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Marta Sanmamed recorre 'De tumba en tumba' algunas curiosidades de los cementerios españoles

En el libro aparecen los camposantos de Fabara, Jaca, Belchite, Alcañiz, Trasmoz... "No somos eternos y no debemos malgastar el tiempo que nos ha sido concedido", dice la autora.

Cultura. Santa Engracia. Entrevista con Marta Sanmamed, que ha escrito un libro de curiosidades de tumbas aragonesas / 19-06-2024 / FOTO GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]]
En la cripta de Santa Engracia. Sanmamed posa junto a una Virgen con Niño de José Llimona, «uno de los escultores modernistas más importantes». «Es también autor de uno de mis ángeles guardianes favoritos, el que puede contemplarse en el cementerio de Comillas, en Cantabria», dice la experta en arte funerario.
Guillermo Mestre

En España hay unos 17.000 cementerios y Marta Sanmamed se los ha recorrido «casi todos». «Desde el más pequeñito de todos, en un pueblo del valle de Arán, hasta el de La Almudena, que es el más grande de Europa», comenta esta escritora e investigadora de arte funerario, que esta semana presentó en Zaragoza su libro ‘De tumba en tumba’ (Almuzara, 2024). Que la portada se ilustre con una pala de sepulturero no es casual –«es un símbolo»– porque a lo que se dedica Sanmamed es a «desenterrar historias», porque cada nicho y cada panteón tienen detrás curiosidades que aguardan a ser descubiertas.

«Después de una intensa criba, en el libro aparecen 90 tumbas. Es un viaje por toda España, pero Aragón está muy presente porque tiene un potencial brutal», dice Sanmamed.Apenas ojeando un poco el libro se ven referencias a Fabara, Belchite, Alcañiz, Trasmoz, Fuentespalda, los Amantes de Teruel («una maravilla, que fue un regalo de Juan de Ávalos a la ciudad»). «También aparece el cementerio alemán de Zaragoza o la torre de los italianos, y algunas de mis historias preferidas se centran en los espías de Canfranc de la Segunda Guerra Mundial», relata. Así, además del enterramiento de Lola Pardo, se glosa el de Faustino Antonio Camazón, que está en el cementerio de Jaca. Él fue jefe de los siete criptógrafos españoles que trabajaron junto a Alan Turing para descifrar el código Enigma de los nazis.

"Localizar el nicho número uno de cada cementerio aporta mucha información acerca de la costumbres de cada época"

Una de sus historias preferidas es la del escueto ‘cementerio de Teresa’, en Bausén. «Es la historia de amor de dos primos, cuyo matrimonio no se consintió y vivieron en pecado. Ella contrajo tuberculosis y, al morir, el cura no quiso darle santa sepultura. Esa misma noche, el pueblo entero se reunió de madrugada y, enfrentándose al párroco, le construyó un cementerio solo para ella». Sanmamed, que ya había tratado esta temática en su libro ‘Aquí yace o no’ (Anaya, 2012), explica que siempre que visita un camposanto busca «el nicho número uno, porque me da mucha información: cómo se vertebra el cementerio, qué piedra se usa en las lápidas, quién era la persona inhumada, en qué año se produjo el enterramiento...». 

Portada de la publicación que ha sido una de las sensaciones de la última Feria del Libro.
Portada de la publicación que ha sido una de las sensaciones de la última Feria del Libro.
Heraldo

En sus visitas suele contar con la inestimable ayuda de sus ‘sherpas’ (así llama a los enterradores, albañiles, mujeres que ponen flores...) y, también, de aficionados y lectores que le descubren nuevas tumbas o le cuentan la historia de algunos panteones. «El libro aborda los enterramientos desde un tono relajado pero respetuoso. La muerte es un tema que, sin ser macabros ni morbosos, nos atrae a todos», dice la experta, que recuerda que a partir del año 1800 se crean casi todos los cementerios españoles. «Era una época en la que la muerte estaba más presente en nuestras vidas, y la gente se cuidaba de tener un buen panteón, por eso hay grandes obras y patrimonio funerario».

«Ya en el siglo XIX –continúa– teníamos el ‘memento mori’, y podemos retrotraernos mucho más para recordar cómo el César, cuando iba en su cuádriga, llevaba un esclavo al lado que todo el tiempo le recordaba que era hombre», explica la autora, que es conocida también por su ‘podcast’ ‘Metadamas’ y sus colaboraciones en ‘La escóbula de la brújula’.

Una vida en semanas

Sanmamed insiste en que conviene «saber que no somos eternos y que no debemos malgastar el tiempo que nos ha sido concedido». De hecho, en las presentaciones hace al público calcular el tiempo de vida que les queda, «pero no en horas, que entonces parecen muchas, sino en semanas». En una vida ‘normal’ se disponen de unas 4.400 semanas (unos 85 años), «si vas restando las que ya has disfrutado, ¿a que no quedan tantas?».

La autora comenta que este pensamiento, «lejos de llevar a una depresión», azuza y ayuda a vivir y, de hecho, «en muchos cursos de desarrollo personal ahora invitan a dar un paseo por un cementerio». Sanmamed es algo que lleva haciendo desde hace décadas, dado que entra a los camposantos para relajarse: «Igual que otros hacen yoga, yo hago meditaciones, es un ‘memento mori’».

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