Cómo La Oreja de Van Gogh salvó al músico Pablo Benegas del miedo a ETA

Cuenta en 'Memoria' que en el instituto llegó a escuchar: "Vamos a matar a tu padre". Arranca su relato en un mitin político y lo concluye en 1998 en Zaragoza, en el primer gran concierto de su banda.

Detalle de la portada del libro 'Memoria', de Pablo Benegas
Detalle de la portada del libro 'Memoria', de Pablo Benegas
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Pocas estrellas de la música tienen un pasado previo a su despegue profesional tan agitado como Pablo Benegas. En un libro cuenta cómo la música y la amistad cristalizadas en su banda, La Oreja de Van Gogh, lo salvaron del temor perpetuo que respiró de joven por la amenaza directa de ETA.

"Quería revisitar y ponerle nombre a algunos monstruos, porque me he dado cuenta de que no había procesado ciertas cosas", expone en una entrevista ante la publicación de 'Memoria' (Plaza & Janés), al que ha dedicado año y medio de escritura.

Sus cuatro hijos también fueron determinantes en este ejercicio, dice. "Somos padres de la primera generación de jóvenes que van a crecer sin terrorismo en Euskadi y tenemos que contarles que en esas calles donde ahora hacen vida normal, antes se asesinaba a la gente por pensar diferente", expone.

Como hijo de Txiki Benegas, miembro destacado del PSE y, como tantos otros, amenazado por la banda terrorista, Benegas (San Sebastián, 1976) "normalizó" vivir en el desasosiego y "las miradas de odio, que son demoledoras, porque el que odia tiene muy claro por qué odia y su mirada te anula".

"Tiene que ser muy complicado de asimilar para los que destrozaron la vida a muchísimas personas que, además de destrozarse la suya y la de sus familias, fue para nada. Lo que está claro es que el odio que generó aquello sigue ahí, sigue pasando entre generaciones y es algo que tienen que drenar", opina el músico, que en el instituto llegó a escuchar: "Vamos a matar a tu padre".

Ahora, con "la perspectiva que da la madurez" y sin darse "ninguna importancia" ("No viví nada diferente que otros muchos hijos de dirigentes políticos", alega), ha rescatado las anomalías de aquella época como homenaje "a quienes dignificaron la profesión política" y por si sirve como lección para el presente.

Las incidencias del primer disco

Con ídolos como U2 o Pearl Jam, él encontró refugio en la música, en los locales de ensayo y en nuevos amigos: Xabi San Martín, Haritz Garde, Álvaro Fuentes, Luis Meyer y Amaia Montero, con los que formó La Oreja de Van Gogh, el grupo de mayor éxito en España en el siglo XXI.

"Quería contar cómo me junto con unos amigos y cómo esa amistad y la música me sacan de un contexto muy difícil y me llevan a vivir una vida completamente diferente de luz y color. A partir de ahí empieza otra historia", explica Benegas sobre las razones por las que arranca su relato en un mitin político y lo concluye en 1998 en Zaragoza, en el primer gran concierto de su banda.

Con 'Memorias' se asiste así al nacimiento de un sueño, sin escatimar detalles como los de la grabación de su ya exitoso primer álbum, 'Dile al sol' (1998), en el que no pudieron tocar los instrumentos en la medida en que lo hubiesen deseado y fueron ayudados "por unos músicos increíbles" a registrar "todo lo gordo".

"Nuestra capacidad de componer iba más rápido que nuestra capacidad de ejecución. Nos metimos al local de ensayo a ensayar muy fuerte las canciones que iban a entrar en el disco pero, cuando llegamos al estudio, nos dijeron que había que grabar un tema al día. Para nosotros era imposible, como para muchos grupos lo sería ahora mismo", explica.

Destaca en cualquier caso que sí está la voz de Montero, los teclados de San Martín y algunas percusiones y guitarras que él mismo grabó y que, ya con 'El viaje de Copperpot' (2000), su segundo álbum, lograron recuperar la confianza como músicos.

"Descubrimos que, cuando eres autor de tu música, las inseguridades y los miedos son parte de la canción, hacen que sea especial por tu manera de ejecutarla, y que, si nosotros hubiéramos sido músicos de conservatorio, nunca hubiéramos podido componer esos primeros discos, que vienen de la absoluta ignorancia, la frescura y la falta de prejuicios", señala.

Más de 25 años después, el grupo vuelve a vivir un momento dulce, reivindicado por sus estribillos memorables y sus historias cotidianas por una generación que ni siquiera había nacido cuando se editó su debut, y "sin más objetivos que cumplir".

"Estamos al margen de los ritmos de la industria: no sacamos canciones sueltas, lanzamos los discos cuando queremos y como queremos, igual que decidimos cuándo salir de gira. Es un privilegio disfrutar así de la música", observa Benegas, que anticipa que probablemente en 2025 tendrán un nuevo trabajo en la calle y que no se ve muy animado por hacer conciertos de estadio.

Enumera además las razones por las que a sus compañeros de filas aún hoy los llama amigos: "El respeto, la lealtad, que nos admiramos profundamente y entender que los egos en un grupo pitan como una olla express y que el talento individual tiene que estar supeditado a algo más grande".

¿Se imagina una vida diferente, como político quizás? "Mi madre no me hubiera dejado, pero nunca sabes. Era estudiante de Derecho, iba a Juventudes Socialistas aunque no estaba afiliado y formaba parte de agrupaciones pacifistas. Podría haber acabado en eso, sí, pero en ningún caso hubiera sido el viaje maravilloso que ha sido con mi grupo", responde. 

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