Opinión
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Por
  • Pilar Clau

Fijarse en los demás

Fijarse en los demás
Fijarse en los demás
Pixabay

Por qué nos resulta tan difícil mantener la alegría que llevamos dentro? A menudo miro a las personas como retrovisores que reflejan mis puntos ciegos. Como todos tenemos la misma naturaleza, observando a otros puedo conocer aspectos de mí misma.

Esta semana estábamos disfrutando con unos amigos en una terraza y, de pronto, a la que más graciosa estaba se le oscureció el rostro y bajó la mirada: "Mi hija se va a ir a estudiar a Estados Unidos y es demasiado joven. ¿Qué hará tan lejos sola si tiene algún problema?", dijo. Algunos acompañaron su tristeza recordando sus desacuerdos con las decisiones de sus vástagos y otras preocupaciones. Estábamos todos radiantes de felicidad cuando se presentaron, sin haber sido invitados, el miedo, la preocupación y la duda. Por suerte, en esta ocasión a mí no me asaltó ninguna congoja; seguramente porque mi atención estaba puesta en los demás.

La mente es el factor que de manera más poderosa determina nuestra experiencia: en una milésima de segundo convierte la alegría en tristeza y la tristeza en alegría. Si estuviésemos tan familiarizados con ella como con nuestros teléfonos móviles, si consiguiésemos liberarla del caos igual que liberamos espacio en nuestros móviles, sería menos vulnerable, más firme y más flexible.

Cuando nos obsesionamos con nosotros mismos, los pensamientos y las emociones abarrotan nuestras mentes y nuestro estado de ánimo se vuelve frágil. Cuando volvemos la mirada a los demás, dejamos de afligirnos, de menospreciarnos y de sobrestimarnos; somos más amables con todos y confiamos en lo que somos. Esa es la base de la verdadera dignidad.

Somos víctimas de las aflicciones de nuestra mente. Surgen de manera instantánea y nos dejamos atrapar por ellas. Los pensamientos no son verdades y, aún así, son capaces de arruinarnos el día. Yo sé cuáles me impiden estar contenta y, aún así, los juzgo y los sigo. Sin embargo, cuando me centro en lo bueno, soy más paciente y más comprensiva, mi entorno se ilumina y veo más allá de los pensamientos. Prestar atención a los demás me lleva a comprenderlos, a reconocer mi propia naturaleza y a ver mis puntos ciegos.

Pilar Clau es escritora

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