FOTOGRAFÍA

Miguel Trillo: "Las redes sociales suponen volver al corral, pero con alambradas bonitas y filtros ‘chic"

Conocido como ‘el fotógrafo de la Movida’, se centra ahora en el ‘cosplay’ y las tribus urbanas asiáticas.

Trillo, retratado hace unos días en las escaleras del Centro Joaquín Roncal.
Trillo, retratado hace unos días en las escaleras del Centro Joaquín Roncal.
Francisco Jiménez

Miguel Trillo es historia viva de la fotografía en España. Hace unos días visitó la sala i_10 del centro Joaquín Roncal de Fundación Caja Inmaculada para ofrecer una charla acerca de su trayectoria y sus nuevas inquietudes.

La etiqueta de ‘el fotógrafo de la Movida’, ¿puede ser un lastre?

También se decía de Ouka Leele y mira que siguió haciendo cosas después... La Movida fue un periodo que marcó a la sociedad y que yo pude retratar, pero también es recurrente –por ejemplo– cuando se saca lo de ‘la dolce vita’ cada vez que aparecen Fellini o Antonioni. Sí, fotografié la Movida, pero también en aquella época hice muchas fotos del ‘hip hop’, del grafiti, de los primeros cantantes de rap vinculados con la base de Torrejón. ¿Te acuerdas de Sweet o del ‘Hey, pijo’ de Randy? No es casual tampoco que Zaragoza fuera otra cuna de estas músicas.

¿Cómo se da el salto de las tribus urbanas de los 80 hasta el ‘cosplay’ que le seduce hoy?

Digamos que se desniveló el mapa. Antes los movimientos venían de Londres como el ‘punk’ o el ‘hip hop’ de la Costa Este, y ahora lo más interesante para la gente joven viene de Japón o Corea: los ‘pósters’ de Los Ramones han dado paso al manga.

¿Y usted cómo consigue estar siempre a la última?

Debe ser un sexto sentido que tengo. Bueno, a cualquiera en Kuala Lumpur le sorprendería ver chicas ‘skater’ con el velo, ¿no? Dado que todo América y Europa es cristiana, con una cultura muy similar, creo que ahora es en Asia donde se produce una lectura distinta: hay países musulmanes, budistas, cristianos, ateos… Me encanta ver a un joven ‘sij’ con su turbante en un festival de cómic o en un concierto de rock.

Sí, sí, pero ¿cuál es su táctica para acercarse a ellos?

Voy por la calle y sigo lo que me llama la atención. Es instinto y debo tener empatía porque ellos se sienten a gusto. Antes llevaba un cuadernito de fotos para mostrar mi trabajo, pero ya no me hace falta. Tengo cierta capacidad para conocer la calle, yo lo llamo ‘experiencia de alcantarilla’.

¿Antes tiraba más del blanco y negro que ahora?

Es que hace año llevaba dos cámaras y yo mismo tenía que revelar las fotos en un laboratorio doméstico. Eso me permitía jugar más. Era una paradoja: si tú mismo no positivabas las fotos, entonces no eras fotógrafo aunque las hicieras.

No tuvo miedo a saltar al digital...

¡Qué va! Es estupendo. Ahora llevo solo una cámara y suelo hacer todo a color. Me permite saltarme las fronteras: antes ibas con los carretes por los aeropuertos y siempre había problemas.

¿De qué tipo?

En países sin libertad. Recuerdo que hice fotos a raperos en Puerto Rico, Manila y La Habana. En Cuba lo controlaban todo y el servicio de inteligencia sabía que no era un turista, pero tampoco un periodista. Mientras no me metiera en temas políticos, no me incautarían el material en la frontera. Es curioso que también en Vietnam, en su día, había que pedir permisos para hacer actos culturales y los censores no se preocupaban por hacer un canto al capitalismo sino por que no hubiera un desnudo que fuera contra la moralidad.

Eso vuelve a pasar hoy con las redes sociales que no se puede poner ni un simple pezón...

Es la vuelta al corral del gallinero: está todo el mundo picoteando el pienso que le dan en la granja y no se dan cuenta de que están rodeados de alambradas. Alambradas bonitas, con filtros ‘chic’, pero sólo puedes ir por las avenidas que ellos te indican. Parece que ven la calle o el campo pero estás encerrado.

Se pierde lo genuino, supongo.

Es como la pregunta de «¿qué es ahora lo ‘underground’?». Hay guías de la ‘Barcelona desconocida’ y llegas al sitio y está lleno de guiris. Las redes hacen que todo sea más contradictorio. 

Fascinado por el Buñuel surrealista y el Goya periodista

"Antes de la Movida, yo hacía una fotografía surrealista y estaba obsesionado con las hormigas. ¿De dónde venía aquello? Era una referencia a los cuadros de Dalí, pero ver ‘Un perro andaluz’ tuvo un impacto absoluto", dice Trillo. El fotógrafo ha participado junto a otros 14 artistas en la recreación de las pinturas negras de Goya, en un proyecto comisariado por Alejandro Ratia e impulsado por la Asociación Territorio Goya y la Comarca Campo de Belchite. "Goya me atrae porque es un pintor periodístico", afirma, realzando las semejanzas entre ‘La romería de San Isidro’ (arriba), del genio de Fuendetodos, y su ‘Concierto en el rockódromo’ (abajo), que puede verse actualmente en Belchite.

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