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Jesusa Vega: "Josefa Bayeu estuvo al lado de Goya toda la vida, no fue la mujer anodina que se dice"

La historiadora del arte recibe el martes, en Madrid, el premio Juan Andrés por su libro ‘Francisco de Goya en familia: Josefa, hermanos y amigos’  

Jesusa Vega lleva más de 30 años estudiando diversos aspectos de Francisco de Goya.
Jesusa Vega lleva más de 30 años estudiando diversos aspectos de Francisco de Goya.
Archivo Vega.

Jesusa Vega  (Madrid, 1957) es historiadora del Arte y catedrática de Arte Moderno y Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid, y especialista en la obra de Francisco de Goya desde hace años con libros, monografías y exposiciones a sus espaldas. Por su libro ‘Francisco de Goya en familia: Josefa, hermanos y amigos’ recibe el martes 25 de junio, a las 12.00, el XV Premio Juan Andrés que concede el Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización y el Grupo de Investigación Humanismo-Europa de la Universidad de Alicante, en un acto que tendrá lugar en la Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

La historiadora del arte resume así el espíritu de su trabajo, que indaga en aspectos esenciales de la vida y la obra del pintor de Fuendetodos: “En el siglo XVIII la familia era la que insertaba al individuo en el ser individual, social y cultural. Incidía directamente en la forma de vida: en los afectos, en sus posibilidades de formación, en sus aspiraciones y en la toma de decisiones. En la época en la que vivió Francisco de Goya (1746-1828) era igual de importante la familia nuclear formada por padres, hijos y criados, en cuyo seno se desarrollaba la vida cotidiana, como la familia extensa, es decir los parientes y amigos, esencial en la construcción de redes que protegían en la adversidad”, señala.

Agrega que en su trabajo, de unas 400 páginas, “se pretende un acercamiento desde la familia Bayeu a la que se incorporó con 17 años; desde la familia que el formó con Josefa y su único hijo logrado, Javier; y desde la amistad. Para ello es preciso considerar el contexto, tanto aquel en el que vivió el artista en su sentido más amplio —con sus acuerdos, intrigas y arbitrariedades; con sus alegrías, esperanzas y frustraciones—, como el historiográfico que ha construido su imagen y la de sus allegados que ha resultado a veces tan distorsionada que no se corresponde con la realidad que ofrece la documentación histórica que se conoce”.

"Josefa está lejos de ser la mujer anodina que se ha pintado: Josefa fue capital en la vida de Goya por ejemplo. Aprendió a leer después de casada por ejemplo y cuando estaba Martín Zapater buscando casa pide que no sea en un lugar triste porque 'la casa es la sepultura de las mujeres'”.

¿Cómo diría que le marcó el entorno familiar a Goya?

Si en lugar de pensar que Goya lo decidía todo ampliamos el espectro a la familia, los resultados son diferentes: la decisión de ir a Burdeos según la documentación se entiende mejor como una decisión familiar en la que resulta fundamental la familia Goicoechea Galarza (a la que se incorporó Javier Goya); sus miembros fueron los primeros que decidieron abandonar el país. Y el afecto que existió entre ambos consuegros llegó a tal punto que efectivamente compartieron sepultura ¿de verdad se puede creer que si no hubiera habido armonía, afecto, cariño y proximidad se habrían enterrado en la misma tumba? La última morada nos ocupa y nos preocupa a todos, también a Goya y sus hijos.

¿Y eso qué quiere decir?

Que Goya no se exilio en ningún momento. Nunca tuvo añoranza de España porque volvía cuando quería.

Vayamos con algunos conflictos familiares y con sus diferencias, rivalidades o celos con su cuñado Francisco Bayeu. ¿Fueron reales?

La situación fue muy compleja, lo más simple es sostener que Francisco Bayeu tuvo celos de Goya cuando ocurrió el episodio de Zaragoza algo que no se sostiene: Goya era un meritorio que prácticamente no tenía donde caerse muerto: como dijo Ponz apelando “genio compasivo” del Conde de Floridablanca para que se les pagara a Goya, Ferro y Castillo el cuadro pintado para San Francisco el Grande de Madrid con el fin de que “no pierdan el ánimo estos pobres, y con la recompensa se animen a otros trabajos”. Entonces Bayeu estaba prácticamente ya en la cúspide de la fama, se daba por descontado que sería nombrado primer pintor de cámara. En consecuencia, lo que ocurrió o el problema que se suscitó se refiere al modo de comprender el arte de la pintura, que se dislocó porque el cabildo dio una solución vieja a una cuestión nueva. Cuando se rompe la familia por la confrontación de Zaragoza por el tema de las pinturas murales del Pilar, Goya tiene que aprender a ser un cortesano y buscar clientela, y fue un tiempo muy difícil para su esposa Josefa que incluso dejó de visitar a su hermano Ramón enfermo. Josefa está lejos de ser la mujer anodina que se ha pintado: Josefa fue capital en la vida de Goya por ejemplo. Aprendió a leer después de casada por ejemplo y cuando estaba Martín Zapater buscando casa pide que no sea en un lugar triste porque “la casa es la sepultura de las mujeres”. Una mujer anodina jamás se expresaría así... Fue quien estuvo a su lado toda la vida y le ayudó a adaptarse a la vida moderna, cuando se conocieron ella hacía años que ya vivía en Madrid y él era un pueblerino.

Entonces, ¿por qué está tan eclipsada en la vida y en la biografía del artista?

La invisibilidad de Josefa Bayeu es consecuencia de la historiografía y ha llegado a ser total debido a que su retrato en el Museo del Prado tiene ahora una cartela que dice que es Leocadia Weiss. Pues, bien, no es así. Ese retrato es de Josefa Bayeu, le he dedicado a ello muchas páginas. Pero es el final de un proceso de anulación que comienza en 1928, lo mismo que sucede con su hijo Javier, al que no basta la etiqueta de falsificador sino que incluso se le ha llamado sinvergüenza.

¿Cómo podríamos explicar la relación con su hijo Javier?

Javier Goya siempre estuvo junto a su padre pero sobre todo a partir de la guerra y su viudedad para sacar adelante la familia, era quien facilitaba las relaciones con el exterior ya que Goya estaba muy limitado por sus achaques y enfermedades. Y precisamente la familia política fue el gran apoyo para la familia Goya Bayeu. Por otro lado, Goya siempre estuvo orgulloso de su hijo y hasta donde se lee en los documentos éste nunca le defraudó. Tras su muerte conservó el legado del padre, lo mantuvo y cuidó, así como veló por su buena fama.

Vayamos con sus amigos.

Entre los amigos, Martín Zapater era importante, pero es increíble el lugar que ocupó Ceán Bermúdez, por ejemplo que fue mucho más relevante e importante que el de Jovellanos o el de Fernández de Moratín. Que conservemos el epistolario con Martín Zapater es vital, además, para entender el concepto de amistad que tenía Goya, y es pueril y oportunista hacer una interpretación desde la homosexualidad. El capítulo empieza con una cita al comentario del capricho 62 ‘¡Quien lo creyera!’: “La amistad es hija de la virtud; los malvados pueden ser cómplices, pero amigos, no”. Cuando haces nuevas preguntas a la documentación y miras desde otro sitio sin poner a Goya en el centro la visión que te ofrece es completamente distinta: por ejemplo, el gran valedor de Velázquez fue Francisco Bayeu y lo que Mengs llevó a cabo en la Fábrica de Tapices fue una gran revolución, que queda completamente anulada si se etiqueta esa parte de la producción goyesca como rococó. Si fuera así, nunca podrían haber sido el fundamento del imaginario colectivo de los españoles: españolidad y rococó no son conceptos compatibles.

"Que conservemos el epistolario con Martín Zapater es vital, además, para entender el concepto de amistad que tenía Goya, y es pueril y oportunista hacer una interpretación desde la homosexualidad"

¿Cómo resumiríamos su intención global, su punto de vista?

El filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman dice que si en las imágenes solo vemos el documento o la estética se nos escapa la vida, el momento vital en el que esa imagen nació. Es ahí donde trato de situarme para devolver la humanidad a la historia. Si en el ‘Marianito’ solo vemos el cuadro o al nieto, se nos escapa la emoción y el rato que Goya pasó pintándolo y con ello la relación del abuelo con su nieto, algo que, por otro lado, queda claro en la inscripción de Goya a su nieto.

En Aragón, con un poco de arrebato ya se habla mucho de la conmemoración del bicentenario de Goya. ¿Usted qué nos aconseja?

Para el centenario me ha acordado de lo que escribió Camilo Goya a Zapater: “El no haberle a Vuestra Merced escrito luego que llegué acá, fue por no poderle dar las noticias que deseaba de Francho; pues este aunque Dios le ha dado fortuna y habilidad, esta es tan perseguida con tanto esfuerzo que ya que no son capaces de obscurecerla […] le quitan la paciencia diciendo si ha dicho, si no ha dicho, […] lo peor es que logran de este modo el que aborrezca la pintura, y no pudiendo quitarle la habilidad logran el que no continúe, o al menos está expuesto a ello”. Es decir, que Goya era víctima del ruido, como ha ocurrido en estos últimos 30 años. Pienso que el centenario es una buena oportunidad para apartarse del ruido y volver a Goya, su obra y el placer de hacer arte.

Partiendo de aquí, toda obra es resultado del tránsito de la mente a la mano. Siempre se ha ponderado la capacidad de Goya para emplear múltiples técnicas artísticas. En pintura, por ejemplo, pinta al fresco, al óleo y a la aguada, en soportes tan diversos como lienzo, madera, cobre, marfil y hojalata. En arte gráfico hizo grabado, litografía y dibujo, cada uno con una enorme diversidad de técnicas. Por ejemplo, en dibujo: lápiz negro y rojo, lápiz plomo, pluma, pincel y lápiz litográfico.

¿Se atrevería a ser algo más concreta?

¿Cuál es mi propuesta? Pues explicar la habilidad del arte de Goya para aprender a disfrutarlo. La cocina del arte es como la cocina gastronómica. Cuanto más educado estás en ella más la disfrutas y más sabrosos son los resultados. Mejor puede valorar las audacias, novedades y tradiciones del chef, pues lo mismo con Goya. Por ejemplo saber el efecto que tiene la espátula ayuda a valorar la combinación de ésta con la pincelada y todo contribuye a la ‘magia de la pintura’ que es lo que emocionaba a Goya. Sería estupendo que se hiciera una exposición que fuera pareja a la película del ‘Misterio Picasso’. Viendo dibujar y pintar a Picasso en esa película es posible imaginarse lo que decía Camilo Goya y lo muchísimo que disfrutaba Goya con su trabajo, tanto o más que yo con el mío.

Jesusa Vega lo tiene muy claro: este cuadro es el retrato de Josefa Bayeu, esposa de Goya.
Jesusa Vega lo tiene muy claro: este cuadro es el retrato de Josefa Bayeu, esposa de Goya, y o del de Leocadia Weiss.
Goya/Museo del Prado.
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