Opinión
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Por
  • Katia Fach Gómez

ASMR

Recopilación de sonidos ASMR de Love ASMR
ASMR
HA

ASMR, o sea, respuesta sensorial meridiana autónoma, dice mi hija con la misma naturalidad con la que se pediría un pincho de tortilla en un bar. Según me cuenta, en su colegio triunfan los vídeos ASMR. 

Voy a Youtube y allí aparecen una infinidad de vídeos ASMR. En el primero, una joven de larguísimas uñas postizas agradece a sus seguidores "por darle un propósito en la vida, que es relajarnos y ayudarnos" y a renglón seguido pide donaciones para poderse comprar un micrófono nuevo. La ‘ASMRtist’ nos mira fijamente y musita infatigablemente durante 20 minutos. Mientras repite palabras, frases y sílabas, manipula objetos de lo más variopintos (un pincel de maquillaje, un ‘squeeze’, un estetoscopio…). En el segundo vídeo, un joven con casi cinco millones de suscriptores consigue susurrar durante 37 minutos ininterrumpidos. Sus murmullos van acompañados de ruidos crepitantes, generados por los distintos tipos de ‘slime’ que el ‘youtuber’ pega a la cabeza de su micrófono. Los comentarios a estos vídeos son unánimemente laudatorios: un padre de mellizos que por fin consigue dormir gracias a la experiencia ASMR, una esposa que se sobrepone al runrún de la máquina contra la apnea de su Mariano… Leo que detrás de la respuesta sensorial meridiana autónoma hay trasfondo científico y debate académico, lo cual a su vez se ha plasmado en diversas manifestaciones artísticas. Pese a todo, a mí los vídeos ASMR la verdad es que me parecen inquietantes y me dan miedito –o, como diría mi hija, ‘cringe’–. Prefiero conciliar el sueño con los balidos de las ovejas que velan mis noches desde la infancia. ¡ASMR… A Saltar Mi Rebaño!

Katia Fach Gómez es profesora de la Universidad de Zaragoza

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