Eladio Carrión demuestra en Zaragoza que los traperos también tienen corazón... y mucho éxito

El cantante puertorriqueño arrasa en su concierto en el pabellón Príncipe Felipe con 8.200 jovencísimos y entregados espectadores. 

Eladio Carrión, el inicio de su concierto en Zaragoza.
Eladio Carrión, el inicio de su concierto en Zaragoza.
José Miguel Marco

Hace dos semanas justas, Isabel Pantoja ofreció el hasta ahora último concierto en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza. La tonadillera conquistó a la audiencia respaldada por un imponente grupo compuesto por unos 50 integrantes entre músicos y coristas. En la noche de este sábado 8 de junio, Eladio Carrión ha emulado–y doblado en asistencia con 8.200 espectadores– el triunfo de la sevillana con la única presencia de si mismo, un micrófono y un círculo de luces en el escenario y varias pantallas circulares. Ni banda, ni cuerpo de baile. Sobriedad y austeridad máximas para un triunfo colosal.

El puertorriqueño ejemplifica el cambio de paradigma que se ha producido desde hace unos años en la industria musical. Un choque de mundos y de generaciones que unos detestan o no comprenden y otros aman fervorosamente. A buen seguro, su nombre, resulta indiferente para aquellos que superan la cuarentena. Pero para los adolescentes y veinteañeros, Eladio Carrión es un ídolo masivo, como se ha demostrado en el pabellón zaragozano. 

En esta gira española titulada ‘Sol María’ como guiño a su mamá (los traperos también tienen corazón) que este sábado ha concluido en Zaragoza, en la que ha llenado tres veladas consecutivas el Wizink Center de Madrid, ha reafirmado esa condición de estrella por la que tanto ha luchado. Sus versos son la biblia para muchos jóvenes y su presencia genera un interés exacerbado. Zaragoza lo certificó. Las entradas volaron y los versos se cantaron a pleno pulmón cual karaoke multitudinario. 

"Este es el último 'show' de la gira. ¡Qué se sienta! Hoy lo vamos a dar con todo hasta que me tiemble la voz. Yo canto hasta afónico", prometió Carrión, que vestía de negro por completo y que derrochó un carisma irresistible. No paró de interactuar con el público. 

Cumplió con su promesa. Arrancó apretando el acelerador con 'Kemba Walker', el 'hit' planetario que compartió con su paisano Bad Bunny. Y durante casi dos horas siguió un itinerario de aclamación colectiva y rotunda con temas archiconocidos por una audiencia extasiada. 'Gladiador', 'Betty', 'Mi primera chamba', 'Coco Chanel'... Hasta una treintena de canciones se sucedieron en un "tiovivo" frenético, como él mismo definió. 

Su lírica, afilada y callejera, fue coreada masivamente. Capaz de cantar "Ya me acosté a dormir, pero si es pa' chingar levántame. Tengo chavo con cojone, chapéame (cash, cash, cash)" y, al poco tiempo, ponerse sumamente tierno y sentimental para dirigirse a su progenitora. "No existe algo más puro, ni más sincero que el amor de una madre. Papá ama un montón, pero el amor de madre es algo diferente, hermano. Es algo que solo entienden ellas, y te lo digo yo que recién soy papá...", proclamó en un vídeo que dio paso al romanticismo y al amor 'a lo Eladio Carrión'. 'TQMA' o 'Me gustas natural' gritaron a los cuatro vientos que sí, que los traperos también tienen corazón... y muchísimo éxito. 

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