FÁBULAS CON LIBRO. ARTES & LETRAS

Gaziel en París

Agustí Calvet Pascual, el gran periodista que firmó con el seudónimo de Gaziel, y su 'Diario de un estudiante en París'

Retrato de uno de los grandes personajes del periodismo catalán.
Retrato de uno de los grandes personajes del periodismo catalán.
Archivo HA.

Hace muchos años, en una librería de viejo de Barcelona, encontré tres libros de Gaziel sobre la Primera Guerra Mundial. Yo tenía de Gaziel las mejores referencias, pero aún no había podido leer nada suyo, pues sus libros estaban sin reeditar desde hacía años y sólo un golpe de fortuna como aquel me iba a permitir conocer por mí mismo qué escribía aquel periodista y escritor del que tantas cosas –y todas buenas– había oído contar siempre.

Los libros eran ‘Diario de un estudiante en París’, de 1915, ‘Narraciones de tierras heroicas’, de 1916, y ‘En las líneas de fuego’, de 1917, los tres publicados en Barcelona por la Casa Editorial Estudio. La lectura del primero de ellos, sobre el que estos días acabo de volver, me resultó deslumbrante, una crónica memorable de lo que fue el verano de 1914 en la capital francesa, desde la declaración de guerra hasta la evacuación de París por el Gobierno de la República y la huida de sus habitantes hacia las regiones del Mediodía poco antes de la batalla del Marne, exactamente desde el 1 de agosto hasta el 4 de septiembre de aquel año.

Agustí Calvet Pascual, que firmó con el seudónimo de Gaziel, había comenzado su carrera de periodista en ‘La Veu de Catalunya’ tras estudiar Derecho y licenciarse y doctorarse en Letras. Trabajó luego en el Instituto de Estudios Catalanes hasta finales de 1913 y Miguel Santos Oliver se lo llevó a ‘La Vanguardia’, periódico que acabaría dirigiendo y en el que publicaría aquellas crónicas de guerra (luego recogidas en libro) que iban a convertirle, con solo 26 años, en uno de los periodistas más respetados del momento, a la altura de Chaves Nogales, Sender o Pla, pues esos reportajes alcanzaron un reconocimiento excepcional, único hasta entonces en el periodismo español. El éxito de ‘Diario de un estudiante en París’ fue inmediato y apoteósico.

Gaziel no fue un corresponsal de guerra clásico, de los que acompañaban al ejército en el frente. Por entonces, se habían denegado los permisos a los periodistas que querían estar junto a los soldados en el fragor de la batalla. Esa negativa, contó Santos Oliver, cambió el tono de las crónicas y los reportajes de guerra, que ya no se limitaban a informar de los avatares de las operaciones militares, de la «descripción minuciosa de los combates y sus consecuencias», sino que incidían en los aspectos humanos y sociales del conflicto. Gaziel fue un escritor que hizo literatura con las sensaciones y los sentimientos que le suscitaba la guerra, a través de semblanzas de las gentes más importantes y las más humildes, solo escuchando, observando y transcribiendo con una prosa magnífica todo lo que vio en el París aquellos días.

Gaziel era hijo de la burguesía (Jordi Amat escribió que su familia se dedicaba a la industria del corcho) y su padre se había educado en Francia, en la década de 1870, en un pensionado de Épernay. Cuando Gaziel viajaba a Francia, su padre le pedía siempre que fuera a saludar en su nombre a un antiguo profesor suyo que residía en París. Fue, de acuerdo con su clase social, un republicano moderado, catalanista más próximo al federalismo que al nacionalismo, y, como pasó con tantos miembros de esa tercera España que no eran ni rojos ni azules, un hombre al que “los dos bandos quisieron asesinar”, como él mismo escribió en su libro ‘Meditaciones en el desierto’.

Desde luego no fue un personaje cómodo ni para los sublevados ni para la oposición nacionalista, por lo que, al comienzo de la guerra, advertido por algunos que lo querían bien, se marchó al exilio y ya no volvió hasta su finalización. Cuando regresó, hubo de someterse a un consejo de guerra y comprobó que su biblioteca, una de las mejores que había en Barcelona, había desaparecido. Se instaló en Madrid y dirigió la editorial Plus Ultra. Moriría en 1964 sin haber vuelto a ejercer el periodismo.

Gaziel fue un escritor que hizo literatura con las sensaciones y los sentimientos que le suscitaba la guerra, a través de semblanzas de las gentes más importantes y las más humildes, solo escuchando, observando y transcribiendo con una prosa magnífica todo lo que vio en el París aquellos días.

La lectura de ‘Diario de un estudiante en París’ es apasionante. Gaziel cuenta cómo está en la Biblioteca Nacional, trabajando completamente solo en el inmenso salón de lectura, rodeado de más de tres millones de libros. Y escribe: «Dentro de un siglo la guerra de 1914, convertida en materia de estudio, estará reducida a algunos centenares de volúmenes llenando una estantería de esta misma Biblioteca Nacional». Eso es verdad, pero Gaziel olvidaba a los miles y miles de hombres que iban a morir por nada y para nada. Lo cantaría Pete Seeger años más tarde: «¿Where have all the soldiers gone? Gone to graveyards every one».

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