son los millones de acciones pequeñas que se hacen a diario. Cada minuto, se hacen 5,9 millones de búsquedas solo en Google. Un día viendo contenido en una plataforma emite lo mismo que un coche dando 3.000 vueltas al mundo. En redes sociales, una imagen contamina más que solo texto y un vídeo, más que una imagen; cuanto más tiempo dure el vídeo, peor para el medio ambiente. Para entenderlo, pensemos que cuesta más mover un camión lleno que lo que cabe en el maletero de un coche.

"Hemos perdido la conciencia de lo que pasa: cuando yo le digo a la nube que me guarde algo, estoy guardándolo en un ordenador, que no es el mío, pero es un ordenador"

¿El medio ambiente sufre por todo lo que no borramos?
Antes, cuando se te llenaba el móvil de fotos, las pasabas al ordenador o a un disco duro externo y eras consciente de que se iba llenando. Pero entonces, llegó la nube, que nos ha dado unas posibilidades buenísimas de almacenamiento y en la que, además, descargamos toda la responsabilidad. Tú generas datos, fotografías e información, y ‘alguien’ se encarga de guardártelas. Cuando tú se las pides, te las da, y ese alguien es la nube. Hemos perdido la conciencia de lo que pasa y lo que pasa en realidad es que, cuando yo le digo a esa nube que me lo guarde, estoy guardándolo en un ordenador, que no es el mío, pero es un ordenador. Si tú te pones a pensar en todo lo que guardamos los 6.000 millones de personas que usamos internet, te puedes hacer a la idea de lo grandísima que es esa nube o del tamaño de los ordenadores que hacen falta para almacenar esas nubes. Si yo, en vez de almacenar la foto buena, almaceno las 30 fotos que hago para poder quedarme con una buena, todo eso se queda ahí, almacenado, y hay que gestionarlo. El hecho de que no seamos conscientes de la cantidad de información digital que generamos, ni de dónde se guarda, conlleva un gran problema de almacenamiento. Somos diógenes digitales, con las fotos y con el correo electrónico. Usamos la bandeja de eliminados como una forma de archivar. Miradla y os llevaréis una sorpresa.

​Esos ordenadores gigantes de la nube consumen mucha energía y emiten CO₂, así que la nube está más bien negra...
Si yo tuviera que representar la nube, sería como un infierno oscuro, sin luz, con mucho humo negro debido a las emisiones. Pero, cuidado, que la gente que tiene centros de datos en muchas ocasiones se lo trabaja mucho, en cuanto al ‘hardware’ y el uso de energías alternativas, pero da igual, porque la cantidad de información que tienen que gestionar es brutal. Y eso, al final, es solo humo, humo, humo, humo. Y emisiones, emisiones emisiones.

Para no caer en la ecoansiedad, ¿qué podemos hacer?
No es cuestión de dejar de usar la tecnología. Cada vez que algo triunfa es porque nos hace la vida mejor de una manera o de otra. Pero sí que podemos hacer un consumo responsable y ser conscientes de cómo impacta en el medio ambiente el ‘software’ que usamos, que como no es palpable, no es tangible, no tenemos esa percepción. Desde mi grupo de investigación, Alarcos, queremos que la gente entienda la repercusión que tiene su comportamiento digital. Les ponemos frente a frente con lo diógenes que somos, con esas ganas de acumular que hacen que no borremos nada, sin ser conscientes de lo que conlleva. De esos 463 exabytes nuevos de datos digitales que se espera generar en 2025, muchos son de la parte industrial y laboral, pero también hay muchos otros que generamos en nuestra vida diaria, con las fotografías y los correos electrónicos que nunca borramos. 

"Mejor un emoji que un gif, evitar mandar mensajes de voz largos, elegir a quién envías algo en lugar de reenviar chistes o fotos a todos tus grupos y a todos tus contactos..."

¿Algún consejo práctico, por favor, para contaminar menos, como los que regalan en su cuenta @GreenTICTips?
Mejor un emoji que un gif, evitar mandar mensajes de voz largos, elegir a quién envías algo en lugar de reenviar chistes o fotos a todos tus grupos y a todos tus contactos... Son ‘tips,’ porque lo que nosotros queremos dar ahí no son restricciones de uso, sino consejos. Hay tecnología y hay que usarla, pero podemos hacer cosas y yo creo que la mayor parte de la gente está dispuesta. Con las fotos, si tú le cuentas a la gente la cantidad de datos digitales que hay, que estar en la nube significa estar en otro ordenador, los porcentajes de agua y de electricidad que usan los centros de datos..., la gente está dispuesta a hacer cosas. Yo lo veo, tras haber venido a una charla, la gente me dice: "Coral, he borrado un montón de fotos duplicadas", "he hecho limpieza en mi bandeja de correos eliminados", "ya no he vuelto a enviar nunca un correo con confirmación de lectura". Esas pequeñas cosas contribuyen, es el mismo planteamiento que cuando tiras una lata al contenedor amarillo: tu lata no salva el mundo, pero es tu forma de aportar, un granito de arena junto con todos los demás.

Y con lo que viene: el internet de las cosas, la digitalización total y la inteligencia artificial, ¿esto no se nos va de las manos? ¿Hay energía y agua para tanto?
Tendrá que haberla, porque no creo que esto vaya a parar, hay muchos retos por delante para conseguir hacer que toda esta tecnología sea sostenible en el tiempo, como ver cómo se usa el agua que se requiere para refrigerar los centros de datos, de manera que no sirva solo para eso. También hay que buscar opciones en las energías alternativas y optimizar la forma de almacenar, por eso existen estas líneas de investigación en 'green software', justamente para conseguir que esto pueda seguir adelante. El 'software' debe ser una solución, no puede ser el problema. El gran aumento de los datos y la aparición masiva de la inteligencia artificial ha hecho que aún se acelere más el proceso, porque se está viendo lo que eso significa. Realmente se le está poniendo cara y ojos al problema de la contaminación digital.

También hay algo que hacer desde el diseño y los desarrolladores porque ese impacto que tiene el software en el medio ambiente se puede medir.
Como usuarios, tenemos que aprender a ser responsables con ese uso de la tecnología, ser conscientes de lo que conlleva. Y, desde luego, a la industria de desarrollo de ‘software’ también hay que darle el toque, hay que ponerse las pilas, y empezar a hacer un ‘software’ que tenga en cuenta el consumo posterior. Es un campo que todavía podemos considerar emergente, en el que hay mucho que trabajar. En el laboratorio, nosotros hemos diseñado un medidor, un dispositivo 'hardware' que conectamos al ordenador y, cuando en ese ordenador ejecutamos un 'software', podemos saber cuánto consume cada parte: la tarjeta gráfica, el disco duro, el procesador y luego el ordenador en general. Así podemos saber qué es lo que está contaminando o consumiendo más para mejorarlo.

¿Qué la condujo a usted a la ingeniería informática?
Dentro de esas características ingenieriles que dicen que tenemos, yo soy muy cuadriculada y muy pragmática. A mí siempre me han gustado las matemáticas, me han parecido chulísimas, me parecía magia ponerte a hacer cosas y que te salieran, y entenderlas. Aunque es cierto que en el instituto no entendía bien su aplicación, me gustaban mucho, me encantaba jugar con las matemáticas. Pero cuando llegó la hora de hacer la carrera, yo no era vocacional, he de decirlo. No he sido vocacional, pero sí pragmática: yo quería algo que que tuviera salidas laborales y empecé Informática sin saber qué era eso prácticamente, y me gustó mucho. Con esto quiero lanzar un mensaje para la gente que se enfrentar a la decisión de ver qué carrera hace, para decirles que, si no se sienten vocacionales, no pasa nada, en todos los sitios se puede encontrar la magia. En informática hay aplicaciones variopintas, puedes hacer cosas por la sociedad, por la medicina, por la educación, por el derecho, por todo lo que quieras, o puedes ser un puro informático de garaje, digámoslo así, pero cada vez menos.

"Los ingenieros informáticos casi siempre damos soluciones a personas y eso es algo que no se ve desde fuera. Necesitamos muchos profesionales y hay mucho mito. Ser ingeniero informático no es picar código"

No siempre se ve esa imagen completa de la profesión.
Es una profesión de la que no se tiene una imagen real, porque es supermultidisciplinar. No es una profesión de garaje en la que te pones tu camiseta negra, te dejas crecer el pelo y no dejas que te dé la luz del sol. No es eso, ni mucho menos. Todas las soluciones que hacemos las hacemos en colaboración con otros. Hay pocos desarrollos que no sean de cara a las personas, hay trabajos más técnicos, satélites y cosas así, pero, en general, casi siempre damos soluciones a personas y eso es algo que no se ve desde fuera. A los estudiantes les decimos que nosotros hacemos sistemas sociotécnicos, donde tenemos una parte técnica muy importante pero que también tenemos la parte humana, a la que hay que atender, y mucho.

Hay que romper estereotipos porque, además, necesitamos profesionales en este campo.Necesitamos muchos profesionales y hay mucho mito. Por ejemplo, está la idea de que somos muy autómatas, que hay poca creatividad, y es justo lo contrario, hace falta muchísima creatividad para hacer soluciones novedosas y para ayudar al avance de la tecnología. Un informático, hoy está haciendo una solución para una granja y mañana para controlar satélites y pasado para comprar el pan. Al final tienes que ser capaz de adaptarte a todas esas situaciones y aprender. Tenemos que contar que ser ingeniero informático no es picar código, de hecho, es lo que menos se hace. Es una profesión muy desafiante, que requiere creatividad y es muy bonita, la verdad. ¿Qué voy a decir? Yo me dedico a ello.​

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