LETRAS ARAGONESAS. ocio y cultura

Jordi Siracusa: "Todas y todos hemos bailado dulces melodías, hemos amado y pecado"

El autor barcelonés, residente en Zaragoza desde hace algunos años, publica la novela autobiográfica 'Quinto patio', que recrea su infancia y juventud

Jordi Siracusa vivió muchas aventuras de pícaro, de lector y joven que quería comerse el mundo en el Manila Hotel.
Jordi Siracusa vivió muchas aventuras de pícaro, de lector y joven que quería comerse el mundo en el Manila Hotel, donde hacía fotos de Antonio Garisa, Sara Montiel o Dalí.
Guillermo Mestre.

Autor habitual del sello Comuniter, Jordi Martínez Brotons firma como Jordi Siracusa. Nació en Barcelona en 1945. Tras una trilogía policial protagonizada por Jordi Brotons, abordó las huellas del nazismo y de la Guerra Civil en Teruel. Ahora ofrece una autobiografía novelesca 'Quinto patio' (Comuniter) donde reconstruye su vida y la de su familia. Firma estos días en la Feria del Libro de Zaragoza.

¿Es a veces necesario retroceder muy atrás para seguir avanzando o para saber quién es uno?

Sí, necesario y divertido. En parte, somos lo que somos en función de nuestras raíces y nos conocemos mejor sabiendo nuestra procedencia. Como dice el adagio: Nunca olvides de dónde vienes, porque eso determinará a dónde puedes llegar.

¿Qué le ha llevado a realizar esta gran inmersión en su infancia y adolescencia que es ‘Quinto patio’ (Comuniter)?

En primer lugar contar a mis hijas y a mis nietos nuestras raíces. En segundo lugar rememorar mis pasos por aquella Barcelona de los años 50 y 60. Una ciudad distinta a la que hoy conocemos, si no en idiosincrasia, sí en aspiración. El alma y el proyecto de la ciudad han cambiado y, lamentablemente, no para bien.

Barcelona ha cambiado mucho, pero es la gran protagonista de ‘Quinto patio’. ¿Cómo la definiría, qué tiene de especial, sigue oliendo dentro de usted?

La personalidad de aquella Barcelona era muy exclusiva. Las calles y plazas y lugares de mi niñez tenían un carisma especial; por fortuna, algunas todavía los conservan. Las fragancias de antaño todavía perduran en el recuerdo. Y creo que a todos nos ocurre lo mismo con nuestro pueblo o nuestra ciudad, todavía hoy nos huelen a infancia.

Cuenta muchas cosas de los amigos de entonces, de las picardías, de la revelaciones constantes. Díganos tres o cuatro cosas o detalles que le hayan marcado de modo muy especial.

Creo que son cosas comunes de todos los adolescentes. Ayer fueron huracanes y hoy son vientos de remembranzas, tal vez de añoranza. A mí, en concreto, me han marcado de forma indeleble mis escuelas: aprender, aprender y saber más era primordial. Mi barrio, la novela es un homenaje al viejo distrito Quinto; esas relaciones con los amigos y, más tarde, con las amigas; aquellos guateques y el carrusel de sensaciones y descubrimientos en el paso de la infancia a la juventud. Y, en particular, el viejo Manila Hotel, mi primer trabajo.

Jordi, de muy niño, en 1949, a los 4 años, entre Miguel Báez 'Litri' y Antonio Ordóñez.
Jordi, de muy niño, en 1949, a los 4 años, entre Miguel Báez 'Litri' y Antonio Ordóñez.
Archivo Siracusa.

En su familia hay muchas historias enigmáticas, como umbrales a terrenos prohibidos. Por ejemplo, la de su abuelo Rómulo y Desideria Marcos, o la de su tía Elvira, y su fotografía y su pasión por el baile, por ejemplo. ¿Qué entreveía ahí, qué secretos guardan las familias?

Todas las familias tienen secretos que, en el fondo, no lo son tanto. Sin embargo, he querido profundizar en los de la mía para que nada se escape. Tener un abuelo anarquista; otro burgués con amante incluida, típico de la burguesía catalana y sobre lo que tanto se ha novelado; una abuela cantante del Paralelo barcelonés y la otra, hija de militar, dan para varias novelas. Todas esas historias familiares las cuento en el libro sin ningún recato, son la vida misma. Todas y todos hemos bailado dulces melodías, hemos pecado, hemos amado, ganado y perdido. Esas historias, como diría Machado, estaban esperando digno cantor y yo me he atrevido a aceptar el reto.

¿Qué ha sido lo más fascinante y lo más triste de este rescate de tantas semillas de fantasía?

Lo más fascinante ha sido verme retratado en mis ancestros, por eso quiero trasmitirlo a mis descendientes. No hay pecado ni aventura que antes no vivieran mis antepasados cercanos o las calles que describo de mi Barcelona. Y nada triste hay en todo eso porque es la vida misma. Sí hay melancolía, la del abuelo por no conseguir la Icaria soñada; la de mi padre por perder una guerra; la de un barrio deteriorado por las circunstancias y el turismo masivo… la de un niño por culminar el tiempo de las luces.

¿Qué le daban los cines de barrio y las bibliotecas?

Todo. Vivir otras vidas en las grandes superproducciones hollywoodienses o en algunas de las películas españolas de la época, era genial. La parafernalia de una tarde de cine de doble sesión y de NODO –aunque fuese alienante– tenía mucho de mágico. Lo de las bibliotecas era un punto y aparte: todo un mundo maravilloso se abría a la mente de un niño en aquellos templos del saber. El tacto de un libro, el airear de sus páginas y el olor a literatura es fascinador, todo un prodigio.

¿Qué han significado los bares y los hoteles en su vida?

Los bares poco, solamente en el aspecto complementario de los servicios de un hotel. Sin embargo, hay bares con encanto. En el Manila Hotel teníamos uno dedicado al Liceo. Las prima donna y los cantantes del teatro operístico barcelonés se daban cita para sus tertulias y resopones. Los hoteles sí fueron parte de mi vida desde mi inicio como botones hasta llegar a director. Ha recorrido mi amor toda la escala social hotelera, como diría José Zorrilla.

¿Es cierto eso de que era el retratista del Manila, y que retrataste hasta al zaragozano Antonio Garisa, a Sara Montiel o al mismísimo Salvador Dalí?

Sí. Pero con dudoso éxito. Yo era jefe de reservas en el Manila y el director me encomendó la misión de hacer pequeños reportajes fotográficos de los clientes más distinguidos. Hice lo que pude, pero confieso que era un mediocre fotógrafo; entonces no podías repetir varias veces la instantánea y no veías el resultado hasta el revelado. Por eso salían como salían. No obstante, eso, me permitió entablar cierto nivel de amistad con algunos personajes famosos del momento fuesen actrices, cantantes, escritores, poetas o bailarines. Y creo que todos me perdonaron mi falta de condición artística.

¿Fue entonces cuando conoció al escritor oscense Javier Tomeo, qué recuerdo tienes de él? ¿Tuvo otros amigos aragoneses por entonces? Recuerda que iba al Centro Aragonés.

Sí. Tuve esa suerte. Pero a Javier le conocí después, en el año 70, cuando entré a trabajar en Olivetti. Allí leía con entusiasmo sus borradores, antes de salir al mundo.. Antes, en la época que retrata la novela, tuve varios amigos aragoneses afincados de Barcelona. Uno de ellos, Jesús Quílez Quílez, por desgracia recientemente fallecido, fue uno de los mejores; era oriundo de Langa del Castillo. Respecto al Centro Aragonés de la calle Joaquín Costa, era lugar de paso, de bailoteo y de tarde cinematográfica en el cine Goya.

Jordi Siracusa, primero por la derecha, con varios compañeros en el Manila Hotel.
Jordi Siracusa, primero por la derecha, con varios compañeros en el Manila Hotel.
Archivo Siracusa.

Nada tan conmovedor como ese bello beso en los labios de Sylvie Vartan. ¿Qué hay de verdad y de ilusión? ¿En qué medida no es un sueño de escritor en ciernes?

Cuento en la novela que Sylvie y su hermano Eddie actuaron en Barcelona y se hospedaron en el Manila. De aquel día tengo una interesante y sensual vivencia que dudo recuerde Sylvie, pero que sí ocurrió. Tendrán que leer la novela para saber los detalles.

¿Cómo nace Jordi Brotons, y quién es exactamente ese personaje, ese investigador, qué le debe?

Jordi Brotons es un personaje de ficción al que le hago protagonista de mis novelas de la serie Los misterios de JB y que ya son trilogía. Fabulo que, desde su puesto de director del Manila es, además, un detective vocacional y brillante que resuelve los asesinatos y misterios que se ponen por delante. En la realidad no hubo tantos homicidios como cuento en las dependencias del hotel –aunque sí alguno–. En honor a la verdad, aquí, personaje y autor nos debemos favores mutuos.

¿Cómo se pasa de libros como ‘Pingüinos en París’ o ‘Tierras de Teruel’ a algo tan personal y a la vez tan colectivo?

Escribir sobre La Nueve, la mítica compañía española que liberó París, o sobre la historia de un niño en la Batalla de Teruel, no tienen demasiada relación. Tampoco con ese intento de novelar algo parecido a una biografía, pero los retos del escritor están en tocar distintos palos en la baraja de las letras.

¿Cómo descubre Zaragoza y por qué llegó aquí, qué se le había perdido en la capital del cierzo?

La respuesta fácil, hablando de vientos, sería la de cambiar de aires. Sin embargo, el hecho de haber sido adoptado por esta ciudad está en cuestiones profesionales. A mediados de los ochenta la Olivetti me nombró director de zona. El director general y el jefe de personal me aseguraron que sería solo por dos o tres años. Y aquí sigo. El destino, que es juguetón, me tenía reservadas muchas cosas y una larga estancia, tal vez definitiva, en Aragón.

Jordi Martínez Brotons firma como Jordi Siracusa, dirige la edición digital de la revista 'Imán' y publica su libro autobiográfico 'Quinto patio'.
Jordi Martínez Brotons firma como Jordi Siracusa, dirige la edición digital de la revista 'Imán' y publica su libro autobiográfico 'Quinto patio'.
Guillermo Mestre.
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