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Por
  • Pilar Clau

Como mi padre

Como mi padre
Como mi padre
Pixabay

Hojeaba un libro en la sección juvenil de una librería cuando se acercó un hombre a preguntarme por el título que tenía en la mano. Busco un libro para mi hija, tiene trece años, me dijo. No sé qué hacer para que lea. 

Sonó un mensaje en su móvil e interrumpió bruscamente la conversación. Leyó el mensaje, respondió y siguió navegando; quizá miraba el correo electrónico, las redes sociales, el tiempo… Todavía seguí buscando un buen rato y, cuando hube elegido, me dirigí a pagar. Al ver que me alejaba, el hombre me siguió y me pidió que le recomendara un libro para que su hija leyera. Siempre está con el móvil -dijo-. A mí me gustaría que alguna vez cogiera un libro.

Me acordé de mi padre. Cuando volvía del monte y llegaba a casa, se sentaba con nosotros y se ponía a escribir. Siempre escribía. Todo lo apuntaba: lo que había sembrado, lo que había recogido, lo que había vendido, precios, kilos, los nombres de campos y de los cereales… Todo. A veces garabateaba. Mis hermanos y yo nos encaramábamos a la mesa y observábamos su escritura con arrobo. A veces tratábamos de imitarlo.

Me hechizaba aquella dedicación, aquel cuidado. Disfrutaba mirando su impecable cursiva, el arte de sus números… ¡Aquel dos que no he conseguido imitar! Me embelesaba el movimiento del bolígrafo en el papel, el sonido, el olor a tinta. Sólo si estábamos haciendo los deberes y lo interrumpíamos para consultarle una duda, apartaba gustoso la atención de su tarea. Sobre todo si eran deberes de matemáticas. Era un genio de las matemáticas. Cuando acababa de escribir, leía el periódico o un libro.

Yo estoy a todas horas con un cuaderno y una pluma en la mano (mi padre prefería el bolígrafo. Por algo se inventó para solucionar los problemas de escribir con pluma, decía). Escribo lo que no quiero olvidar y lo que necesito comprender. A veces garabateo. Mi padre no me dijo nunca que escribiera; sin embargo, me lo dice todos los días.

Quizá habría hecho bien en recomendarle al hombre que me habló en la librería que leyera este artículo. La imitación es la mejor herramienta de aprendizaje.

Pilar Clau es escritora

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