La diosa celta Loreena McKennitt convoca a sus fieles en el escenario de Pirineos Sur

La canadiense actuó por última vez en tierras aragonesas hace cinco años, en Zaragoza

La artista canadiense Loreena McKennitt.
La artista canadiense Loreena McKennitt.
P. S.

Este viernes 12 de julio estuvo en el Kursaal donostiarra, también ha pasado por Vigo o las madrileñas Noches del Botánico y el sábado 13 llega al auditorio de Lanuza. Junto al agua en la capital guipuzcoana (pegadita a la Zurriola, con el barrio de Gros a su vera), sobre el agua y bajo el cielo estrellado en el Pirineo, con la luna en cuarto creciente y la hechicería blanca lista para desplegarse. La canadiense Loreena McKennitt regresa a escenarios aragoneses un lustro después de su última visita (fue en Zaragoza) para protagonizar la cuarta jornada de conciertos en la presente edición de Pirineos Sur.

El concierto comienza a las 22.00 (apertura de puertas, desde las 20.00) y tras el recital se quedará en sesión El Bosque Sonoro DJ. La entrada es la segunda más cara del festival: 50 euros más gastos, solo por detrás de los 88 que vale el acceso al directo de Ricky Martin el próximo día 23.

Una referente

Loreena McKennit ha sido clave en la popularización de la música celta las cuatro últimas décadas. Comenzó su carrera discográfica a los 28 años, en 1985, y fue toda una referencia de escucha para los amantes del ‘new age’ desde sus primeras apariciones públicas. La veta celta llevada a un terreno de sutil elegancia fue y es su carta de visita; aunque ha encontrado siempre el abrazo de públicos selectos, su música no tiene nada que le impida conectar con todo tipo de audiencias. De hecho, en la serie española ‘El príncipe’ se escuchaba de manera recurrente allá por 2015 un fragmento de su canción ‘The mystic dreams’.

McKennitt está girando para apoyar su último lanzamiento, que data de marzo de este mismo año:‘The roack back home’, una oda al retorno al hogar grabada en vivo durante cuatro conciertos el pasado verano en Ontario (Canadá), donde reside actualmente. Su último elepé de estudio, que ya defendiera en Zaragoza en 2019, es ‘Lost souls’ (2018).

En este disco, la compositora (también vocalista, acordeonista, arpista y pianista) experimentaba con sonoridades diversas, en un dechado de versatilidad que reconoce como una convicción personal. “Usé –explicaba a HERALDO en 2019– un amplio rango de instrumentos y texturas musicales, como ya ocurriera cuando saqué ‘The Book Of Secrets’; los elementos celtas casan bien con los orientales, y con los clásicos; por otro lado, el mundo de las guitarras y los tambores también tiene la suficiente amplitud como para buscar el más indicado en cada momento. Si una canción necesita un coro ruso o una banda militar porque habla de una guerra del primer mundo, trato de conseguirla. El eclecticismo es fundamental, lo que el público espera y merece”. 

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