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  • Pedro Rújula

Premio

Torra, durante el acto celebrado en Sant Julià de Ramis
Premio
Reuters

Al final era esto. En realidad el punto de llegada de la ofensiva independentista tenía como objetivo alcanzar una relación exclusiva, un trato preferente de Cataluña con el Estado español. Un avance de las posiciones independentistas que supone un premio. 

Un premio por haber lanzado el mayor desafío al orden público español desde el 23 de febrero. Y un premio económico que hace realidad el "España nos roba" con el que comenzó a movilizarse enfervorecidamente a las masas catalanistas para convencerles de que lo que les estaba pasando no era que sus gobernantes no estuvieran haciendo bien las cosas, sino que ellos eran perfectos y mejores y la culpa de todo estaba fuera, en otro lugar, en eso que llamaban España, y que, por lo tanto, no tenían que hacer nada. Y, finalmente, un premio porque esto solo es un estadio intermedio para seguir manteniendo con más fuerza las posiciones independentistas. Desde aquí, tras las concesiones que sea necesario hacer para formar gobierno en Cataluña o para sostener la precariedad del gobierno de Madrid, será mucho más fácil emprender nuevas campañas independentistas, más fuertes y más ambiciosas. ¡Ah! Eso sí, premiando a los huidos de la Justicia, que son los que actualmente están llevando las riendas de la negociación con el gobierno de Madrid, el mensaje es claro: la desobediencia a las leyes se premia. Igual en el interior del partido, llevando a los líderes a la cabeza del movimiento. Que en el exterior, consiguiendo una consideración por parte del Estado que nunca llegarán a alcanzar los que acatan las leyes. Tenemos una invitación en primera fila para asistir a una escalada independentista.

Pedro Rújula es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza

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