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  • Ana Santos Aramburo

Pregón de la Feria del Libro de Zaragoza: la más hermosa historia de nuestras vidas

Ana Santos Aramburo, unos segundos después de haber vivido la emoción del pregón.
Ana Santos Aramburo, unos segundos después de haber vivido la emoción del pregón.
Guillermo Mestre.

Putoridades…. Gentes de oficios del libro, amigos y amigas:

En primer lugar, gracias, muchas gracias, por contar conmigo. Me siento feliz en Zaragoza, mi ciudad, donde nací y crecí y a la que le debo mucho de lo que ha sido mi vida. Por lo tanto, me hace muy feliz que se haya pensado en mí para el pregón que marca el arranque de esta Feria del Libro, lugar de encuentro entre las personas en un espacio que aúna capacidad de conocimiento, creación, emoción, imaginación, ideas, belleza, sabiduría…

Estas palabras y muchas otras más vienen a mi cabeza cuando pienso en el significado del libro, en lo que ha supuesto desde aquel momento en el que el ser humano, capaz de pensar, fue consciente de que aquellas ideas que tenía en su cabeza debían permanecer en algún lugar. Esa lucha permanente contra el olvido, que se ha podido vencer gracias a la permanencia de la palabra. Una palabra que es vida y que trasciende nuestro tiempo y nuestra existencia y que ha ido trazando, a lo largo de la historia, el camino para intentar buscar respuesta a los interrogantes tantas veces planteados.

Esta permanencia de la palabra, gracias a la escritura, ha hecho posible la trasmisión de las ideas y del conocimiento, pero también ha permitido la creación de un relato y la vertebración del tiempo que a cada uno nos toca vivir, una manera de contemplar y entender el mundo e intentar transformarlo.

Sin la capacidad de leer, de comprender y asimilar conceptos e ideas no seríamos lo que somos. Pero el acceso a la lectura, algo que hoy nos parece un hecho obvio y cotidiano ha sido, hasta hace no tantos años, un hecho extraordinario. A principios de los años 30 del siglo pasado más del 40% de la población española era analfabeta y el porcentaje de mujeres que no tenían acceso a la lectura, y menos a la escritura, era mucho mayor. Históricamente se consideraba que no era necesario que las mujeres accediesen a la educación, su misión en la vida era otra muy alejada del conocimiento y por lo tanto no podían adquirir la capacidad necesaria para asimilar la palabra escrita y su significado, no entendían su contexto, no podían soñar con otra manera de vivir, buscar los valores éticos que motivaban su actitud ante la vida y menos reflejarlos en un texto escrito. 

Por eso, en estos tiempos de incertidumbre y de amenaza de la IA, como posible sustituta de la capacidad de la creación del ser humano, no tengamos miedo, no creo que una máquina pueda tener el don de la genialidad, sentir las emociones, vibrar con los sentimientos y vivir las experiencias necesarias para crear un nuevo pensamiento, nuevas ideas capaces de iluminar nuestras vidas.

No sabían como asimilar historias de otros tiempos y lugares y relatarlas con nuevos valores, con un nuevo pensamiento, con nuevas palabras que reflejasen conceptos de los que estaba muy necesitada la sociedad: igualdad, solidaridad o tolerancia. La cultura escrita ha ido marcando el ritmo del tiempo, el avance de la ciencia y del pensamiento, pero solo en el momento en el que la educación ha llegado a todos por igual ha sido posible el inicio de la creación de un nuevo relato igualitario, iniciar nuevos caminos con nuevas ideas, con mejores valores, que nuestra sociedad no puede permitir que se pierdan, porque en ese caso perdería su libertad, entendida como el mayor acto de dignidad del ser humano y de plenitud del conocimiento.

Ese don de escribir, de contar historias, de convertir las palabras en belleza, de hilvanar relatos capaces de emocionarnos y enseñarnos. Ese don que solo unos pocos reciben, quien lo tenga debe alzar su voz, debe hacerse oír en igualdad de oportunidades, porque estas voces son las que nos han conformado, han ido trazando la historia de la creación, del conocimiento, han difundido el saber, nos han permitido soñar que otro mundo era posible. Por eso, en estos tiempos de incertidumbre y de amenaza de la IA, como posible sustituta de la capacidad de la creación del ser humano, no tengamos miedo, no creo que una máquina pueda tener el don de la genialidad, sentir las emociones, vibrar con los sentimientos y vivir las experiencias necesarias para crear un nuevo pensamiento, nuevas ideas capaces de iluminar nuestras vidas.

Y los protagonistas sois vosotros, las gentes del libro, mujeres y hombres que os dedicáis a pensar y a imaginar, que volcáis vuestra alma en palabras, que escribís, traducís, editáis, vendéis libros en librerías y los prestáis en bibliotecas. Maestras y maestros que inculcáis a vuestros alumnos el amor por la lectura, padres y madres que cada noche, a pesar del cansancio del día, sembráis la emoción en el alma de vuestros hijos, acunando sus sueños con la lectura de un cuento. Personas que vitalmente habéis apostado por ayudarnos a vivir mejor, a vivir la vida de otra manera. A todos, gracias.

Y dentro de estas gentes del libro, como no destacar a nuestra gente de Aragón, escritoras y escritores de primer nivel, premiados y reconocidos una y otra vez, ilustradores y autores con gran capacidad creativa, editores que aman su oficio, libreros de larga tradición, herederos todos ellos de nuestra propia historia, esa que ha convertido a Aragón en tierra de ideas y pensamiento, de creación y conocimiento literarios, donde trabajan editoriales comprometidas, donde las librerías se han convertido en parte del paisaje de nuestra ciudad y donde desde las bibliotecas se trabaja con el compromiso y el convencimiento de lo que significa el acceso a la cultura en igualdad para todos.

Una región abierta al mundo que, desde su origen, se ha ido conformando con nuevas ideas, que contribuyó a la llegada del Renacimiento y a la expansión de la imprenta en España, orgullosa de sus aragonesismos que plagaron la creación literaria y que hoy forman parte de nuestro hablar cotidiano. Nuestra tierra, tierra de pensamiento y de cultura escrita y por lo tanto de progreso y desarrollo. No sabemos que será…

Porque la palabra es capacidad de creación, como lo es la vida que bulle en nuestras ciudades y en nuestros pueblos y que se manifiesta igualmente cuando se recorren calles y plazas, lugares de la infancia, que nos han visto crecer y que nos han conformado como personas.

¿el paisaje, el cierzo, nuestro carácter, la educación que hemos recibido, la puesta en marcha de acertadas políticas públicas, una excelente universidad, con filólogos, historiadores de la literatura y críticos literarios de primer nivel, una modélica red de bibliotecas?

O... ¿será el calor de la calle, de la vida que se respira en nuestra ciudad, de la capacidad de relacionarnos entre nosotros, de debatir ideas, de pensar en la clave del progreso que ha caracterizado a nuestra región?

Las razones son varias y probablemente cada uno de nosotros las veremos, desde nuestra experiencia personal, de una forma distinta. Pero la realidad es que cada vez se escribe y se edita más y mejor en nuestra tierra, que se publican revistas literarias de primer nivel, que los índices de lectura de Aragón son de los más elevados de España. Cuidémoslo, no lo perdamos.

Para finalizar quisiera recordar a Quintín Cabrera, cantautor uruguayo pero zaragozano de adopción, quien compuso una hermosa canción: ‘Las ciudades son libros que se leen con los pies’, es decir pisando la calle. Quintín Cabrera tuvo como amigo a Emilio Lacambra, quien le proporcionó sustento económico haciéndole responsable de la parrilla en el restaurante argentino Bonanza, al otro lado del canal, en el barrio de Torrero, el barrio de la familia Lacambra. El título de esta canción lo toma de una frase del escritor y político uruguayo Emilio Frugoni, y expresa bellamente esa íntima relación entre libros y ciudad. Porque la palabra es capacidad de creación, como lo es la vida que bulle en nuestras ciudades y en nuestros pueblos y que se manifiesta igualmente cuando se recorren calles y plazas, lugares de la infancia, que nos han visto crecer y que nos han conformado como personas. Lugares de encuentro, de disfrute compartido, espacios que emociona recorrerlos, que empapan el alma de recuerdos preñados de convivencia enriquecedora, en los que hemos sido capaces de compartir ideas, de dialogar desde la tolerancia y de entender el significado de esos valores que permiten vivir mejor.

Leer y pasear nuestra ciudad y que mejor manera que comenzar hoy recorriendo esta Feria del Libro. Encontrémonos con los escritores y los creadores, aprendamos con ellos, disfrutemos de la belleza de las ediciones, dejemos aconsejar por el conocimiento de los libreros y soñemos nuevamente los sueños imaginados por otros, para no cejar en la búsqueda de esa hermosa utopía siempre perseguida por el ser humano: verdad, belleza, justicia, sabiduría… Solo así seremos capaces de escribir en esa frágil tablilla de cera de nuestras almas la más hermosa historia de nuestras vidas. Nada más. Muchas gracias

Ana Santos Aramburo (Zaragoza, 1957) durante la lectura de su pregón, lleno de emoción, de generosidad y de homenajes a maestros, bibliotecarios, lectores, escritores, editores, ilustradores, las gentes del libro.
Ana Santos Aramburo (Zaragoza, 1957) durante la lectura de su pregón, lleno de emoción, de generosidad y de homenajes a maestros, bibliotecarios, lectores, escritores, editores, ilustradores, las gentes del libro.
Guillermo Mestre.
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