Jugar al mus: la Real, las mentiras permitidas y las trampas pilladas

Aunque en Aragón se cantan más las cuarenta que se lanzan órdagos, también hay tradición de contar amarracos. Pero no en todas las comunidades se juega igual. 

Un tapete especial de mus que encargó de propio Pilar García Alonso, de La Cepa Dorada, con su sitio marcado para poner las piedras y los amarracos.
Un tapete especial de mus que encargó de propio Pilar García Alonso, de La Cepa Dorada, con su sitio marcado para poner las piedras y los amarracos.
N. C.

Hubo un tiempo, hace ya cuatro décadas, en el que se juntaban a jugar al mus más de 100 parejas en febrero en un céntrico local de Zaragoza, en concreto en el Al Ándalus (actual La Trufa). Ello prueba que aunque en Aragón se cantan más las cuarenta que se lanzan órdagos, también hay tradición de contar amarracos. Pero la forma de jugar al mus varía entre comunidades, y no solo porque, por ejemplo, en Navarra y la Rioja se juega a cuatro reyes y en Aragón y Madrid a ocho. “Los madrileños y andaluces mienten antes y después de cortar. Los vascos, nunca. En la asociación se han unificado las reglas y solo se puede mentir antes de cortar”, apunta Agustín de Castro, delegado nacional de Asesmus (la Asociación Española de Mus) y presidente de Mus Aragón. 

Otra diferencia es la Real (sumar 31 con tres sietes y una figura): Hay en lugares donde no tiene validez, como en la Asociación Aragonesa de Mus y en Mus Aragón. Sin embargo, en otras regiones vale la 31 con tres sietes y un “rey con barbas” (es decir, no valen los treses). Mientras, en otros lugares solo vale con la sota. 

Otro clásico son los tramposos: “En la Asociación Nacional de Mus hay lista de tramposos a quienes no se permite competir. Hay quien es hábil con la baraja y prepara las cartas. Se queda un rey en el tapete…", explica Agustín de Castro. Añade que en las competiciones nacionales hay doble barajeo: debe barajar el anterior a quien le toca dar y luego le das a cortar antes de repartir. Las señas falsas o convenidas también se dan. “Yo he hecho de juez y cuando te piden que acudas porque hay indicios de que se están haciendo señas convenidas dejan de hacerlas”, asegura.

Pilar García Alonso junto a Pepe López, compañero de mus en numerosas ocasiones, en la Cepa Dorada.
Pilar García Alonso junto a Pepe López, compañero de mus en numerosas ocasiones, en la Cepa Dorada.
N. C.

También en La Cepa Dorada, cuando hacían campeonatos, detectaron una pareja que se hacía señas convenidas y la tuvieron que eliminar, explica Pilar García Alonso. Aprendió a jugar en su pueblo, San Leonardo de Yagua (Soria). "Me enseñaron mis hermanos y luego jugábamos toda la cuadrilla", explica. Con su marido, Víctor Peñaranda, de Navaleno, organizaron durante 16 años torneos de mus en La Cepa. "Hacíamos dos grupos de 10 parejas, dábamos un detalle para cada jugador y un trofeo, unas pequeñas figuras de bronce que hacía Irene Mombiela. Además, a los ganadores les daban una chapela bordada con el año y La Cepa Dorada. "De detalles dábamos llaveros, ceniceros, baraja con estuche…".  No podían jugar nunca en pareja Víctor y ella porque había que atender el bar… "Pero cuando jugábamos juntos en nuestros pueblos ganábamos muchas veces. Siendo novios nos tenían miedo en Navaleno y en San Leonardo", recuerda entre risas. También encargaron unos tapetes especiales, con el dibujo para poner las 4 piedras a un lado y en el opuesto el de los 7 amarracos. "El año del cambio al euro dimos un saquito de 22 pesetas (las piedras necesarias para jugar) a cada participante en el torneo". Se creó una escuela de mus con María José Morera. "Enseñamos a María José Coll, Alicia, Conchita, Merche… Quedábamos los lunes a las 7 y les enseñábamos, pero es difícil", asegura.

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