Javier Escriche, fotógrafo: "Hay que tener mucho tacto para inmortalizar la tragedia"

Nacido en Teruel en 1983, expone en esta ciudad algunas de las imágenes que captó en cinco años de viajes por el mundo, tras hacer un paréntesis en su trabajo como fotoperiodista y con el fin de encontrarse a sí mismo.

Javier Escriche, en el Claustro de San Pedro de Teruel, donde expone fotografías
Javier Escriche, en el Claustro de San Pedro de Teruel, donde expone fotografías
Antonio García / Bykofoto

Expone en el Claustro de San Pedro de Teruel fotografías tomadas en cinco años de viajes que le llevaron a Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Camboya, Vietnam y Laos. ¿Qué buscaba en los solitarios paisajes que retrata?Fue una aventura muy personal, para buscarme a mí mismo y crecer como fotógrafo.

¿Y lo consiguió?Digamos que sí. Yo estaba en Teruel con una vida más o menos estable como fotoperiodista y fotógrafo de eventos y sentía que necesitaba un tiempo de reflexión y, también, adquirir formación. Emprendí una búsqueda de imágenes adentrándome en otros países, sobre todo en Asia. 

¿Se le quedaba pequeño Teruel?No, simplemente, me veía muy joven como para quedarme estancado. Tenía 25 años. Estuve viajando desde 2009 a 2013.

"La vida misma es un viaje. Todos y cada uno de nosotros no hacemos sino viajar, a nuestro lugar de origen, a otros sitios o dando vueltas, pero viajar"

¿De qué vivió ese tiempo fuera de casa?Me fui con unos ahorros. En Inglaterra estuve trabajando de camarero en un hotel y con todo eso me pagué el resto de los viajes.

Ha titulado cada una de sus fotografías con una palabra sinónimo de ‘viaje’. ¿Qué mensaje quiere transmitir?La vida misma es un viaje. Todos y cada uno de nosotros no hacemos sino viajar, a nuestro lugar de origen, a otros sitios o dando vueltas, pero viajar.

Ya publicó en 2016 un libro, ‘Mi camino’, con imágenes de su periplo por otros países. ¿Piensa, como Cervantes, que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho?Viajar abre la mente. Conocer otras culturas, cómo viven esas gentes y cuáles son sus paisajes, enriquece. Hace que uno no se quede solo con lo que tiene en la puerta de casa.

¿Qué es lo que más valora de lo aprendido en su expedición?Los viajes están llenos de luces y sombras, pero unas y otras aportan enseñanzas. Se aprende, especialmente, a sacarse las castañas del fuego en un lugar donde no se habla tu idioma y la cultura es diferente.

Ya en la capital turolense, lleva 17 años fotografiando la actualidad de la provincia. ¿Es un territorio tan calmado como dicen?A ver, quizá la enorme extensión del territorio y la escasa población generan una sensación de tranquilidad. Pero en él ocurren muchísimas cosas. Para mí, lo más llamativo es la gran variedad de paisajes que tiene: áridos, semidesérticos, bosques frondosos, tierras de cultivo y montañas de estampa. Ahora bien, para conocerlos todos se necesitan no menos de tres horas en coche.

"Los viajes están llenos de luces y sombras, pero unas y otras aportan enseñanzas"

¿Podría plasmar la esencia de la capital turolense en tres imágenes?Si hay una que recoge el sentir de la ciudad, es la de la multitud poniendo el pañuelo al Torico, nuestro símbolo. En el terreno artístico, me voy al mudéjar y el neomudéjar, con la Escalinata del Óvalo. También el Viaducto Viejo forma parte de su esencia, porque al unir las dos partes de la ciudad todo el mundo lo cruzamos y desde él se disfruta de todo el paisaje de la ciudad.

¿Cuál ha sido su foto periodística más complicada? O dicho de otro modo, ¿su peor rato en la profesión?Cuando hay gente que lo está pasando mal, como ocurre con la pérdida de un familiar, es muy complejo sacar una foto. El año pasado, aunque sin fallecidos, el hundimiento del edificio de la calle de San Francisco, con todo el trauma de los afectados, me hizo pensar. Hay que tener mucho tacto para inmortalizar la tragedia.

¿Y la más gratificante?Los actos culturales y las fiestas en general son muy agradables. Sientes que no molestas. 

"Si hay una fotografía que recoge el sentir de la ciudad, es la de la multitud poniendo el pañuelo al Torico, nuestro símbolo"

¿Las cámaras de los teléfonos móviles hacen peligrar la fotografía de autor?No lo creo. Una buena foto siempre será una buena foto. En las bodas y comuniones, un sector que conozco, la gente se raya mucho con el móvil, pero casi todo el mundo acaba contratando a un fotógrafo porque, al final, lo que quedará para el recuerdo son las imágenes.

¿Sobrevivirá la profesión?A los teléfonos móviles, sí. Ya veremos si a la Inteligencia Artificial. Algunas marcas de cámaras fotográficas ya trabajan en un cifrado activo para que se sepa que la foto es real.

¿Se puede vivir en Teruel solo de la fotografía?Sí, se puede, pero mientras en otras ciudades el fotógrafo de prensa solo se dedica a las noticias y el de eventos a esta materia, en Teruel hay que tocar todos los palos y trabajar para empresas, instituciones y particulares.

¿Nuevos proyectos a la vista?La idea es hacer otros viajes, amoldándome al tiempo que poseo y al dinero que puedo invertir. Me gustaría organizar otra exposición, aunque eso lleva mucho trabajo.

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