El 'romantasy' literario tiene nuevas jefas en España: las Hermanas Greemwood sacan 'La tierra de los dorados'

Las madrileñas Beatriz Blanco (con ADN zaragozano por vía materna) y Natalia Martín cuentan con el espaldarazo de Planeta para la edición y difusión de su obra

Natalia (sentada) y Beatriz son las Hermanas Greemwood. Este lunes 17 de junio estuvieron en Zaragoza.
Natalia (sentada) y Beatriz son las Hermanas Greemwood. Este lunes 17 de junio estuvieron en Zaragoza.
Oliver Duch

El pasado 12 de junio, España supo de la existencia de Elyana, “una protagonista fuerte, valiente y empoderada que tiene aspiraciones más allá de lo romántico”. Esta joven heroína lleva sobre sus espaldas una carga exigente: gestionar el peso principal de una novela, creada a cuatro manos por Hermanas Greemwood (Beatriz Blanco y Natalia Martín) y enmarcada en el género híbrido del ‘romantasy’, cada vez más en auge: fantasía y romance en dosis alícuotas (el porcentaje exacto varía según la firma) y muchos codos a la hora de revisar determinadas épocas de la historia, a fin de enhebrar tramas coherentes que tiren tanto de la ensoñación como del trabajo documental previo.

Planeta ha confiado en el talento de estas dos jóvenes maestras de escuela radicadas en Alcalá de Henares (Madrid) y ha editado ‘La tierra de los dorados’. Ambas tienen en su haber la trilogía ‘Los absolutos’ (2020-2022) y cofundaron Tinta Digital AL, una iniciativa para fomentar la lectura entre los jóvenes a través de campamentos literario-temáticos. Ahora se lanzan a esta aventura que, aun revestida de imaginación, plantea una dicotomía clásica: elegir el camino ancho de baldosas amarillas o el angosto con un mayor premio al final.

Escritoras desde siempre

Las dos autoras son de la quinta del 93, y vieron la primera luz en Madrid. Natalia tiene sangre extremeña; Beatriz, por parte materna, zaragozana. “Las dos empezamos a escribir pronto. Natalia lo hizo a los 16, yo a los 17 -apunta Bea- y Alcalá es una ciudad pequeña, al final todo se sabe; ambas escuchábamos nombrar a ‘la otra chica que escribe’, y finalmente nos presentaron. Y ya ves, amor a primera vista, es como una hermana, familia escogida. Mi padre, por cierto, también escribe y es un gran lector”.

“Mis padres también leen mucho, y mi padre escribía poesía. Eso cala. Además, soy hija única -apunta Natalia- me aburría en casa; aún fuimos niñas analógicas y usamos las pesetas para las primeras chuches. Y Alcalá es una ciudad literaria, la verdad”.

Las Hermanas Greemwood (adoran los cuentos clásicos: es un homenaje a Grimm y ahora logo común con la ‘m’ de Martín y la ‘w’ de white, por Blanco) son sus peores críticas, y no rehúyen el gesto de hincar codos en la tarea documental. Dos ‘profes’ que predican con el ejemplo, vaya. “En este caso estudiamos a fondo la mitología egipcia para dibujar personajes divinos y antropomorfos, y también la corte vienesa para meter ahí la parte cultural, el politiqueo de la trama y la estructura palaciega -apuntan- que completa el dibujo. Acabamos unificando esas referencias: aunque escribamos de fantasía, la coherencia es necesaria, hay reglas y pasos que no te puedes saltar antes de darle a la tecla”.

A la hora de dibujar los personajes y plantear su desarrollo, las dos buscan el equilibrio entre el interés romántico y la acción. “Con los personajes partimos de algo tan básico como la categorización por los signos del zodiaco; nuestra protagonista, Elyana, es Tauro, y se suele conducir con ciertos patrones de actuación. Si los conoces sabes qué decisiones va a tomar después de cada situación. Si se plantea como inminente o necesaria una acción heroica pero nuestro personaje nunca haría tal cosa, efectivamente no la hace: buscamos una alternativa para llegar a donde queremos llegar, aunque nos guste menos”.

La respuesta inicial, aunque suene a cliché, está siendo muy positiva. “Hasta ahora es… ¿cómo lo digo? Embriagador -apunta Beatriz- porque más allá de la alegría y el orgullo de haber llegado aquí juntas, aún prima en nosotras una especie de vértigo por la llamada de Planeta y la apuesta que han hecho por nosotras. Queremos hacer todo lo posible por estar a la altura, y debemos lidiar con ese peso sobre los hombros. Cuando llegan los piropos a la novela aún respondemos “¿Sí? ¿De verdad te lo parece?”

“Estamos disfrutando como enanas, batallando contra el síndrome del impostor”, corrobora Natalia. “Y el apoyo de la otra es fantástico, tanto en las alegrías como en los momentos de bajón, nadie puede entenderlo del mismo modo, por mucho que nos apoyen nuestras respectivas parejas. ¿Serie, película? Es otro sueño, claro, ya nos lo han dicho algunos lectores. Antes viene el de la traducción a otros idiomas, pero sería increíble”, concluye Beatriz.

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