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Cuando se deja para mañana lo que se puede hacer hoy: “2 de cada 10 personas tiene problemas con la procrastinación”

La psicóloga zaragozana Solange Otermin decidió especializarse en un fenómeno de moda que consiste en dejar para después lo que tenemos que hacer aunque nos perjudique.

La psicóloga Solange Otermin
La psicóloga Solange Otermin
Camino Ivars

¿Cuántas veces ha postergado algo que tenía que hacer sin saber muy bien por qué? ¿Sabía que este fenómeno tiene un nombre? Seguramente en algún momento habrá escuchado hablar del término ‘procrastinar’, que, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), significa diferir, aplazar o postergar. Algo muy habitual en nuestros días pero que, en ocasiones, puede convertirse en un auténtico problema. Y es que, con el tiempo, son muchos los estudios que han demostrado que lejos de guardar relación con la holgazanería, se trata de un problema que tiene que ver con el manejo de nuestras emociones.

Y esto es algo de lo que la psicóloga zaragozana Solange Otermin (44) sabe mucho, pues decidió doctorarse en este fenómeno durante su estancia en Alemania. Licenciada en Psicología por la UNED de Calatayud, en el año 2005 se trasladó a Alemania a raíz de una beca Leonardo da Vinci para trabajar con refugiados. “Lo que empezó como una simple experiencia acabó por convertirse en 20 años de mi vida en este país”, confiesa. O lo que es lo mismo, prácticamente media vida.

“Tras titularme, mientras trabajaba en la universidad de Tubinga, me topé con el concepto de la procrastinación y descubrí que era mucho más que ser perezoso. Comencé a profundizar en ello y acabé escribiendo mi doctorado sobre su diagnóstico y cómo tratarla”, rememora. Y es que es allí, en Alemania, Países Bajos y Reino Unido, donde se encuentran los principales centros de investigación de esta temática en Europa. “Por desgracia en España hay muy poca investigación al respecto, aunque he podido colaborar con el catedrático Díaz Morales de la Complutense de Madrid, que ha estudiado la correlación entre la procrastinación y el cronotipo”, advierte.

Un fenómeno de moda, pero con historia, pues el término viene del latín “procrastinare” que significa literalmente “dejar algo para el día siguiente”. “Sin embargo, la procrastinación en Roma tenía un significado más bien positivo orientado a la reflexión y opuesto a la impulsividad”, afirma. En inglés el término retomó su uso en el siglo XVII de la mano de los filósofos calvinistas que empezaron abriendo el debate sobre la diferencia entre la pereza y la procrastinación.

“Nosotros lo reincorporamos por influencia del inglés y con el significado negativo que se le dio desde la revolución industrial. La psicología también empezó a estudiar su aspecto patológico desde los años 70 del pasado siglo y sigue siendo objeto de investigación hasta hoy”, añade la zaragozana. Algo que guarda mucha relación con el estilo de vida contemporáneo.

En Alemania, la zaragozana llevó a cabo un estudio con más de 200 estudiantes voluntarios para descubrir de forma empírica qué técnicas eran las más efectivas para reducir este fenómeno. Y es que, llevado a un extremo, la procrastinación no es algo que deba tomarse a la ligera. “He conocido a muchas personas en muy diferentes momentos vitales que estaban completamente bloqueadas por el caos en el que se había convertido su día a día”, asegura Solange, que afirma que en sus años de estudio ha podido comprobar que se trata de un problema que genera grandes niveles de frustración y malestar a nivel personal así como una pérdida de talento a nivel empresarial.

Sin embargo, al tratarse de un fenómeno nuevo, el debate dentro de la comunidad científica todavía está abierto: “Actualmente no se considera un trastorno psicológico, ya que no está incluido en los manuales diagnósticos DSMV o ICD11. Aunque en los últimos años se discutió su inclusión en el primero, todavía es necesaria más investigación”, añade. A día de hoy se considera un tipo de afrontamiento conductual o cognitivo, que generalizado o crónico, puede ser problemático.

Sobre la definición más aceptada en la actualidad es la del investigador australiano Stier Steel que ya en 2007 lo describe como el acto de “retrasar voluntariamente un curso de acción previsto a pesar de esperar estar en una peor situación debido al retraso”. Por su parte, la zaragozana lo describe como: “Una disonancia entre lo que voluntariamente he decidido hacer y que me aporta un beneficio y el hecho de retrasarlo a pesar de las consecuencias negativas que conlleva”.

Una realidad que, si bien es cierto no afecta a todo el mundo, sí lo hace a dos de cada diez personas según los últimos estudios. “Diversos informes muestran una prevalencia estable del 20% de la población mundial, que tiene problemas con la procrastinación”, asevera. Una cifra nada desdeñable.

Qué es y qué no es

Por otro lado, si bien es cierto que no se encuentran diferencias entre hombres o mujeres, la edad sí importa, siendo los grupos de personas que más procrastinan los estudiantes, autónomos y jubilados. “En el primer grupo la prevalencia aumenta hasta el 70%”, asegura la psicóloga.

En este sentido, es importante destacar dos cosas: primero que es algo que siempre surge del propio comportamiento de la persona, “no por causas externas o porque me he olvidado”, advierte. Y, segundo, que ocurre porque así lo hemos decidido. “Es decir, que si desde el principio no he tenido la intención de hacerlo, no estoy procrastinando. En ese caso hablamos de falta de motivación, no de procrastinación”, señala.

Además, la psicóloga ofrece formaciones especializadas a los colectivos en los que se da de manera más habitual, entre estudiantes, autónomos y creativos, así como escolares y empresas. “Muchas veces la procrastinación puede estar asociada a otros trastornos más graves, como ansiedad, depresión o trastornos de atención. En esos casos asistir a un taller, una charla formativa o leer un libro de autoayuda no sería más que poner un parche al problema sin solucionarlo ya que no sustituyen en ningún caso a un tratamiento por parte de un psicólogo clínico o sanitario o a profesionales médicos”, concluye. 

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