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historia 

Un diplomático olvidado que salvó a 500 aliados de las cárceles aragonesas

Antonio Valverde Gil fue vicecónsul británico en Zaragoza en la II Guerra mundial, espiaba al cónsul alemán en la calle Costa y logró que no mataran a cinco presos.

El vicecónsul británico de Zaragoza, Antonio Valverde Gil, estuvo desde 1941 a 1948 en el puesto, donde salvó a cientos de presos de países aliados que huían por los Pirineos.
El vicecónsul británico de Zaragoza, Antonio Valverde Gil, estuvo desde 1941 a 1948 en el puesto, donde salvó a cientos de presos de países aliados que huían por los Pirineos.
Heraldo

Antonio Valverde Gil era un empresario (Alboloduy, Almería, 1899-Zaragoza 1977) que debería convertirse en un personaje de estudio por los historiadores y los estudiantes de Aragón, como hacen algunos alumnos de bachiller del colegio Rosa Molas. ¿La razón? Su periplo como vicecónsul británico de Zaragoza entre 1941 y 1948, sobre todo durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

Este ingeniero abrió dos empresas de maquinaria en Gran Bretaña en 1939, al acabar la Guerra Civil. Estaba casado con una zaragozana, Pilar Alcalde Pérez, de una familia burguesa de la ciudad, y tuvieron dos hijos (residían en Canadá y uno acaba de fallecer). Vivieron en la calle Latassa y Antonio Valverde Gil fue enterrado en el cementerio de Torrero.

En los inicios del conflicto mundial, el embajador británico en España, Samuel Hoare, nombró a Valverde vicecónsul británico en Zaragoza, bajo la jurisdicción del consulado de Barcelona, que estaba dirigido por Harold Farquhar. La propuesta de su elección fue de Michael Creswell, miembro del M19, un departamento altamente secreto de Inteligencia Militar Británica de la Oficina de Guerra entre 1939 y 1945.

La misión del vicecónsul, que se instaló en el número 2 de la céntrica calle Costa de Zaragoza, fue “crear y coordinar una red de espionaje que permitiera colaborar con las rutas de escape a través de España”, al ser un supuesto país neutral, de miles de “refugiados ingleses, americanos, belgas, holandeses, canadienses, judíos, apátridas, desertores y personas indocumentadas” perseguidos por el Tercer Reich.

Edificio de la calle Costa 2 donde estuvo el viceconsulado brittánico de Zaragoza durante la II Guerra Mundial. Los alemanes estaban en el cercano edificio de Costa 7.
Edificio de la calle Costa 2 donde estuvo el viceconsulado brittánico de Zaragoza durante la II Guerra Mundial. Los alemanes estaban en el cercano edificio de Costa 7.
Heraldo

En 2013, la escritora Patricia Martínez de Vicente presentó su libro “Paso Doble. Salvados del Holocausto vía España” en Madrid. En el prólogo que escribió el hijo del diplomático, José Antonio Valverde, contó que su padre se dedicó desde los primeros meses de la contienda internacional al “rescate de refugiados aliados” porque era el único representante consular en la región y representó a los países implicados en la alianza.

En esta publicación, el hijo cedió a la autora varias cartas de su padre donde relataba diversos episodios vividos desde su oficina de la calle Costa 2, desde donde tenía otra función: “Controlar las acciones del cónsul alemán Gustav Seegers (que residía en el número 7 de la misma calle) y distribuir la información proporcionada por la embajada británica”.

Logró socorrer y sacar de los campos de concentración (San Juan de Monzarrifar y Miranda de Ebro), de las cárceles (Jaca, Huesca y Zaragoza) y comisarías a todo tipo de refugiados de diferentes etnias y nacionalidades, por un total superior a 500 individuos que luego, con la colaboración o sin ella del M19 británico, procedía a enviar a la Embajada Británica en Madrid o por rutas clandestinas de escape a Gibraltar o Lisboa”, contaba el hijo de este héroe olvidado tan ligado con Aragón.

Salvó a cinco condenados a muerte 

Entre esos salvamentos, el vicecónsul consiguió que fueran indultados cinco condenados a muerte de países aliados por el Gobierno de Franco en Madrid. Antonio Valverde confesaba en una carta que «salvar la vida de estos hombres es prioritario dentro de mis obligaciones con los británicos, y trato de cumplirlo lo mejor que puedo».

Su hijo recuerda entre ellos a un tal Kelly, que sería un seudónimo, aquel hombre estaba preso en Burgos. “Mi padre recibió una carta del capellán de la prisión comunicándole que por su acción humanitaria se le ha conmutado la pena de muerte por la inmediata inferior. Nunca me contó quién era ese ‘Kelly’, pero el caso es que se salvó”, señala. 

También cuenta el diplomático en una de sus cartas publicadas que tuvo que buscar a un preso ya cadáver para su repatriación llamado Labasque, un joven canadiense al que sus padres reclamaban desesperados. “De lo único que estaban seguros es de que su hijo había escapado a España sin más. Hasta que desgraciadamente tuve que confirmarles su fallecimiento. Y lo que es peor, lo habían enterrado en una fosa común y ya no se le podía recuperar”, relata en la misiva a su amigo Oriol Zubirats en 1942.

Entre los 500 presos que logró sacar en libertad, el diplomático confiesa que estuvieron dos sobrinos del general Charles De Gaulle (presidente de Francia al acabar la II Guerra Mundial). Y además, menciona al príncipe Miguel Poniatowski, de origen polaco, ciudadano francés y miembro de la Resistencia, que fue uno de los casos más complicados a los que se enfrentó.

Actos de conmemoración en Francia por el 80 aniversario del desembarco de Normandía.
Actos de conmemoración en Francia por el 80 aniversario del desembarco de Normandía.
BENOIT TESSIER / POOL

A finales de 1944, el Valverde confiesa que salvó a una pareja de agentes británicos que había cruzado los Pirineos, a uno de los cuales tuvieron que cortarle una pierna por congelación, mientras su compañero lo cargó buena parte del trayecto. Habían espiado en una zona alemana de Calais (Francia), frente al Canal de la Mancha, donde tenían instalados los V1 y V2 (dos misiones estratégicas) y se traían los planos de situación de esa instalación. Acabaron presos en la cárcel de Huesca, pero cuando los rescató pudieron informar a los espías de M19 en el despacho de Antonio Valverde Gil.

Quince días después, “la RAF destruyó las instalaciones de los V1 y V2 que tenían los alemanes camufladas, próximas a Calais, y cuyos planos llevaban los agentes que pasaron por casa”, relata el diplomático. “Era una información primordial para los aliados, que ha contribuido a cambiar el curso de la guerra”, concluye.

Bombardero alemán de la II Guerra Mundial rescatado en Canal de la Mancha
Bombardero alemán de la II Guerra Mundial rescatado en Canal de la Mancha
AFP

El gobernador civil que le ayudó 

Confiesa Antonio Valverde, que rescatar a los prisioneros aliados en las cárceles aragonesas no era nada fácil a pesar de su condición de vicecónsul británico, y quien le solía ayudar era el gobernador civil de Zaragoza, Francisco Sáenz de Tejada, barón de Benasque. “Una persona sensible y responsable que siempre se ha portado muy bien en estos asuntos” e “incluso arriesgándose a desobedecer órdenes de Madrid”, relataba. “Así que, lógicamente, no han tardado en destituirlo (estuvo desde 1939 hasta 1943). Yo también tengo mis fuentes de información extraoficiales y me enteré que estas ayudas le repercutieron”, contó en su misiva a un amigo.

Además, le confiesa que «Zaragoza se ha convertido en una capital muy estratégica política y geográficamente hablando» por su cercanía a los Pirineos, que en esos años de la II Guerra Mundial se convirtieron en el lugar fundamental para huir de los países de Europa que estaban en guerra. También lamentó que España sufría el racionamiento y la escasez de productos necesarios que provocó el "hambre literal".

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