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  • Pedro Cía Gómez

Relación personal y tecnología en salud

Relación personal y tecnología en salud
Relación personal y tecnología en salud
Pixabay

En el Club de Mayores de Casablanca, durante una reciente sesión sobre salud (moderada por el sociólogo Isidoro Martín y en la que actué como conferenciante), intervinieron varios asistentes reclamando la conveniencia de que la consulta siga siendo espacio de diálogo sosegado con el médico y que éste pueda disponer de tiempo para dar explicaciones al paciente sobre la enfermedad y su tratamiento, animarlo y motivarlo y compartir con él la toma de decisiones. 

Ese clima resulta además propicio para que el médico pueda conocer y comprender al paciente como persona. Recordé entonces una anécdota de hace años, cuando ejercía como médico general en esta misma zona. Durante algunos meses tuve que visitar varias veces al hijo de una de las familias que tenía a mi cargo y esas visitas habían dado ocasión para interesantes conversaciones y para, finalmente, entablar una cordial relación con mi joven paciente. Un buen día y tras haberse curado ya el hijo, aparecieron sus padres en mi consulta. Me dijeron que iban a pintar la casa y querían conocer mi opinión sobre el color que me parecía mejor para pintar la habitación del chico, puesto que, según decían ellos, yo conocía bien al hijo y mi preferencia en este asunto les parecía valiosa. Me sorprendió y me hizo gracia que vinieran a consulta, no para curar una amigdalitis o para controlar la tensión, sino para oír mi opinión sobre la pintura de la habitación del chico. Pero luego pensé que debería estar contento como profesional, pues la relación médico-paciente entre los miembros de esa familia y yo había llegado a ser una verdadera relación de amistad. La amistad es un valor que ya había detectado Platón entre médicos griegos y pacientes del siglo V a. de C. y Laín Entralgo la defendía en el siglo XX. Nuestro actual Código de Deontología dice que la relación médico-paciente está basada en "el respeto y la confianza". Esos dos pilares (respeto y confianza) hemos de cuidarlos todos, pacientes y profesionales, en favor de esa relación, que está llamada a ser una forma de amistad. El Colegio de Médicos hace estos días campaña en favor de dicha relación.

Existe cierta preocupación en el mundo de la salud motivada por el temor de que el uso de sofisticados y eficientes medios técnicos reduzca al mínimo el cultivo de la saludable relación personal que siempre debe existir entre pacientes y profesionales

Estas aspiraciones no excluyen, sin embargo, las ayudas técnicas de hoy y del futuro, adaptadas a la situación del enfermo y siempre con su consentimiento. Sirvió de ejemplo en el coloquio el beneficio de robots cuidadores y hablamos del pequeño robot Nao, humanoide en sus formas, de aspecto simpático, de 58 cm. de altura, que domina 20 idiomas y que por sus posibilidades de lenguaje y su tamaño es útil para interactuar con niños y particularmente con los hospitalizados por largo tiempo y con menor conexión con la escuela o el colegio. La humanización de la medicina es compatible con la utilización adecuada de técnicas; incluso caminan juntas, según la máxima de la escuela hipocrática (s. V a. de C.), que dice que donde hay amor por la Humanidad (filantropía), hay amor por la técnica, por el arte (filotecnia), indicando que el amor a las personas te lleva a interesarte y querer técnicas o artes que puedan ayudarles. En todo caso, nuestra técnica o nuestro arte y los cuidados que prestemos han de realizarse siempre sobre el cauce de una relación empática de persona a persona, iguales en su dignidad, seamos o no profesionales.

Pedro Cía Gómez es catedrático de Medicina Interna

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